Pesadilla (I)

…el Terror le presto alas a sus pies, y, como un vendaval, cruzó la puerta, rogándole a Dios olvidar lo que acababa de ver…

Pero ahí no había terminado.

Sólo acababa de comenzar…

La puerta se cerró como un trueno detrás de él, y fue devorada por la obscuridad.

Nuevamente fue presa del pánico cuando, al entrar, reconoció su antigua casa. Pero en lugar del hogar acogedor de sus recuerdos, la vio sumida en un ambiente tétrico y malévolo.

Flotaba en el aire una melodía perversa, como de fonógrafo, antigua y perturbadora, que sonaba feliz pero tenebrosa… Con la alegría del Demonio.

Una extraña neblina lo envolvía todo, con la pestilencia de la Muerte que lo acechaba desde los rincones.

Veía a su madre, y al resto de su familia, con aspecto cadavérico, con trozos de piel cayéndoseles a pedazos, los miembros enjutos y el rostro putrefacto, sonriéndole en una mueca descarnada, como diciendo “pronto te unirás a nosotros en este Infierno”…

Sonó de la nada una carcajada que lo llenó de espanto, y salió corriendo hacia su habitación, único lugar seguro –pensó-, y donde podría dar algo de paz a su atormentada mente, para planear la huida, antes de resignarse a sucumbir al horror del que acababa de escapar.

Una nueva sorpresa lo aguardaba… al entrar en su cuarto, se vio a sí mismo, recitando párrafos de aquel viejo Grimorio –¡maldito sea!- que Ella tanto le había suplicado que no leyera…

En su mano izquierda, el hacha aún sangrante con la que había cometido la barbarie.

A sus espaldas, el cadáver desmembrado y semi-devorado de su propia novia, ultrajada, asesinada y ofrecida en sacrificio a Inmundos y Antiguos Dioses cuyos Nombres Malditos deberían de haber permanecido en las Tierras del Olvido.

Aquel espectro maligno de su propia persona, ese odioso alter-ego infernal, volteó con una mirada y una sonrisa que le helaron las venas, diciendo únicamente: “Ellos tienen hambre… y… necesitan… alimentarse… de tu Alma”.

Sintiendo que sus piernas se derretían de pánico, intentó darse vuelta y escapar de aquel recinto demoníaco, cuna de todos los Pecados y Abominaciones imaginables…

¡Y corrió!

Corrió lo más que pudo… el Terror le presto alas a sus pies, y, como un vendaval, cruzó la puerta, rogándole a Dios olvidar lo que acababa de ver…

Pero ahí… no había terminado.

Sólo acababa… ¡de comenzar!

Creación propia, lo escribí hace algunos años, después de haber tenido esa misma pesadilla, y algunas más por el estilo.

Némesis

Soy un neurótico. Maníaco-depresivo, con tendencias homicidas y suicidas. Soy un incomprendido, un desadaptado social; una mosca en el pozole. Soy una pieza de ajedrez mal colocada en un tablero llamado 'México'... Un ciudadano inconforme.