Sad Murderer

Florencia se encontraba en su cuarto dibujando diferentes tipo de paisajes, en los cuales solo se hallaban casas, árboles y personas disfrutando de la vida. Su cabello castaño estaba sujeto en una coleta alta y ajustada, sus ojos marrones se movían al compás del lápiz en aquél dibujo. Ella dibujaba todo lo que su cabeza pensaba en algún momento, ya sea naturaleza como también personas desconocidas. La noche era fría, áspera y, sobre todo, solitaria; Florencia había oído la puerta de su casa abrirse lentamente causando un chirrido ensordecedor.

Tal vez sea mi padre, pensó la castaña.

Había dejado a un lado su dibujo, se levantó de su escritorio con su vestimenta desarreglada ya que estaba hace horas sentada y revolviéndose en su silla. Caminó hacia el espejo de su cuarto, Florencia sabía que su padre odiaba que estuviese desarreglada, él era muy detallista con las cosas y le gustaba el arden en su familia. Su madre había sido asesinada en Canadá, el mismo país donde ella se encontraba ahora. La familia Mariano era diferente a las familias comunes -según ella-, ya que eran todo lo contrario. Florencia odiaba salir de fiestas, no era muy social y no le gustaba, que conociesen su personalidad. ¿Por qué? Simple, había sufrido demasiado con las burlas de sus queridos compañeros, tanto por ser ‘rara’ como también por ser ‘la niña de papi y mami’.

—¡Mírala! —chilló un chico a su compañero de banco a carcajadas— Es tan rara, antisocial y estúpida.

Ella escuchó con atención cada palabra que salía de las bocas de ellos. Se sentía estúpidamente sola y triste, aunque, ella quería eso.

Florencia superó las palabras, sabía quien era ella y no tenía porqué rebajarse al nivel de sus compañeros. Finalmente arreglada bajó por lo escalones de uno en uno, estiró su brazo para encender la luz pero esta no cedía. Se extrañó que no funcionara ya que estuvo pagando por ellas. Al ya llegar al último escalón, buscó con la mirada a su padre. No vio nada, solo oscuridad y con suerte los muebles de su casa. Florencia escuchó algún que otro sonido por el tejado, alguna sombra detrás de las ventanas y el aire golpear en ellas poniendo la situación un poco más terrorífica.

—¿Hola? —preguntó en un susurro— ¿Hay alguien en casa? ¿Papá?

Nadie respondió, todo seguía igual que hace unos segundos. El viento que provenía del bosque se hizo más duro, ahora se escuchaba aquel sonido terrorífico que hace la ventana al ser golpeada por el viento.

Se acerca una tormenta, dedució en su cabeza.

Florencia tomó aire y lo contuvo por unos largos segundos, quizás minutos. Su corazón latía muy fuerte, sobretodo hasta lo sentía latir en sus oídos. De un momento a otro escuchó como algo caía en la cocina, era un sonido metálico y duro. Liberó el aire de sus pulmones y decidida se dirigió al lugar proveniente de aquel sonido; al entrar notó que todo estaba igual como lo había dejado hace horas solo que un cuchillo largo y afilado se encontraba tirado en el suelo. Su filo parecía estar lleno de sangre, el contorno de este estaba completamente rajado como si se hubiese estado afilando. Se puso de rodillas y tomó el arma entre sus manos, se reincorporó y sintió una presencia cerca de ella. Levantó la vista con desconfianza y, al hacerlo, el cuchillo cayó a sus pies haciendo un ruido estruendoso. En la pared de su cocina -la cual era completamente blanca-, estaba escrita con algo oscuro, pero que se podía leer lo que decía en ella.

You’re not alone

Florencia sentía como su pecho se achicaba allí mismo, tenía ganas de salir corriendo y dejar todo detrás. ¿Quién estaba en su casa? Sintió unos pasos en la cocina, eran lentos y sigilosos, pero que pudo escuchar. Oyó como alguien abría uno de sus cajones a sus espaldas, tomando al parecer otro cuchillo. Su manos estaban temblando pero no solo estas, si no también sus piernas. Una respiración lenta pero caliente es lo que sintió en su nuca, un aire frío y áspero recorrió su cuerpo y su cabello. Un pequeño espejo se encontraba en la puerta que daba a la sala, ella miró por este y chilló tan fuerte al ver una silueta negra, alta y con una máscara detrás suya.

Su grito quedó suspendido en el aire, el asesino había clavado aquel cuchilla en ella. Su cuerpo cayó al suelo, sus piernas dejaron de funcionar al igual que sus brazos, su vista se volvió algo nublosa y su cabeza estaba que explotaba, pero por última vez en su vida, Florencia vio como su asesino dibujaba algo en la pared blanca….. con su sangre. La chica de cabello castaño se sintió vacía, como si ya nada estuviese dentro de ella. Cerró sus ojos esperando su muerte como siempre había soñado, pero una sonrisa maliciosa quedó grabada en su boca.

 

 

Camile trató de escapar de su violador, este la tenía acorralada en su cuarto. Ella gritaba pero sabía que nadie la escucharía.

—Niña insolente —gruñó su violador—, te he advertido que callaras. Sé que no tú no lo harás, pero tranquila, yo lo haré por tí.

Dicho esto, clavó su cutter en el pecho de la rubia, la cual ahogó un grito desgarrador. Su cuerpo dejó de hacer fuerza, sus gritos disminuían con los minutos y su vida había acabado instantáneamente. El hombre se levantó listo para enterrar el cuerpo, pero sintió una corriente fría venir detrás suya. Se volteó pero no había nadie; terminó de abrocharse sus vaqueros y se pasó por encima su camisa. Cuando ya había terminado, una sombra femenina se encontraba en el marco de la puerta, derecha y oscura. Primero lo había tomado desprevenido, pero después volvió a ser el repugnante ser que siempre fue.

—¿Te unes a la diversión, preciosa? —dijo aquel hombre con un asqueroso acento.

Aquella sombra rió tan alto que asustó al violador, este retrocedió unos pasos con terror. La sombra caminó hacia él hasta dejar a luz clara su rostro; llevaba una falda negra y su camisa azul, unas mechas desordenadas de su coleta alta caían por su rostro.

Su rostro…. su rostro se encuentra lleno de sangre, se dijo por dentro el hombre. Pero…. pero si es es sólo una máscara.

Notó que en una de sus manos tenía un largo y afilado cuchillo. Escuchó su risa nuevamente.

—Oh, querido —sonrió cínicamente—. Creo que tú te unes a la diversión.

El hombre quedó paralizado del terror contra la pared. La chica desvió un poco la mirada a la rubia recién muerta y violada, esta sonrió y negó la cabeza con gracia para volver a mirarlo, aunque esta vez con su sonrisa de psicópata.

You were bad, but it will be bad to you now.

De repente la casa quedó vacía, no había muebles, personas, muertos, animales, nada. Aunque solo una cosa adornaba el cuarto: Un papel…… un papel con una sonrisa triste en él, pero que esta estaba hecha con algo húmedo y líquido que se deslizaba por el blanco.

By me

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