Solo busco mi felicidad

-Tienes hambre?
-Sí, un poco- Dijo sinceramente.
-Pues, quieres ir al Restaurante de por allá?
Ella temía ir, ya que sus padres podrían llamarla y regañarla. Sin embargo, no resistía podre cunmplir el sueño de toda mujer: Cenar románticamente con su novio. Aceptó, sin considerar los sermones que ya imaginaba que recibiría.
Era una noche muy cálida. El viento producía un leve movimiento en las hojas de los árboles. Ya se acercaba la medianoche. Karla era muy feliz junto a su novio, eso causaba el enfado en sus padres, no por que se beneficiaba de la compañía de el, sino por que ella salía de la casa muchas horas. Pero no lo podía evitar. Su amor era tan grande que no eran capaces de no verse al menos 1 día.
Terminada la cena, Karla se quedó en casa de su pareja, ya que era muy tarde como para irse sola, y en medio de la escuridad, en el bus. A la mañana, la chica se despidió y se fué muy feliz del lugar. Legó a su hogar, donde le esperaban unos buenos correazos de parte de su padre.
-Ho…Hola -Dijo intranquila la joven.
-Tu que haces aquí? Mejor vete donde te quieran!- Exclaman enojados los padres, en gesto de saludo.
-¡Claro que lo haré! -Cuando se va, con la espalda derecha a su dormitorio, cuando siente un fuerte dolor en la espalda.
-¡No pienses en volver! Karla, sollozante, voltea y ve a su padre, con una gran correa en la mano. Eso explicba el dolor que sentía.
Entró a su cuarto, cerró la puerta a golpe y le puso pestillo lo más rápido que pudo a la puerta. Se quedó petrificada unos segundos, pensando en lo sucedido. Se echó en su cama, mirando al techo. Las lágrimas corrían por sus suaves y rojas mejillas. Había algo que la hacía feliz en esos momentos, que cada día ocurrían: Sus peluches. Los tenía repartidos por toda su pieza, todos esos peluches que le había obsequiado su novio. Sabía que el estaba con ella en todos sus momentos, como siempre lo estuvo. Tanto llorar, le empezó a dar sueño.
Al despertar, Karla oía fuertes golpes a su puerta.
-¡Abre!, ¿Me escuchas? ¡Te estoy hablando, abre ya!
No lo haría, primero por que no le hablaba, estaba dando gritos que seguramente se escuchaban por todo el vecindario. Y segundo, por que si lo hacía, recibiría correazos a montones.
Se quedó ahí, en silencio, pero luego de un momento, decidió salir.
-¿¡Que quieres!?
-¡Quiero que salgas de aquí, inmediatamente! No queremos que vuelvas hasta el martes.
Ese día era sábado, un sábado en el que sus padres declararon que no se harían responsables de una niña de 16 años hasta el martes.
Karla aprovechó para encerrarse nuevamente en el cuarto, llevarse todo lo que necesitaba, e irse a la casa de su amado. Él la recibió muy amablemente, La invitó a desayunar.
-Así que te echaron de tu casa, eh? No te preocupes amor, te cuidaré hasta el fin… Se arreglará.
-Tu crees?
-Claro! Solo debes hacer lo que tengas que hacer para ser feliz…
Hacer lo que deba para ser feliz…Esa es la frase que la dejó pensando durante todo el día, ¿Que debía hacer para ser feliz? Le daba vueltas en la cabeza.
Mientras Adrián dormía a su lado, Karla seguía pensando, hasta que se le ocurrió algo.
-¿Me esperas?- Le dijo a Adrián.
-¡Claro!-Responde él, con la típica voz de recién despierto.
Ella va rápidamente a su casa, y por la ventana ve que hay una fiesta familiar, a la cual parecía no estar invitada la chica. Ahí estaban sus tíos, primos, padrinos, conocidos, etc…
Ella entra abriendo la puerta de golpe. Todos se quedan callados para ver que sucedía.
-¿No te dijimos que te fueras?-Dice, furiosa la madre.
-Lo siento si desobedecí, pero es mi deber…
Todos quedaron aterrorizados, al ver como Karla, esa niña tan dulce, extraía lentamente un cuchillo largo y angosto de su mochila.
Terminado su trabajo, dijo en voz alta «Nunca me dijeron que no volviera para ser feliz»
A la mañana siguiente encontraron los cuerpos de toda la familia, ya fallecidos.

Creación mía 🙂

Maria

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