La Asesina

-La vida nos da suficiente tiempo para creernos inmortales, pero no lo suficiente para demostrarlo-, pensó. Una carcajada con un desliz de locura se le escapo, casi inconscientemente, de su boca. Miro su cuchillo de carnicero, antes lustroso y ahora cubierto de sangre, y suspiró… -supongo que ahora lo tendré que lavar de nuevo-.

La casa estaba silenciosa… Oscar yacía en el suelo, cubierto de sangre. Ella se preguntaba adonde estaría el resto. Era curioso, como habían terminado las cosas… -dicen que todo lo que va, vuelve, verdad?- No era misterio, de echo, ella disfrutaba del hecho que aquel que había matado era su padre…

Por mucho tiempo soporto sus golpes, sus gritos, su interminable ira que amanecía mas fuerte cuando todo estaba quieto… por mucho tiempo soporto que la gente a su alrededor lo supiera, y se quedara en silencio. Esperando que todo se solucionara solo, o, simplemente, negando la verdad mas obvia, forzosamente eliminando las imágenes de su cabeza. Sabiendo, muy en sus adentros, que debían dejar su cobardía para salvar a aquella que sufría.
Sofía se había encargado de cada uno de ellos, sumergiéndolos en agonía, descargando años de dolor, de desesperación y, sobretodo, de decepción. Había aprendido que ante el miedo, la gente no piensa dos veces en salvar su propio pellejo, incluso cuando ese miedo es virtual, y las consecuencias, inexistentes.

Desde los trece años, ella soñaba con ese momento. Escribiendo historias de asesinato para aliviar sus fantasías. Ya a los veinte, luego de mucho trabajo… lo había logrado. Una lágrima de emoción se deslizo sobre su piel. Su padre ahora no era nada mas que un extraño puré de huesos, carne y grasa. Por más que quisiera, no podía dejar el «cuerpo» allí, era demasiado riesgoso. Luego de largas horas de limpieza, entró a la bañadera y limpio su traje -parecido al que usan los trabajadores de las plantas nucleares- para luego escabullirse a su auto. Mientras se alejaba, echo un último vistazo a su casa de la infancia por el espejo retrovisor. Una invisible sonrisa se le dibujo en su rostro… todo había terminado.

Pero había algo que la molestaba… nadie había entrado a la casa, no había necesitado hacer ningún trabajo extra, como usualmente. Aunque con mucho esfuerzo había intentado justificar lo que había pasado, no podía encontrarle otra explicación excepto… Al llegar a aquella conclusión, trago con fuerza -excepto que todo hubiera sido una trampa- .

Miró hacia atrás… era él…. – PERO COMO?!- no alcanzó a terminar la frase, Hugo ya la había desmayado con cloroformo y tomado el volante

Creación propia de una historia que podría pasar, si alguna vez me animo

Sofia

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