¿Quieres jugar conmigo?

¿Quién soy? Eso no es importante ahora, lo que es importante es la historia que os voy a contar.

La chica se llamaba Lina, su pelo era largo, completamente negro y sus ojos, de un precioso azul turquesa. A Lina le encantaban las historias de terror, pero no creía ninguna. Siempre que encontraba algo que decía, «no digas…» o «no hagas…» hacía exactamente lo que decía el artículo que no debía hacer. Esa tarde, Lina estaba aburrida porque ya no encontraba nada bueno o que mereciera la pena leer, pero entonces, vio una historia recién publicada en su página de leyendas urbanas favorita. El título era: ¿Quieres jugar conmigo?

A Lina le llamó bastante la atención y comenzó a leerlo, pero solo era otra leyenda más parecida a muchas otras. En esta ocasión, la historia la advertía de no decir «Euphie, sé que te sientes sola, ¿quieres jugar conmigo?» delante de una puerta cerrada a las 8.00 de la tarde. Inmediatamente miró la hora en su ordenador ya que su reloj iba atrasado un minuto y no quería adelantarse a la hora indicada en la historia. Eran las ocho menos cuarto de la tarde, tenía aun quince minutos y decidió ir a por algo de comer. A las 7.59 se levantó de la silla, cerró la puerta de su habitación y espero.

-Euphie, sé que te sientes sola, ¿quieres jugar conmigo?- dijo cuando fue la hora, pero no ocurrió nada.

Lina volvió a su vieja silla de ordenador y continuó buscando algo con lo que pudiera entretenerse, aunque esto no duró mucho, porque a las 8.10 exactamente oyó uno golpecitos en su puerta.

«¿Cómo es posible?» pensó «Papa y Mama salieron por su aniversario, no han podido volver tan pronto». El ser al otro lado de la puerta volvió a llamar. Lina asustada se levantó sin hacer ruido y se dirigió al lugar del cual venían los golpes. Tras pensarlo un par de veces, Lina abrió la puerta y casi suelta un grito al ver quien era el que estaba al otro lado.

Era una niña, extremadamente pálida, con el pelo rojo cayéndole en cascada alrededor de su lindo y espeluznante rostro. Sus parecía de color verde, pero era difícil saberlo con unas pupilas negras ocupando casi todo el iris.

-Tú-dijo la niña- Tú me llamaste, ¿cierto?

-Sí-contestó nerviosamente Lina- ¿Eres Euphie?

-Afirmativo, ¿cómo te llamas?- preguntó Euphie, con una sonrisa malévola.

-Lina.

-Muy bien Lina-continuó el fantasma-Al haberme llamado tienes la suerte de jugar conmigo a mi juego favorito, el escondite. Las reglas son claras, tú serás la que se esconda, y yo la que te busque. Si no te encuentro en menos de 30 minutos, tú ganas y podrás vivir tú vida.

-¿Que ocurre si pierdo?- preguntó Lina, aunque ya sabía la respuesta.

-Mueres- dijo Euphie, sonriendo aún más- Te doy un minuto para que salgas corriendo de aquí y encuentres un escondite, el juego empieza…¡Ya!

Lina salió de su casa lo más rápido que pudo. Eran las 8.15 pero no había nadie, absolutamente nadie en la calle. Lina atravesó todos los callejones que pudo para despistar un poco a la niña diabólica que iba tras ella. Aún tenía mucho tiempo y no se había visto al fantasma tras ella, pero lo sentía. Sentía la respiración innecesaria de Euphie en su cuello,los ojos que una vez fueron verdes e inocentes maldiciéndola con la mirada, sus dientes blancos mordiendo con toda la fuerza que esa niña pudiera tener su pierna derecha. Tras girar en una esquina la vio, no, le pareció que la veía, pero solo era un trozo de sábana blanca enganchada en un árbol. Después de tanto tiempo, Lina había conseguido al fin lo que tanto ansiaba, sentir miedo. Tener tanto miedo que cualquier cosa su mente lo transformaba en esos monstruos imaginarios de los que hablaban sus compañeros cuando tenía 3 años, de esos fantasma de los que había oído hablar en incontables historias, todo le parecía ahora la mismísima muerte.

Lina miró su reloj, las 8.30, tenía aún quince minutos más para encontrar el perfecto escondite. Se metió en una vieja calle llena de tiendas y abrió la puerta de una de ellas. Estaba abierta, pero nadie se encontraba en el interior. Examinó nerviosa todos los escondites posibles. Al final se decidió por un viejo armario con dos espejos en cada una de sus puertas. Se sentó dentro dentro y esperó. Imaginaba como Euphie aparecía entre las sombras del estrecho interior del armario y decía con una voz chillona «He ganado». Pero eso no era real, no, aún quedaba tiempo, 5 minutos más y todo abría acabado.

-Lina, sé que estas aquí- dijo Euphie 3 minutos después- Vamos, sal, puedo oír tus latidos.

Lina miraba nerviosamente su reloj, esperando que el número cinco apareciera al lado del cuatro en su reloj digital. 30 segundos más, solo 30 segundos más: 29..28..27..26..25..24..23..22..21..20..19..18..17…16….15….14…13…12…11..10…9…..8…7…6…..5…4…3….2….1…

-Gané- gritó Lina a la vez que salía del estrecho armario, con lagrimas en los ojos- ¡Lo he logrado!

-No-contestó la niña diabólica, riéndose de ella- Un minuto, ¿no pudiste aguantar un minuto? Enhorabuena, casi me ganas.

-No, no es posible- Lina se echaba hacía atrás, recordando que su reloj estaba atrasado un minuto, un minuto al que nunca le daba importancia-No es posible que valla a morir así.

-Y no vas a morir, bueno, no del todo- Euphie la abrazó a la vez que decía aquello- Yo me quedo con tu vida, y tú, con la mía. Seguirás este circulo maldito condenando a otra persona con la cual jugaras, como yo he hecho hoy contigo.

Y así termina la historia  ¿que cómo lo sé?, eso responde a la primera pregunta, porque yo soy Lina, ¿no me crees? Entonces simplemente di esto delante de una puerta cerrada a las 8.00 de la tarde y jugaré contigo:

                  Lina, sé que te sientes sola, ¿quieres jugar conmigo?

Creación propia

hauraly

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