Ellos pueden entrar

Daniel y yo llevábamos 8 años de casados, nuestra vida era feliz, y se hizo aun más feliz cuando tuvimos al pequeño Dante. Con 7 años el era muy independiente y determinado. Igual a su papa. Su cabello oscuro, su piel con un leve color trigo sus ojos color miel y sus rasgos bien definidos, prácticamente igual a Daniel.

Éramos una familia unida.

Hablando con Daniel habíamos decidido mudarnos, dado que nuestro barrio ya se había comenzado a poner feo para la crianza de un niño.

Compramos una gran casa que había sido construida hace poco a las afueras de la ciudad. Teníamos pocos vecinos pero era un barrio completamente tranquilo y amigable.

Nuestra casa pintada de un verde pastel más bien pálido con relieves blancos adornando junto con el césped y los arbustos.

El había escogido la habitación al final del pasillo, que estaba un poco lejos de la nuestra. Siempre había sido una madre sobreprotectora, pero pensé que esta vez, dándole libertad podría ayudar a que no sea tan dependiente de mi en el futuro.

Daniel había conseguido un trabajo bueno, al igual que yo. Dante pasaba la mayor parte del día con su niñera Clara.

Clara era una muchacha de contextura delgada, bajita, de piel blanca y un poco ojerosa. Se había mudado con nosotros prácticamente, para ocuparse de la casa y de Dante.

Ella me había pedido un día libre, por lo cual decidí tomarme un descanso. Al avisarle a mi jefe que no iría pase todo el día jugando con mi niño.

Era bastante tarde, Daniel había llegado cansado, pero le pedí por favor que vallamos a darle las buenas noches a nuestro niño.

Entramos a la habitación, el tenia la luz y la televisión prendidas, , una manta al lado del televisor.

Me acerque a la cama y le bese la frente, Daniel hizo lo mismo

Estaba por apagar la luz cuando el chillo

–       ¿Qué pasa hijo? –dije acercándome preocupada

–       Mama ¿puedes tapar el televisor?

Admito que lo mire un poco extrañada

–       Por favor – repitió ante mi incredibilidad

–       ¿Por qué? – dije cubriéndola

–       Porque ellos pueden entrar – dijo en un tono sombrío tapándose con sus cobijas

Quede sorprendida por la manera tan sombría en la que él lo había dicho.

En la cama, al lado de un cansado y un poco molesto Daniel intente conversar de ello

Pero el me tranquilizo, alegando que eran juegos de niños, como amigos imaginarios que no debía temer.

Por primera vez, yo le hice caso en algo así.

El tema lo había olvidado por completo. Pues no volví a tener una noche libre como para arropar a mi hijo. El trabajo me estaba consumiendo. Aunque si, con el poco tiempo que pasaba en casa lo vi un poco cambiado, mas ojeroso, con dolores en el cuerpo quizás moretones, pero siempre creí que era por algo normal. Un juego quizá.

Nos habían invitado a la pareja a una fiesta en el interior de la ciudad. Dejamos a clara con Dante.

Todo iba bien, hasta que no se por qué decidí que debíamos regresar. Eran aproximadamente las dos de la mañana cuando mi marido aparco la camioneta en el garaje.

Entre por la puerta con una extraña sensación. Vi a clara llorar desconsoladamente, le pedí que me dijera que había pasado, y ella entre balbuceos semí incoherentes dijo que  alguien se había llevado a Dante.

Corrí con desesperación al cuarto, pero para mí horrorosa sorpresa de mi pequeño y dulce hijo solamente había un televisor con estática y aquel rastro de sangre de la cama a la televisión.

Please wait...

10 comentarios

Mala ortografía, y un consejo: no sueltes todos los detalles de un personaje seguidos, lo vuelves denso y aburrido. La historia esta regular.

me gusto pero yo digo que debiste redactarla de otra forma como desirlo mas…. mas bueno no me sale la palabra pero espero que se entienda lo que quiero decir aun asi me gusto

Responder a kiritoCancelar respuesta

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.