Me encontraba mirando televisión, pasando de canales, hasta que recibo un mensaje de mi novia. «Ven a verme, Chris». Hacía mucho no hablaba con ella, debido a que ocupa la mayor parte de su tiempo estudiando. Nos veíamos una vez por semana, o algunas semanas ni siquiera la veía.
Apagué la televisión. En aproximadamente 10 minutos ya estaba terminando de bañarme. Bajé los pisos del edificio y me tomé un taxi que encontré en la puerta. Llegué a destino. 10 euros. Pagué y me bajé, toqué el timbre de la casa de mi novia. No atendían. Golpeé la puerta, a ver si de esa forma podrían escucharme, en el caso de que el timbre se haya descompuesto. No hay forma, nadie atiende. Fui por la parte trasera y noté que estaba abierto. Entré lentamente.
La imagen que vi me dejó paralizado. Mi novia atada a una silla y alguien vestido de payaso, sosteniendo un cuchillo. Lentamente él pasaba el cuchillo por su cara, dejando caer unas cuantas gotas de sangre. Me escuchó. Mi corazón latía rápidamente. Tomé el teléfono para llamar a la policía, pero en cuanto lo tomé, él se encontraba a mi lado, con el cuchillo, y sonriendo. Una maléfica sonrisa que a cualquier persona, dejaría traumatizada. Mi novia, con una soga en su boca, no podía hablar. Escuchaba sus sonidos de dolor. Me destruían. El payaso sostenía fuertemente el cuchillo, mientras lo acercaba a mi cara. Podía sentir ese aroma a sangre y el frío del metal. Movió de un lado a otro el cuchillo sobre mi cara, dejando el rastro de sangre de mi novia. No me hizo daño. Todavía nadie habló.
Con un gesto, invitó a que me sentara en la silla. No tenía otra escapatoria. O le hacía caso, o podría matarme. Me senté y tomó una soga mientras me ataba. ¿Cómo yo, podría reaccionar de esa forma? ¿No se me ocurría pegarle y salir corriendo, o salvar a mi novia? No.
Me sentó frente a mi novia, mirando a ella. Mirando su dolor. Sus heridas. Su sangre. Se acercó a ella. Pasaba nuevamente el cuchillo sobre su cara, cerca a sus ojos. Lo acercó al ojo derecho y lo puso frente a ella, a unos pocos centímetros. Lentamente lo acercaba más y más, hasta que lo tocó. Sentí su dolor. Su angustia. Como ese cuchillo traspasaba su piel y lastimaba su hermoso ojo color verde. Ahora era el turno del otro ojo, ¡como no! Lo acercó y repitió lo anterior. Sus ojos se veían destruidos y su sangre caía a montones, seguramente quedó ciega. Me detuve a pensar… ¿Ahora es mi turno?
Se acercó a sus labios. El cuchillo tocaba sus hermosos labios. Como si cortara un pedazo de carne, movía el cuchillo sobre su labio. Dejando caer pequeñas fetas de sus labios al piso. Los tomó y los dejó a un lado. Le sacó la soga a mi novia. La obligó a abrir la boca. Metió su cuchillo dentro. Tomó su lengua, y lentamente la cortaba. Podía ver que mi novia ahora no emitía ningún sonido de dolor. El payaso parecía disfrutarlo.
El cuchillo se le cayó al tomar la lengua. Se agachó a agarrarlo y dejó la lengua nuevamente a un lado. Agarró firmemente el cuchillo, mucho mas decidido que antes. La primera vez que lo escuché hablar. “¡Ay, pero cómo disfruto esto!” exclamó. Insertó fuertemente el cuchillo en su cuello dejándolo unos segundos ahí, parecía querer llegar hasta el fondo. El cuchillo salió por el otro lado. Lo dejó ahí. No hizo nada. De todo lo que había visto antes, esto no me impresionaba. No sé porqué. El payaso dio la vuelta y me miró. Soltó una risa. “¡Pero qué afortunado eres, qué linda noviecita! ¡Disfruta con ella!” Sus palabras me paralizaron. Tomó su cuchillo, mientras se alejaba a la puerta. Lanzó el cuchillo hacia mi sin mirar. Cerró la puerta con llave y se fue. El daño que me hizo fue inmenso, además del cuchillo que cayó en mi cráneo dejándome inmóvil, atado a la silla, ver a mi novia muerta frente a mí me destruyó. En mi cabeza se repetían las palabras… “¡Pero qué afortunado eres!”
Desperté. Sudando. Casi llorando. Todo había sido una pesadilla, una maldita pesadilla. Me alivié al saber que todo eso no había pasado y era culpa de mi estúpida mente. Me bañé para sacarme todo ese sentimiento horrible de mi mente. Despejarme un poco. Terminé de bañarme.
Me encontraba mirando televisión, pasando de canales, hasta que recibo un mensaje de mi novia. «Ven a verme, Chris».
1 comentario
muy buen creepy