Ilusión en el vuelo 19

Cerré mi maleta, lo poco que pude sacar anoche ocupaba muy poco espacio en la gran maleta, de todas maneras me será útil para guardar más a lo largo del recorrido. Lo único que llevaba en ese momento era mi cartera con unos cuantos billetes de poco valor dentro de ella, mis identificaciones, mis licencias, mis tarjetas del banco. Sinceramente no sé por qué sigo pensando en eso, como si tuviera alguna importancia después de lo que paso. Me da miedo sacar el celular, me da miedo ver sus mensajes o sus llamadas, me siento tan decepcionado de mí, que por más que la ame, que por más que la curiosidad sea fuerte, no lo sacare para nada, no por ahora. Baje a la recepción del hotel, no podía ocultar todo mi desvelo de anoche, no podía ocultar mi tristeza, tan mal me veía que en el elevador una señora se me había quedado viendo por un minuto, y antes de poderle decir que lo dejara de hacer me pregunto si me encontraba bien, a lo que solo respondí: “Descuide, solo tuve una mal noche”.

Pedí un taxi, me subí a él, no tuve ni siquiera la oportunidad de ver a la persona que lo conducía solo le pedí que me llevara al aeropuerto. Con mi mirada viendo al suelo solo escuche a un señor intentando hacerme la plática, con su voz me dio a entender que también noto mi preocupación y solo intentaba saber por lo que pasaba e intentar mejorar la situación si podía. Era un largo camino por lo que le platique que había pasado anoche.

Con mucho dolor, un sentimiento que no me dejaba respirar y una lágrima por salir de mi ojo le dije:

“Anoche tuve una pelea con mi novia, el problema llevaba meses y ella y yo sabíamos que nuestra relación simplemente no podía continuar, pero no teníamos el valor de dejar ir a la otra persona, por mucho que fueran los celos o el enojo que nos rodeaba en ese momento, muy en el fondo yo la seguía amando, así como sé que ella también lo hacía. El punto es que no podía aguantar en ese ambiente pesado de tensión y enojo, por lo que solo le dije que me iría lejos, que necesitaba pensar las cosas, que necesitaba estar un rato lejos de ella. Lo último que vi fue como agarro mis cosas, con furia las metió en una maleta y llorando me gritó que me fuera de su casa y que no pensara volver por un largo tiempo. Pedí un taxi, y en el camino compre unos boletos de avión a una ciudad a 3 horas de vuelo de aquí, no me moleste ni ver a donde iban, solo quería irme lejos de ahí, alejarme de todo e intentar olvidarlo. El vuelo salía a una hora favorable para que yo pudiera descansar un tiempo en un hotel y poder llegar al aeropuerto sin problemas.”

El sentimiento que tenía ese momento ya no lo podía retener, e inmediatamente solté en llanto, repitiendo una y otra vez la frase “¿Por qué?”. Al conductor parecía que solo quería cumplir con su trabajo y no dijo nada más durante el camino al aeropuerto. En ese momento no pensaba en otra cosa que no fuera ella, cada momento que pasamos, cada muestra de afecto que nos habíamos dado, todo como una película, hasta llegar a la parte más dolorosa que fue la discusión de anoche. Paso un tiempo el conductor del taxi me aviso que ya habíamos llegado. Levante mi rostro, con la vista borrosa y con un dolor en el cuello por la postura que llevaba en el camino pude observar la entrada al aeropuerto, la entrada 4C. Después de observar un rato mi entorno, le pregunte cuanto le debía por el servicio, sin voltearme a ver, solo mirando su silueta negra y extraña que se daba gracias al efecto de la luz de los faroles sobre el taxi me dijo:

“Créame le he hecho un gran favor, no me debe nada”

Me extrañe de su respuesta, le insistía que debía de pagarle el servicio, parecía no escucharme, solo se bajó del taxi, abrió la cajuela, saco mi maleta y abrió la puerta del copiloto, en donde yo me encontraba. Lo más extraño de esto es que no podía distinguir su cara, solo sus facciones que se daban a conocer gracias a las luces que nos rodeaban, como si ocultara su rostro de una luz que lo reflejara y lo diera a conocer ante mí. Tome mi maleta y continúe mi camino hacia adentro de la sala. Sé que me vi grosero al dejar al conductor así nomás, pero la verdad su actitud misteriosa me estaba asustando y no pensaba quedarme más tiempo con él, puesto que mi vuelo salía en poco tiempo, aproximadamente 15 minutos, por lo que tenía que hacer el “Check-in” para poder registrar mis pertenencias y subir al avión. Hasta este punto mi preocupación por mi novia había descendido, y como no iba a hacerlo después de que desahogue todos mis sentimientos en lágrimas. Ya no era un sentimiento de preocupación o arrepentimiento, más bien empezaba a nacer un sentimiento de orgullo, como si lo que hice anoche hubiera sido lo correcto. Caminaba analizando los sentimientos que transcurrían dentro de mí que no me percaté de que algo no estaba bien en el aeropuerto. Me detuve por un segundo para confirmar mi sensación que me daba mala espina, el aeropuerto estaba totalmente solo, la única entrada que permitía el acceso y salida de las personas era la 4C, por donde yo había entrado a la sala. Para mi sorpresa todos los establecimientos de comida rápida, restaurantes y puestos donde se podían comprar recuerdos, estaban cerrados. Revisé mi reloj, eran las 9:35a.m. Y si mi memoria no fallaba era la hora cuando, se supone, debería haber una buena cantidad de gente, de las personas que toman vuelos de trabajo, hasta las personas que salen a vacacionar y todavía con más razón, ¡era Sábado!

Continúe caminando, no sé por qué empecé a hacerlo cautelosamente, en sentido de que no quería perturbar el silencio ahogado de la sala donde me encontraba. Era en parte entretenido el caminar cauteloso, era como ocultarme de algo o de alguien, ser invisible por unos segundos, era una idea divertida y mantuvo fuera de mi mente aquella montaña rusa de emociones que no podía definir mi estado de ánimo. Revise mis boletos de avión, como no olvidar el vuelo 19, aquel que durante un principio vi como un escape, el dejar todo atrás un rato para pensar las cosas, eso representaba mi boleto. Donde debía de hacer el “Check-in” no quedaba lejos, aun así apresure el paso, olvidando por completo mi tonto juego de ser cauteloso, el vuelo salía en 10 minutos. Literalmente corrí, me sentí libre por el gran espacio vació de mi alrededor, entonces llegue a donde se hace el “Check-in”. La persona que atendía era una mujer, y al verla de lejos parecía una máquina, mirando a la nada esperando por mí, ni aun con mi alboroto al correr esa persona volteó a verme, solo lo hizo al saludarle y poner la maleta en la báscula junto a la caja. De inmediato hice esto ella sonrió, volteó hacía mí, después volteó a una computadora, tecleaba al mismo tiempo que me pidió mis boletos, los tomó, los observó, de nuevo fijo su vista al monitor de la computadora. Con algo de curiosidad por los sucesos que me habían pasado desde que llegue al aeropuerto, le pregunte:

¿Usted no sabrá de casualidad por que no se encuentra nadie en el aeropuerto?

Soltó una carcajada y solo me dijo al mismo tiempo que me regresaba mis boletos.

“Créame, no se debe de preocupar, muchos podrían llegar a pensar que un día sábado como este y a esta hora de la mañana, sería raro no ver a nadie, pero es normal cuando no son épocas  de vacaciones o donde la gente no acostumbra a salir en avión.”

Tomé mis boletos mientras tenía una mirada de sospecha puesta sobre la mujer, no paraba de sonreír y me deseaba que tuviera un buen vuelo. Es raro, pero la respuesta de esa mujer no tranquilizo mis dudas de que algo no estaba bien en ese aeropuerto, aunque mi criterio y mi sentido común decían que no tenía que preocuparme de nada, puesto que aunque fuera algo extraño el no ver a ninguna persona a esas horas, eso no me afectaba, pero aun así, muy en el fondo me dio mala espina. Llegue a la compuerta que me llevaría al avión, le entregue mis boletos a la persona que atendía en la caja antes de la compuerta, los miró, me miró de nuevo a mí, rompió la mitad, se quedó con ella y la otra mitad me la entregó. Me deseo un muy buen vuelo, con la misma y extraña sonrisa de la mujer del “Check-in” como si fueran la misma persona. Al caminar hacia el avión me detuve recordando a mi novia, y de nuevo empezó a nacer un sentimiento fuerte de preocupación, algo que me decía que no subiera a ese avión, como si su dulce voz, aquella que tanto la caracterizaba me dijera que me arrepentiría si tomaba ese vuelo. Mi imaginación estaba desenfrenada en ese momento y a pesar de aquel sentimiento fuerte que nacía, opuse resistencia y subía al avión.

Mi preocupación termino cuando vi la cabina del avión, muchas personas, adultos, jóvenes, niños, mujeres, todos ellos sentados, esperando que el avión despegara. Suspire aliviado, tome mis boletos y vi el asiento que me tocaba, el F24. Al llegar me di cuenta de que este asiento daba a la ventanilla, me gustó mucho la idea de que podría ver el paisaje al despegar. Los asientos estaban puestos de 3 en 3 por cada lado del pasillo, me sorprendió que no hubiera nadie al lado mío, pero al mismo tiempo me gusto, estaría solo durante todo el vuelo.

El avión comenzó a moverse, posicionándose en la pista más larga para despegar. El piloto daba las típicas instrucciones de seguridad que incluían las salidas de emergencia, los cinturones y las mascarillas que brindarían de oxígeno a las personas en caso de que hubiera un desprendimiento de la cabina. No le puse mucha atención, estaba tan acostumbrado a viajar en avión que ya me las sabía de memoria. Pero olvido mencionar algo muy importante en las instrucciones, olvido pedirles a los pasajeros que apagaran sus teléfonos y aparatos de radiocomunicación. En mis vuelos anteriores recordaba que al final de que el piloto daba las instrucciones de seguridad, las personas a bordo sacaban todos sus aparatos y los apagaban, en este vuelo parecía ser la primera vez que no lo vería, y al ver que nadie lo hacía yo tampoco me moleste tan siquiera en sacarlo. Ahora que lo pienso, no lo he sacado en todo el día, y todo porque no tenía el valor de ver si ella me había mandado mensajes o me había marcado en la madrugada. Ya más tranquilo y decidido, saque el celular, cerré los ojos y lo detuve en mi mano en donde pudiera ver la pantalla, los abrí. Al abrirlos una sensación de emoción repentina recorrió mi cuerpo, para después convertirse en una desilusión. No había una sola llamada o mensaje de ella, yo sabía que siempre, cada vez que discutíamos ella era la primera en enviar mensajes o en llamar, pero la razón que creo es más obvia para explicar que esta vez no me envió ningún mensaje es el hecho de que la pelea de anoche pudo marcar el final del sentimiento que nos unía. Empecé a llorar, entre al buzón de voz para revisar mensajes pasados, todos ellos incitaban a que mi llanto fuera más fuerte, aunque lloraba en silencio mirando por la ventanilla, para no llamar la atención de otras personas. De nuevo los recuerdos me bombardeaban, me hacían sentirme mal, tanto así que era capaz de salir del avión y correr a su casa para pedirle perdón por todo, pero era demasiado tarde, el avión había despegado. Hasta ese momento nunca me había sentido tan arrepentido de hacer algo, me sentía terrible, lloraba sin que nada me pudiera consolarme, sabiendo que lo había perdido todo, todo lo que amaba, todo por lo que todos los días me levantaba con ansias y alegría. Sabía que había llegado demasiado lejos, por lo que no dude ni un segundo, tomé mi celular, entre a la parte donde se escribe para mandar mensajes, busque su contacto y le envié el primer mensaje, escrito con mucho arrepentimiento y dolor:

“Querida, por favor perdóname, no quise portarme tan grosero anoche, he cometido muchos errores, por los que me arrepiento, pero lo que acabo de hacer no tiene nombre. En este momento estoy en el avión del vuelo 19, no sé a qué parte va, nunca me intereso, me sentía tan mal anoche que solo quería alejarme, por favor perdóname.”

El mensaje se envió, no podía parar de llorar, no podía hacer otra cosa en ese momento, nada más que mirar hacia lo que estaba afuera de la ventanilla, y lo que se encontraba alrededor de mi asiento. Nada más que pensar y reflexionar todas las cosas que había hecho mal y que no podía corregir, todo estaba perdido para mí. Pasaba el tiempo, escuchaba el motor del avión, y la voz de algunas personas, estaba en una ilusión, de la cual no podía salir. Recuerdo cuando la tomaba de la mano, cuando le dedicaba canciones, cuando pasábamos tiempos juntos, empecé a recordar todo, todo lo hermoso que había vivido con ella, todo era perfecto, hasta en mis pensamientos disfrutaba y anhelaba cada experiencia con ella.

De pronto, algo me sacó de aquella ilusión, un fuerte movimiento que hizo que me golpeara con la pared junto a mi asiento, el movimiento hizo que una persona gritara y que un niño soltara en llanto, como si hubiera estado dormido y el movimiento lo hubiera sacado de sus sueños, algo parecido a lo que me pasó a mí. El piloto en la cabina empezó a hablar, diciéndole a los pasajeros que solo era una turbulencia, que no había de que preocuparse. Me asomé por la ventanilla, el clima era terrible, estábamos en medio de nubes color gris, no podía verse nada a lo lejos, solo agua condensada, nubes grises que daban a entender que eran de tormenta. Me preocupe por esto, era un sensación patética, después de todo, solo fue una turbulencia, ¿o no fue así?

Hasta ese momento todo era confuso, nada tenía sentido, desde que llegue al aeropuerto la serie de eventos simplemente me da a entender una cosa, es obvio lo que va a pasar, si ¿cómo no pude verlo antes? La persona que conducía el taxi, tan misteriosa que nunca vi su rostro con claridad, la persona que se encontraba en la caja donde se hacia el “Check-in” su sonrisa tan falsa, tan fingida, tan misteriosa. Parecía un sueño, una ilusión, me estaba volviendo completamente loco, parece que exagero pero no, todo, desde lo que pasó anoche, el único vuelo disponible a horas inhábiles donde no hubiera nadie. Dicen que cuando estas a punto de llegar a tu final, sientes la gran necesidad de despedirte de toda la gente que conoces. Ahora se a que se referían…

Saqué mi celular, como era de esperarse no tenía mensajes de ella, pero aun así decidí  escribirle lo siguiente:

“Amor, durante todo este tiempo que he estado contigo, jamás me había sentido más feliz, contigo he pasado las mejores experiencias de mi vida, las recuerdo como si aún las sintiera, como si aún las viviera. Para mi tu eres perfecta, tu siempre fuiste a la mujer que busque para ser feliz por siempre. Llegaste a mi vida como la mayor bendición que el cielo pudo mandarme. Ahora te deseo lo mejor en tu vida, sé que yo no soy el hombre que tu buscabas, se mis defectos, sé que solo te hago daño, tu mereces algo mejor que yo, piensa ahora solo en ti, en tu felicidad, te amo…”

Envié el mensaje, baje la vista hacia el suelo, apreté los parpados de mis ojos, el único sentido que podía darme a conocer mi entorno, en ese entonces, era el oído. Ahora escucho gritos, escucho como se desprende metal a mí alrededor, explosiones, sensaciones de calor, la sensación de estar cayendo con una inclinación de 75 grados, para que después todo se volviera silencio, y todo se volviera más negro de lo que ya estaba…

_

2 meses después de que la novia de la persona que narraba esta historia revisara los mensajes y nadie supiera de su paradero, decidió reportarlo a la policía. La policía llego a su casa, toco la puerta, ella la abrió para después invitarlos a pasar a la sala.

“Dígame ¿desde cuándo no saben nada de él?”- le pregunto un policía.

“Desde hace 2 meses exactamente, ninguno de sus amigos o familiares, o yo, sabe dónde está”- le contesto preocupada.

“Usted dijo al reportar la desaparición que le había mandado unos mensajes un día después de la última vez que se le vio ¿podría decirnos que contenían los mensajes?”- dijo el otro policía.

Ella comenzó a llorar, puso sus manos sobre su rostro, el ambiente se puso tenso y después de lo que parecía un silencio eterno, sin quitarse las manos de su rostro y sin parar de sollozar dijo:

“Me envió mensajes pidiéndome perdón por la pelea que tuvimos, parecía muy arrepentido, luego me envió un mensaje donde me decía cuanto me amaba, pero a la vez parecía que se estaba despidiendo, también recuerdo que hablo de haber tomado el vuelo 19…”

Los policías se miraron extrañados, cuando ella puso su vista de nuevo al frente y pudo mirar lo extrañados que estaban les pregunto qué sucedía, uno de ellos se levantó y en un tono de preocupación le dijo:

“Mire eso no tiene sentido”

“¿Por qué?”- pregunto extrañada la chica.

“Hace 5 años un avión, registrado con el número de vuelo 19 que partía de esta ciudad tuvo un accidente, cayendo en una carretera a unos 30 minutos de aquí y desde ese día ningún vuelo se ha registrado con el número 19.”

La chica se levantó, afirmaba que era el vuelo 19, extrañaba tanto a su novio que le insistía una y otra vez a los policías que lo fueran a buscar donde había caído el avión del vuelo 19 hace 5 años. Después de numerosas visitas a la comisaría y al departamento de policía, fue enviada una patrulla al lugar del accidente. La carretera estaba cerrada y se había construido una desviación. La policía entra, inspecciona el lugar durante horas. De pronto uno grita haber encontrado algo. Todo el equipo de policías va con él, solo para ver un celular con un mensaje a punto de enviarse al número de la chica que reporto la desaparición de su novio:

“Amor lamento el haberte alertado con mis mensajes, no te preocupes más por mí, sé que soné exagerado, pero ahora estoy bien, ya he llegado a mi destino con los demás pasajeros del vuelo 19…”

Creación propia

Warman

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