LOS VAMPIROS EMOCIONALES

Corría una tarde cálida de otoño. Acababa de entrar el mes de Octubre y todavía no hacía nada de frío. Tampoco era el tiempo de ir en falda y sin medias, pero, aún no había que sacar el abrigo.

A las afueras de mi pueblo, por donde paseaba, había una colina que se podía recorrer en tan sólo un minuto. En lo alto de la colina se podía ver una casa, a la que no se podía acceder. Porque tenías que abrir la gran cancela. Las afueras eran calles asfaltadas y desérticas. Nada de campo. La colina, era el nombre popular, lo que realmente era no se parecía en nada. Era una simple calle empinada.Las hojas caían a mi paso y el cielo era rojo. Aquí se podían apreciar esas singularidades que sólo se dejan ver en otoño. Cuando llegué a lo alto de la »colina» (dónde debería haberme vuelto) vi una peculiaridad.

Un chico, dentro de la cancela, me miraba. Tenía los ojos medio cerrados, su expresión recordaba a la de una persona enferma o incluso a la de un zombie. Me di la vuelta.

-No te vayas-susurró una vocecilla.

Me giré y miré para la cancela. Nadie. No había nadie. No le di importancia. Escuché unos pasos y al darme la vuelta pude ver que se acercaban tres personas mayores. Dos mujeres y un hombre de sesenta años, aproximadamente. Las dos mujeres abrierion la cancela y entraron, llevaban palas, rastrillos y utensilios de esa índole. El hombre me pasó un brazo por el hombro. Mi corazón latió desbocado en mi pecho.

-¿Qué, dando un paseíto? Las hojas han empezado a caerse bastante pronto este año. Hemos venido a recogerlas.-dijo el hombre muy amigablemente.

Charlé con él durante un buen rato, total, no tenía nada mejor que hacer. Había dejado los estudios a los dieciséis años, ahora, yo no tenía que ir al instituto. Todo aquello me resultó muy extraño. Se fueron dejándolo todo impecable. Volví la vista a la cancela. Otra vez allí, él agarrado a los barrotes. Era excesivamente blanco, pelo castaño y ojos…. No podía distinguir el color de sus ojos.

Miré al suelo un segundo, ya no estaba en la cancela, se había sentado en el banco que había al lado. Él me daba miedo, pero mi morbo era mucho mayor. Me senté a su lado. Me miró, frío como el fuego y besó la comisura de mi boca. Hechizada, repetí su acto. Su piel estaba fría pero sus ojos ardían, casi literalmente. Me besó con los labios entreabiertos, Me dejó los labios húmedos, seguramente, de ese néctar tan valioso, la saliva. Me sequé la humedad de mis labios con dos dedos. Cuando miré los dedos, una mueca de horror se dibujo en mi cara. Era un líquido viscoso y negro. Se acercó más a mí. Buscó mi boca otra vez, no me pude resistir. Me tenía hechizada, su aroma, su mirada, su tacto. Mientras me besaba ese líquido putrefacto se derramaba por mi boca. Caía. La primera vez, me supo a carbón, pero esta vez me había parecido algo dulce y delicioso.

Separó sus labios de los mío. Sentí unos pinchazos en la boca del estómago, él se percató y rápidamente posó su mano allí, donde el dolor. Arcadas, tenía ardores. Vomité un gran charco de líquido negro y viscoso.

-No ha funcionado-maldijo él

-¿Qué no ha funcionado?-pregunté a duras penas.

Su mirada se volvió fría y su cuerpo se relajó. Mi cuerpo se contrajo y vomitó dos veces más. No paraba de devolver.

-NO LO TENÍAS QUE DEVOLVER-chilló

-Bésame otra vez-le rogué, acercando mi rostro.

-No-dijo muy seco.

Arcadas. Pero esta vez fueron vacías.

-Lo lamento mucho- pareció desesperarse.

Yo no entendía nada. Tenía la cabeza muy aturdida. Y se nubló todo.

Cuando recuperé el sentido, justo amanecía. Me encontraba tirada en la calle. Me sentía fatal. En nada vomitaría. Me noté más flácida de lo normal. A mi lado había un nota.

Te ha sentado mal el veneno. A los humanos no os suele sentar mal. Pero a quienes les sucede mueren en un plazo de quince días. Morirás deshidratada, lo siento mucho.

Estos son otro tipo de vampiros. Más sofisticados. No son tan burdos como para alimentarse de sangre humana. Se alimentan de sus emociones, por normal. En algunos caso del alma, aunque eso es escaso. Intentan provocar a los humanos amor, tristeza, miedo, etc. Cualquier emoción. El humano al sentirse emocionado, desprende una esencia, para estos invisible. Ellos la absorven. Eso vendría a ser, el alimento de cada día. Pero hay algo mucho mejor que una emoción, el alma. Es cómo comparar la carne sucia y cruda con un entrecot. El alma se extrae cuando el humano no libera emociones. Su proceso es un poco más complicado.

El vampiro besa a su presa, con la boca abierta, pasándole un néctar viscoso, que él tiene que tragar. La operación se repite una vez más. Se para cuándo el humano muere a causa de la extracción de su alma. Él va tragando, mientras se va debilitando. No siente dolor, todo lo contrario. En alguna ocasión rara, al humano puede sentarle mal el veneno. En ese caso, no se podrá extraer el alma. La víctima comenzará a vomitar, con intervalos de entre cinco y veinte horas en los que se pierde el conociemiento. Lo que el veneno causa es una descomposición de estómago. Es la muerte más dolorosa que nadie se pueda imaginar.

 

Creación propia

levrenoir

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9 comentarios

OK. Ahora te explico.
Miguel es un psicópata, sufre una extraña patología con la que disfruta sintiendo adrenalina. Siente mucha adrenalina cuando hace sufrir y tiene a gente al borde de la muerte. Pero no se le puede llevar la contraria porque si se hace aflora en él una ira incontrolabe, entonces mata. Después se siente culpable y por eso llora. Ella tendría que haberse salido por la tangente o decir directamente sí. Nunca lo que respondió. ¿Entiendes ahora?

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