La Mujer de la ruta 45A


Era una noche normal, como cualquier otra en mi trabajo de paramédico, atendimos una o dos emergencias, nada complicado, hasta que a eso de las 3:50 a.m. fuimos llamados por un aparatoso accidente en la ruta 45A, no me extraño el lugar, era una carretera que atravesaba unas montañas, por lo tanto es muy peligrosa, tan pronto llegamos era evidente, un camionero se había quedado dormido y había caído a un abismo, tardamos un poco pero logramos llegar hasta el fondo, entre fuego y partes del vehículo, logre ver a un hombre arrastrándose, como si huyera de alguien, cuando me acerque se alegro de que estuviéramos ahí, lo montamos en la camilla de emergencia ligera, y lo subimos a la ambulancia; el estaba muy consciente, a pesar de todos sus moretones y fracturas, no parecía peligrar, de camino al hospital, empecé a preguntarle acerca de el, para descartar una contusión cerebral, pero el solo me respondía “ella viene por mi”, le pregunte que quien era ella, pensó unos segundos y termino contándome todo.

-“Yo soy conductor desde los 15 años, mi padre me enseño y yo seguí con esto como mi trabajo, el único problema que tiene una persona como yo es lidiar con el sueño cuando tienes una ruta larga, pero es algo que con costumbre aprendes a manejar, hoy era el caso, traía un cargamento de materiales para construcción, y tenía que entregarlo al otro día, por lo tanto me había planteado manejar toda la noche, ya que iba tan solo por mitad de camino…”

Hizo una pausa mientras asimilaba todo lo sucedido, hasta ahora yo no tenía ni la más mínima idea de que lo que había sucedido seguía concentrado en hacer mi trabajo y en mantener al conductor despierto y hablando, le pedí que me siguiera narrando.

-“Había notado que era una noche muy oscura, por esta época es normal que la luna ilumine bastante el camino, pero esta noche no, no había rastro de ella, había oscuridad absoluta, pero igual no le di importancia, debía llegar a tiempo, y aproveche que no había ningún vehículo para ir más rápido, después de unos minutos lo note, estaba totalmente solo, no me asuste pero me parecía muy extraño; con tanta soledad era difícil que el sueño no empezara a apoderarse pronto de mi, como me sentía cansado busque un poco de café en mi tarro pero estaba vacío, pensé que sería una noche larga y dura, continúe normal hasta que en una parte recta, vi algo junto a la carretera, más bien alguien, entre más me acercaba mas se podía distinguir, era una mujer, de vestido rojo, pelo largo; levanto su brazo, en señal de pedir un aventón, yo inmediatamente me detuve y la deje subir, sin saber que estaba dejando subir a mi propia muerte; era una mujer muy hermosa, ojos claros, cabello castaño, piel morena, pero con una sonrisa diferente a las demás, su sonrisa era como si disfrutara algún hecho malévolo, no le preste mucha atención, así que le hable, le pregunte su nombre, pero no me respondió, le hice más preguntas, incluso la de por qué no hablaba, me quede callado unos segundos, y al final decido hablar, me dijo que si me había despedido de Ana, ¡Ana es mi esposa!, no sé cómo podría saberlo, pero se veía muy segura, le pregunte que como lo sabía, pero no dijo nada, solo volvió a preguntar, y le dije sí; luego guardo silencio, yo quede muy asustado, no me atreví a mirarla más, todo lo que estaba pasando era muy raro, empezaba a salir del sueño y me daba cuenta de algo, por esa zona no vive ninguna persona, por lo menos a 50 kilómetros alrededor, y que no había ningún auto averiado, ¿quién era la persona a la que llevaba?, me pregunte, me gire para darle un vistazo de nuevo, pero ya no estaba, iba solo en la cabina, me asuste demasiado, no lo podía creer, ¿que se había hecho ella?, no dejaba de mirar el asiento de al lado, pensando en que paso, cuando mire la carretera, ella estaba afuera del camión, en el parabrisas, mirándome, pero ya no era una mujer hermosa, solo podía ver sus huesos y carne a medio descomponer; quede paralizado, ella me dijo que iba a morir, pero se escuchaban varias voces al unisonó, en ese momento reaccione y di un giro brusco al volante, tratando de liberarme de ella, pero lo que hice fue lanzarme a un abismo, ya en el fondo, logre salir como pude del vehículo, tarde por lo menos una hora en hacerlo, para mi sorpresa vivo, me sentí a salvo a pesar de estar malherido y aun al borde de la muerte, pero no me había librado aun, escuche una carcajada enorme, era ella, estaba frente a mí, me miro y me señalo con su dedo, y decía “ te voy a matar”, una y otra vez; yo empecé a arrastrarme hacia atrás como pude, sentí que era el final me di por muerto, hasta que vi entre el accidente, que se acercaba alguien, eran ustedes los paramédicos, y cuando mire hacia ella, ya no estaba.”

No sabía que pensar, si creerle al conductor, o creer en una teoría menos fantasiosa; mientras estaba en silencio, note que el hombre de la camilla señalaba hacia la ventanilla trasera, con una cara de pánico, al girarme ahí estaba ella, la mujer de la cual me había contado; quede aterrorizado, era horrible, en verdad un esqueleto demoniaco, me gire a ver al hombre, y quede aun mas atemorizado, cuando vi que el conductor tenía una abertura enorme en el tronco, y salían todos sus intestinos, en efecto estaba muerto, y fue a causa de la mujer, me gire para verla a ella, pero no estaba, solo había un texto escrito con sangre en la ventanilla, decía : “sigues tu”.
Hoy me encuentro en la cárcel, aquella madrugada, al oír tanto alarido, el conductor de la ambulancia se detuvo a mirar que había pasado, en la parte trasera solo estábamos el conductor y yo, y al verlo asesinado de tal manera, solo pensó una cosa; llamo a la policía y fui culpado de asesinato; me quedan 40 años aún, me siento más seguro aquí, pero aun temo ser el siguiente.

“Si algún día pasas por la ruta 45A después de la media noche, es probable que te encuentres una mujer muy hermosa vestida de rojo, piénsalo 2 veces antes de llevarla.”

Propia

Javier Galvis

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