Caminando bajo la lluvia

Mucha gente cree que hay ciertas características en el día en los que pueden ocurrir cosas escalofriantes: lluvia, neblina, obscuridad… y que los personajes «malos» se limitan a una pobre gama de espectros, monstruos, fenómenos, apariciones, cosas sobrenaturales, asesinos en serie y esa clase de conceptos gastados. Pero esos son sólo clichés creados por las mismas historias repetitivas, historias que muchas veces se alejan de la realidad.

No hay historia más escalofriante y más horrible que aquella que ocurre en la realidad, en este mundo lleno de porquería. Y dicho esto quiero aclarar que no soy de esa clase de misógenos patéticos que van luchando en contra de la humanidad, y que van profesando su odio por todos. Yo simplemente los desprecio. A todos.

No culparé a mis padres por mi conducta, como todos aquellos perdedores que culpan a otros de sus actos, o que buscando en la «raíz» de sus problemas terminan desligándose de su responsabilidad y atribuyéndosela a esas personas que los criaron. Te suena similar? si es así, felicidades, eres una más de esas ratas que viven en la podredumbre. Un dato curioso por cierto, las ratas dependen en gran cantidad de las personas.. de su comida, de sus viviendas, de los objetos que roen, de la protección que brindan del inhóspito medio y de sus depredadores… ahora entiendes mi analogía de las ratas?

No pretendo que esta sea una historia de horror como esas que circulan en la red y que los desadaptados, morbosos y occiosos buscan con ansías para pasar el rato. No. Esto, por si no lo has captado es una historia de odio.

La historia, MI historia, debería empezar por el principio. Pero no me desgastaré hablando de la buena familia que tenía y de la manera en que odiaba la perfección de mi madre, la suerte de mi padre, y el desempeño impecable de mi hermano menor. Tan insoportablemente perfecto. Las caricias amorosas me parecían repulsivas, la estabilidad aburrida… la monotonía de ese ambiente me hizo huir de casa buscando una calma a ese sentimiento de vacío que me inundaba día a día y que carcomía cada parte de mi ser.

Vagar por el mundo me pareció un tanto…. confortable. Pero nunca olvidaré la primera vez. Deambulaba en una noche joven por la calle y llovía, eso lo recuerdo bien. Y los vi saliendo del cine. No hay nada más despreciable en este mundo que una joven y hermosa pareja demostrando su dulce y tierno amor en público a cada momento. Sentí una rabia enorme, y los seguí. Al cruzar hacia un callejón los alcancé: caminaban bajo la lluvia tomados de la mano y en cierto punto se detuvieron a besarse satisfaciendo una de esas estúpidas fantasías de película. Ahí fue cuando sucedió, cuando sentí un placer reconfortante al tomar el tubo oxidado de una vieja tubería externa. Y la lluvia… nunca la había sentido como aquella vez, mientras se mezclaba con la sangre del hombre y recorría mi cara. Incluso me avergüenza un poco decirlo, pero bebí un poco de sangre de la chica que encontró su destino en un charco inmenso.

Después de esos dos hubo muchos más, pero todas aquellas personas eran basura. Hay demasiados habitantes en el mundo para preocuparse de un par de asesinatos que aparecen en las noticias ¿no? Como siempre ha ocurrido y como siempre ocurrirá, esas cosas son noticia de primera plana tan sólo unos días y después son olvidados por las masas y guardados en cajas con expedientes policíacos.

No me vean como un psicópata, porque en realidad no lo soy. Esa clase de personas no tienen vínculos afectivos, ni emociones en general. Yo me he enamorado, dos veces. No me siento orgulloso de ello, pero lo comento para evitar confusiones. Y disfruto de ciertos placeres en la vida, los libros, por ejemplo.

Y algo gracioso; últimamente me he agarrado el gusto de irrumpir en propiedades ajenas a plena luz del día. Mi objetivo en realidad no es muy claro para mí, debido a que a veces suelo asesinar a quienes en verdad me causan desprecio y en algunas ocasiones no lo hago. Pero debo decir que hay un patrón existente que los une: ellos saben de mi.

Si algo no negaré es mi narcisismo. Él me ha llevado apublicar mi historia en diversos medios. Gracias a mis años en las calles y a los miles de trucos que descubrí a través de las personas que conocí, aprendí como rastrear las visitas de aquellos blogs en los que me intento dar a conocer. Incluso, me ruboriza un poco contar que existe uno al que titule «sacando la basura», en el que detallo sublimemente mis asesinatos, como si fuera el diario de una patética colegiala enamorada.

Y ahora en el presente, aquí se encuentran, devorando mi historia para encontrarnos. Lo bello de esto es que podemos encontrarnos en un día caluroso, o una noche fría; en un día soleado o en uno nublado… el cómo ni el cuándo importan en realidad, lo que en realidad importa es que ahora el destino nos hará encontrarnos. Y el juzgar que tipo de basura son las personas es uno de mis grandes pequeños placeres que me doy el gusto de disfrutar libremente.

Creación propia

Cris-red

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