Era una noche fría y algo inquietante como todas, no sabía que pensar o que hacer; no tenía muchas alternativas… Él estaba allí, como siempre, detrás de la vieja puerta de roble, esperando que lo dejase entrar. Pero yo no era capaz, no, no podría dejar entrar a aquel que ha hecho de mis noches una pesadilla, no solo las noches, si no las veinticuatro horas del día. Aun así él estaba allí, al otro lado esperando pacientemente a que yo fuera hacia él, sabía que de algún modo hallaría la manera de convencerme, pues sabía que yo no era tan fuerte como lo aparentaba ser… Sabía todo de mí, siempre estaba allí; sabia mis miedos, mis alegrías, mis tristezas; todo, absolutamente todo lo sabía de mí. Como no conocerme, si desde recién empezando el año que compre esa misteriosa casa esa puerta estaba ahí dando con el ático, él estaba allí, observándome a través de las pequeñas hendijas de esa rustica puerta.Yo no podía mirarlo, pero sentía su mirada penetrante en mí, ya eran meses, un año, que lidiaba con él, claro, la curiosidad me mataba, pero la debilidad en mí no dejaba que fuera detrás de esa puerta.
Ya no soportaba más, tantas noches de insomnio, tantas pastillas para dormir me estaban matando; quizás me estaba volviendo un poco esquizofrénica, tal vez era una simple puerta que daba a un simple ático, pero no, yo sabía que detrás de ella él estaba allí.
Pasaba horas, noches enteras, observando esa perturbadora puerta, tratando de convencer a miedo a que se hiciera fuerte y poder abrirla y mirar quién había estado ahí durante tanto tiempo… Saber que quería, la razón por la cual no dejaba de mirarme e interrumpía mis sueños.
Hasta que una noche; cansada y bastante estresada, con los músculos temblorosos, decidí abrir la puerta… Con mis manos sudando frio, se me hizo difícil por unos segundos abrirla, ya que el sudor hacia que se resbalara la palma de mi mano con el llavín de la puerta. Pasando unos treinta segundos pude abrirla… Estaba muy oscuro, no se lograba distinguir bien las cosas, sentía telarañas en mi cara; luego me adentre un poco más a la habitación del ático; hasta que allí estaba…
Era una sombra, muy parecida a la de un humano, sin embargo, yo sabía que no era algo humano; era una figura alta, delgada, ojos brillantes de un color muy parecido al rojo, no un rojo normal, un rojo sangre, y sin un brazo, pero el único que tenía era demasiado largo; me fui acercando lentamente hacia él, mi corazón estaba a tal punto que sentía que se iba a salir de mi pecho.
Al estar unos metros cerca de él, con voz temblorosa le dije:-¿Quién eres y que quieres de mí?-
Se empezó a acercar a mí, tan rápidamente que solo sentí un viento frio por todo mi cuerpo y un ligero susurro en mi oído que me dijo: ”Esperaba por tí, ahora sigues”.
Han pasado varios años; y sigo aquí. Hace mucho tiempo nadie me visita, solo observo esa niña que se queda frente a la puerta, tratando de entrar, sin embargo, no lo hace.
No la dejo dormir por las noches, espero el momento en que ella gire el llavín de la puerta; y así susurrarle: “Tú sigues”. Y así poder yo descansar en paz por primera vez.
3 comentarios
se van pasando el trabajo de persona a persona para ser el monstruo del armario O:
Exacto(:
Por autor de la entrada
me olvidaba de dejar mi opinión..
La verdad me gustó mucho no solo por la originalidad, si no por que supiste resaltar y sacarle jugo en el relato a ese típico miedo que todos tenemos en la obscuridad de nuestra habitación. 5/5 ;D