Goteos y Agujas

Hace aproximadamente dos semanas, decidí que quería unas cabezas de tecnopor para sostener mis sombreros. Al principio por falta de dinero, solo pude comprar dos. Los lleve a casa y los puse en mi escritorio, coloque los sombreros en ellos, pero se veían demasiado simples, demasiado comunes; así que decidí a hacerle unos arreglos.

Decoré el primero con bolas de ping-pong. Me gustó, lo llame Agujas, por las agujas que le sobresalían de los labios. Lo hice de modo que sus ojos se movieran en todas direcciones para que parezca más vivo. Vaya que funcionó. Un par de días después de hacer a Agujas, decidí decorar al otro, lo llamé Goteos, por el tinte que salía de su boca y ojos. Les agarré cariño, era como tener hijos, lamentaría más adelante haberme encariñado y hacer esa analogía.

Una mañana desperté y noté que algo andaba mal. Las cabezas estaban todo el tiempo en mi escritorio, pero grande fue mi sorpresa cuando encontré a Agujas sobre mi mesa de noche mirándome directamente a los ojos.

»¿Cómo estás papi?, tu hijo quiere estar cerca de ti»

No recordaba haberlo cambiado de posición desde que lo hice. Él estaba en un lugar distinto al que ahora tenía.

No creo en fantasmas. Fue extraño sí, pero pensé, me convencí de que posiblemente debió haber caído y yo lo recogí sin recordarlo. Nada más podía explicarlo. Nada. Aunque no lograba explicarme del todo los ojos en movimiento. No debió ser nada en especial, traté de olvidar el incidente mientras acomodé nuevamente a Agujas en su sitio junto a Goteos.

»Hola Goteos, te extrañé.»

No volvió a pasar nada. Durante un par de días.
Cuando había olvidado por completo el incidente de Agujas, volvió a suceder. Era de noche y me desperté, algo andaba mal. Goteos estaba fuera de su lugar. Estaba sentado en mi mesa de noche junto a mi cama. Cague ladrillos casi literalmente. Me heló la espalda, la espina dorsal, el alma. Vivo solo, ¿Cómo pudo pasar eso?

»Papi, también quise visitarte, andas muy solito, quiero hacerte compañía.»

No lo pude soportar, lo eche boca abajo, tenía miedo de pararme y sentir manos debajo de mi cama que me arrastren, sé que es absurdo pensar en eso, pero estén de noche sin ninguna luz más que la que entra por la ventana y vean una actividad rara por segunda vez, seguro que no lo soportarían. Deje una de mis sabanas sobre Goteos, no podía salir de la cama, no esta noche. Traté de volver a dormir. No pude. No durante un par de horas. A la mañana siguiente, la manta ya no lo cubría y él estaba sentado en posición vertical, mirándome.

»¿Por qué hiciste eso papi?»

Esta vez me asuste realmente. No los quería más. No. Pero pensé que estaba siendo irracional y miedoso sin razón. No podía abandonar a mis hijos. Grave error. Cogí a Goteos y lo senté de nuevo en el escritorio con su horrible compañero. Cuando volví del trabajo, sus miradas me recibieron, acusantes, reclamando amor paterno. No lo soporte. Los guarde en el garaje. Finalmente dormí en paz. Solo un par de noches.

Coloqué las dos cabezas en un rincón del garaje, pero solo pasaron dos noches y los encontré nuevamente en sus plataformas, con sus sombreros.

»Hola papi, ¿Por qué nos evitas? Nosotros te amamos, déjanos estar contigo.»

Me asusté. Realmente lo hice. Esa noche dormí en el sofá. No hay una jodida manera de que esto sea posible. Estoy perdiendo la cordura, los objetos inanimados no pueden hacer eso. ¿Cierto?

»Cierto papi. Lo que calme tus nervios. Jajaja.»

Cuando desperté en la mañana, me sentí tranquilo. Hasta que abrí los ojos. Las dos cabezas estaban allí, me miraban, me acosaban. No lo dude, los cargue a los dos.

»Papi, ¿A dónde nos llevas?»

Los tire en el garaje. No podía tirarlos a la basura. Debía guardarlos, son mis hijos. Me están asustando y creo que se mueven a mi alrededor con más frecuencia. No dormiré esta noche, no volveré a dormir, no puedo soportarlo más, estás cabezas me miran, me vigilan, me odian. Intentaré mantenerlos actualizados por si algo más pasa. Espero que no sea necesario.

»Nosotros también lo esperamos papi.»

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14 comentarios

Hasta el primer párrafo y la mitad del segundo todo iba bien. Luego comenzaron los «ojalá no hubiera hecho eso», «entonces todo se puso raro» y perdí el interés :/

Nunca me han gustado los maniquíes, ni ninguna cosa que se le parezca. Incluso me deshice de una figura, que tenía torso y cabeza de hombre -sin brazos ni piernas- y que usaba para entrenar artes marciales. La historia está bien narrada. La idea en general es perturbadora. 5/5

Saludos.

Me gustó, no me dio miedo, pero me gustó
Aunque sentí un poco de lastima por los maniquies o lo que fueran, creo que en el fondo no eran malos e.e
4/5 Muy bueno, sigue así y espero que publiques mas creepys

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