Juego inocente.

Siempre van a existir cosas en este mundo que escapan a nuestra comprensión, cosas que quizás solo debemos ignorar aunque alguno de nuestros sentidos digan lo contrario, hay cosas que simplemente no tenemos que saber, es así de simple, nosotros hacemos nuestras vidas ignorando estas cosas y todo estará bien, o por lo menos así deseamos que sea.

En este mundo hay infinidad de secretos, muchas cosas que desconocemos y seguramente no llegaremos a conocer, ¿Pero qué pasa cuando uno que otro curioso quiere saber más de las cosas “invisibles” que nos rodean?. Déjenme contarles una historia, si creen en ella o no, es su problema, yo solo voy a cumplir en relatarla.

En un pueblo pequeño de un país que no recuerdo hubo una vez una gran conmoción por cierto “juego” que estaba de moda en esos tiempos e incluso el día de hoy sigue estándolo. Hablo de la tan famosa Ouija. Bueno, el pueblo era tan pequeño que tan solo había una esuela, pero no voy a entrar en detalles, tan solo voy a hablar de un grupo de estudiantes de aquella escuela. Eran jóvenes que su edad bordeaba aproximadamente entre 15-16 años. Uno de ellos en especial fue el que impulso todo, viendo un programa en la tv salio aquella tabla ouija, el joven quedo fascinado luego de saber de que se trataba y lo comento al día siguiente a su grupo de amigos, haciendo que estos se emocionaran con la idea de jugar esto, pero era un pueblo pequeño después de todo muchas cosas no habían ni llegaban allí. En fin, esto tampoco fue mucho problema ya que entre todos fabricaron una tabla casera.

Pasaron días desde que los jóvenes habían fabricado la tabla pero a saber porque razón –Me la pregunto yo también-, no quisieron usar la tabla hasta pasado una semana. Creo si no mal recuerdo lo que escuche, que era un día jueves, obviamente para el ambiente lo hicieron de noche y lo hicieron en la escuela. Aclaro que los jóvenes no conocían los riesgos de aquel objeto, aunque fuese casero no se debe jugar con cosas de ese tipo, más aún porque esa tabla también es conocida por condenar a muchos de los que juegan a vidas de horrores y sufrimiento por ser un portal de espíritus malignos. Buen, ahora que recuerdo, eran cinco jóvenes los que conformaban el grupo ¡Milagro que lo recordé con mi memoria!. La cosa es que esa noche por fin se habían decididos jugarlo, era una noche perfecta, pusieron en una de la aulas muchas velas alrededor de un circulo conformado por ellos cinco en medio del aula, todos estaban tan nerviosos que se reían solos, se miraban el uno al otro allí sentados con el tablero en medio, pasaron minutos antes que uno de ellos tomara la iniciativa, siguiéndolos los otros como era correspondiente.

Comenzaron el juego y no creo que deba explicar en que consiste algo así, la cosa es que hicieron preguntas típicas y da igual cuales fueron estas y las respuestas a las misma. Todos al final de que terminaron aquella sesión quedaron con una extraña sensación, sin embargo, no fue la única oportunidad que hicieron aquello, sin que nadie se enterara, para ser exacto, fueron siete noches seguidas, lo hacían como si fuese una especie de ritual. En la escuela se reían al mirarse, sabían que eran cómplices de aquel juego que inocentemente disfrutaban. Luego de la séptima noche la sensación extraña con la que siempre quedaban se hizo mucho más fuerte, todos se miraron y supieron de inmediato que todos estaban sintiendo lo mismo, un extraño escalofrío les recorrió exactamente a los cinco, a estas alturas ya todo rastro de diversión se había esfumado, sus rostro solo reflejaban cierta angustia pero ninguno se movía luego de aquel escalofrío.

-D-deberíamos irnos ya- Dijo uno de ellos luego de unos minutos pero bastaron segundos para que sintieron como suavemente la puerta se abría, mirando todos en dirección a ella pero no había nada, rieron nerviosos pensando que había sido el viento pero pasaron tan solo segundos más para que la puerta se cerrara con fuerza, más de uno dio un salto por esto. Ya la angustia se había convertido en miedo y no era de extrañar. Cada uno se levanto rápidamente pero apenas el primero dio un paso las velas se apagaron. –N-no es p-para nada gracioso…-Apenas dijo una de las jóvenes en un susurro, aferrándose a uno de los jóvenes que a pesar que no veía, sabia que tenia a su lado. Minutos pasaron en completo silencio hasta que la misma joven que había hablado antes volvió a hablar. –¿T-tomas?- Estaba nerviosa, se le notaba. -¿Qué pasa?- Contesto el joven, esperando respuesta. –E- estas frío…-Se aferraba más a su brazo, buscando el calor ajeno pero como había mencionado, lo sentía frío. -Debe ser porque estoy junto a la ventana, esta abierta un poco- Cuando el joven dijo eso, a la joven se le erizo la piel, estaba completamente helada y soltó lo que fuese que abrazaba, como pudo dio un grito ensordecedor y salio del aula con lagrimas en los ojos, mientras corría empezó a escuchar uno tras otros gritos de dolor y agonía, no lo sabia ella aún pero todos esos juegos habían dado la oportunidad de que muchos espíritus malignos se reunieran en torno a los cinco y en esa noche todos se habían reunido tan solo en un ente que había dado final a cuatro de los cinco jóvenes.

La chica investigo el tema de la ouija luego de recuperarse de una depresión enorme, no dijo los detalles de que había ocurrido esa fatídica noche, la tildarían de loca pensó. La chica se había cambiado de ciudad ya que la escuela había cerrado por aquel trágico incidente el cual solo dijeron que había sido un brutal homicidio por algún criminal, sin embargo, la joven sabia ahora lo que realmente había pasado.

Luego de todos esos meses no había ocurrido absolutamente nada fuera de lo normal hasta cierta noche, la chica dormía placida pero comenzaba a escuchar ruidos extraños bajo su cama, por miedo intento ignorar aquello, no quería mirar y lo peor es que ese día estaba sola en casa. Los ruidos cesaron luego de unos minutos pero luego empezó a escuchar miles de voces en forma de susurros, se puso a llorar rogando que pararan pero no lo hacían, sentía que su cabeza iba a estallar pero se detuvieron, sin embargo al momento de parar sintió comos dos largos brazos le abrazaban, no dijo absolutamente, no le salía el habla, por sus mejillas caían lagrimas, cerró los ojos, sabia que hiciera lo que hiciera este iba a ser su final, después de todo, ¿Como olvidar el frío de esos brazos?.

Creación propia.

Eliott

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