Noche de caza.

El joven no dejaba de mirar a aquella chica, las luces de la calle hacían notar las curvas de su femenino cuerpo envuelto en un simple pero sensual vestido rojo de fiesta. Aquel sedoso y largo pelo color miel con reflejos rojizos también lo tentaba. No era nada más que una de esas chicas que volvían de la fiesta con sus zapatos de tacón en una mano y su gran bolso en el hombro, andando a paso ligero.

Una chica sola y desprotegida.

Una victima fácil, sin duda.

El muchacho se relamía pensando en lo que le haría mientras la apuñalaba y ella veía como su alma se separaba de su cuerpo con cada gota de su sangre derramada. Llevaba varios minutos siguiéndola, esperando al momento idóneo para atacarla.

Y entonces ella torció para ir por una calle estrecha, el acelero el paso aunque el conocía bien aquel lugar y sabia que aquel camino era largo tendría tiempo y la oscuridad suficiente como para que nadie más los molestara ni viera tal escena.

La joven saco de su bolso un teléfono móvil y escribió algo, un mensaje, una nota o algo, aunque en ese momento no era lo que importaba, era el momento. Se abalanzo ansioso.

Pero la chica se aparto y el cayo al suelo.  Oyó una risita tan burlona como penetrante:

«Penoso, realmente penoso.»

Acto seguido vio como la chica sacaba algo de su bolso, parecía ser algo bastante grande pero no tanto como para que no cabiera en el. Con la poca luz que llegaba de las calles iluminadas el chico consiguió reconocer aquel objeto, un hacha, en aquel momento se quedo paralizado, sin saber que hacer.

«¿Nunca te han dicho que te alejes de las callejuelas por las noches?»

Trato de levantarse pero se volvió a caer, rebusco en sus bolsillos en busca de su cuchillo, pero fue incapaz de cogerlo. Sus manos temblaban. La joven se giro hacia esbozando una terrible sonrisa de oreja a oreja mientras que el hombre quería pedir ayuda pero de su boca no salio ningún sonido.

«Adiós, basura»

Realizo un corte perfecto, un decapitación limpia, soltó una risita y tras lamer la sangre del hacha, pasarla con un pañuelo y comprobar que no se había manchado ella misma de sangre volvió a meter aquel objeto en el bolso. Miro al teléfono móvil aún le daba algo de tiempo para disfrutar de la noche.

«Y con ese han sido cuatro.»

Sonrió a la luna en el cielo mientras salia de aquel lugar, con sus zapatos de tacón en una mano y su gran bolso en el hombro, andando a paso ligero.

 

Esta historia es de cosecha propia y tiene que ver con una idea de una saga atada a un personaje que e creado y del cual pienso escribir muchos pastas, espero que os guste esta especie de presentación.

Román

Please wait...

6 comentarios

Buena historia, el tipo de redacción es atrapante sin duda, y sorprende el giro que da, cuando la chica parece la pobre víctima y de un momento a otro se convierte ella en la asesina 😉

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