Timore

Nunca me había sentido el corazón a mil, o ese extraño frío por mi cuerpo, el presentimiento de que algo horrible sucederá y al mismo tiempo el deseo de que solo suceda para dejar de torturarme con dudas.

Me encontraba en casa con mi primo, era muy tarde y mis padres estaban de viaje, no somos muy allegados aunque a penas le lleve tres años. Nos aburríamos mucho así que decidimos comer algo para después cada quien encerrarse en su mundo; mientras sacaba algunas cosas para preparar él revisaba su correo en la portátil.

_¿Te crees valiente?_ Me desconcertó la pregunta así que lo miré, pero él seguía viendo la pantalla así que me acerqué para observar, era un correo, quizá una estúpida cadena, la abrió por curiosidad o por que la enviaba, según pude ver, una chica.

Era bastante raro, estaba lleno de símbolos extraños y no pudimos identificar ninguno, de repente se puso negra la pantalla y apareció un extraño texto  «Rex Infernus, magno quem mundus adorat…» alcancé a leer la primera línea en voz alta cuando repentinamente se oscureció el monitor para seguidamente apagarse; el silencio se hizo presente y en un momento reaccionamos a mirarnos, al instante le restamos importancia pues de seguro era una broma así que retomamos lo que hacíamos sin tocar el tema.

Veía la televisión en mi cuarto, escuché cómo golpeaban algo, se lo atribuí a mi acompañante pero el ruido era demasiado fuerte y molesto así que apagué el aparato y salí para reñirle.

_¡¿Qué demonios haces?!_ el sonido paró completamente, no se escuchaba nada, me quedé parada en las escaleras para regañarle un poco mas pero no subió; me parecía muy raro así que traté de escuchar algo pero solo escuchaba la televisión, entonces caí en cuenta ¿No la había apagado?, pero no provenía de mi cuarto si no del de mis padres así que entré a este, probablemente solo la dejó funcionando.

_ Hasta que callas ese ruido, no me culpes a mi por subir el volumen_ Hay estaba ese hombre tirado en toda su gloria. Algo extraño me dio un vuelco al estomago, no quería pensar demasiado en lo que podría ser pues miles de explicaciones surgieron simultáneamente en mi cabeza, quería aferrarme a la tranquilidad de algunas pero decidí que no podía cegarme.

_Quién está abajo_ notoriamente también comenzaba a ponerse nervioso pero me exigía estúpidamente una respuesta que ni había considerado. Posé mi dedo indice en sus labios como señal para que guardara silencio, me posicioné en le peor de los escenarios; algún maldito se habría aprovechado de que nos encontrábamos solos para meterse, pero no tenía sentido que hiciera tanto ruido, lo mas lógico sería entrar sigilosamente e inmovilizarnos rápidamente ¿Por qué darnos oportunidad de sospechar y actuar?, no quería transmitir inseguridad así que decidí tomar algún objeto para defenderme, encontré un viejo bate de madera, subí el volumen del televisor, tragué saliva y me armé de valor para comenzar a bajar las escaleras.

Sin calzado, pisar suavemente con las puntas para no hacer ruido, analizaba instantáneamente el lugar para reaccionar en cualquier instante, no visualizamos a nadie así que nos dirigimos a la salida. «Quédate aquí, si algo malo pasa ve por ayuda», le di esa orden para adentrarme nuevamente en la casa, se que debí pedirle que llamara a la policía pero, es que algo no andaba bien, algo me hacía creer que no era un ladrón y tuve una estúpida valentía para averiguarlo.

Sabíamos que no estaba en la planta alta, registré las habitaciones una a una, una recamara frente a las escaleras, el baño a un lado de estas, mas al fondo el comedor junto a la sala y finalmente la cocina, no había nada pero fuera de un alivio me hizo sentir mas insegura pues el único sitio que quedaba era un cobertizo en el patio. Era oscuro y polvoriento, la puerta era de madera, las ansias me carcomían por lo que me apresuré en abrir, los ojos me saltaron cuan se abrió, apunté con una lámpara para revisar… nada… no había nada… o nadie. Suspiré profundo y me dirigí a la puerta, él continuaba ahí, me miró nervioso, solo negué con la cabeza y gesticulé media sonrisa, suspiró igualmente y se relajó.

Nos sentamos en la sala, no teníamos nada qué decirnos, ambos nos sumergimos entre nuestras ideas amenizando un solitario silencio, el calor se alejaba y al notar mis mejillas heladas traté de calentarlas con mis manos; él miraba al suelo.

_No deberíamos dormir separados…_ No había motivos para pensar mal, seguramente tenía miedo al igual que yo, lógicamente ninguno lo admitiría.

_Supongo que no_ contesté resignada, no quería mostrarme débil pero pensándolo fríamente noté mi falla al actuar sola; ¿Si me hubiera encontrado con un ladrón qué habría hecho en su contra?, cuando regresé… ¿Qué pensaba encontrar?

Tomamos cada uno un cuchillo de la cocina y subimos a la habitación de mis padres, tenía la cama mas grande además de ser la mas alejada de las escaleras; nos dispusimos a dormir pero al menos yo no podía, estaba sentada abrazando mis piernas mientras concentraba mi sentido auditivo a lo que proviniera de fuera. Estoy segura de que estábamos en la misma situación sin poder si quiera cerrar los ojos; el mas leve ruido nos tensaba y fue el sonido de unas cadenas lo que nos hizo sudar frío, abrí de sobre manera los ojos, no quería levantarme en ese momento, me sacó totalmente de mi. Él se levanto temerosamente dirigiéndose a la puerta, sin pensarlo le detuve tomándolo del suéter, su cara reflejaba inseguridad y resignación, él quería enfrentarse a eso de una vez y yo no tenía palabras para detenerlo; lo primero que se me ocurrió fue quedarme a esperar pero no podía aunque así lo deseara, yo tenía que acompañarlo.

Bajábamos con cautela las escaleras, cada escalón parecía eterno hasta llegar al último, nos quedamos parados buscando alguna anomalía y nada; fuera de aliviarnos eso era motivo para temer mas puesto que significaba que debíamos seguir avanzando. A punto de dar el primer paso, apareció aquello, una extraña figura que se arrastraba en las sombras, su espalda era ancha, podía verse su carne al rojo vivo ausente de piel, era una extraña encarnación con unos ojos rojos resplandecientes. Él se adelantó clavando su cuchillo en el cráneo, al no tener resultado ambos nos dimos la vuelta para huir a la planta superior; ni siquiera a la mitad lo mordió en la pierna, mi primo calló y en su intento por salvarse me jaló por el tobillo estampando me a los escalones.

_Lo siento…_ miré atrás como esa cosa lo sujetaba mientras comía su carne, lo mataría y continuaría conmigo. Cualquier noble sentimiento desapareció, quería escapar a toda costa así que clavé el cuchillo en su mano para liberarme, en cuanto me soltó corrí sin volver la mirada, lo había abandonado pero no me importaba.

Entré a mi habitación y traté de llamar por teléfono pero no funcionó así que trunqué la puerta, creí que eso me daría tiempo para pensar mientras escuchaba los gritos de auxilio y dolor, mas que cualquier otra cosa me provocaban terror… ¿Qué le estaría haciendo?, seguramente si me atrapaba me haría lo mismo pero no sabía cómo escapar o si podía hacerlo. No tenía medios suficientes como para escapar por la ventana además que ésta daba al patio trasero así que igualmente tendría que brincarme la barda… era casi imposible pero no me quedaba mas que intentarlo.

Observé dónde podía apoyarme pero no había nada, debía aventarme y esperar lo mejor, eso hice y estoy segura que me rompí la pierna, no podía caminar y mucho menos trepar. Así terminé en esta situación, la impaciencia me esta matando y no puedo mas, intentaré algo desesperado, me arrastro hacia donde esta el pequeño desván. Tomo la escoba para apoyarme y trato de subirlo, es verdad que en ocasiones extremas el cuerpo adquiere habilidades extraordinarios pues lo estaba logrando, cuando llegué al techo de éste un escalofrío me recorrió la espalda pues los gritos se habían callado y entonces… esa cosa ya venía por mi.

Solo tenía una oportunidad, pues esa madera no era muy firme y probablemente al brincar en ella ser rompería; era solo un pequeño rayo de esperanza y debía tomarlo, flexioné con dolor y dificultad ambas piernas y me lancé, pude sostenerme de la parte superior así que continué, había alambrado y rasgué mi piel con éste pero no sentía mas que el dulce olor de la salvación. Atrás había un terreno baldío, si me dejaba caer en este ya solo era cuestión de arrastrarme a la calle y encontrar ayuda, me posicioné para impulsarme cuando… caí…

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Ragdoll

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