Él la Siguió

Él la siguió. Ella dobló por una oscura calle. Él estaba fascinado con ella, no podía dejarla ir, tenía que verla una vez más. Siguió el rastro de su perfume, la estela invisible de su frescura, la línea de su belleza. Trotó abobado, mientras la imaginaba desnuda en su cama. Casi la estaba perdiendo de vista, pero eran estas sensaciones extrañas y preciosas que lo guiaban. Siguió por cuadras y cuadras. La pudo volver a ver allá, en el negro horizonte de la noche sin luna. No estaba tan lejos. El apresuró sus pasos mientras imaginaba los diálogos próximos, las sonrisas. No podía esperar más a tenerla frente a él, y comenzó casi a correrla, pero manteniendo discreción. No quería que ella lo viera como un loco. Estaba cada vez más cerca. El aroma de ella inundaba su olfato, era como un renacer, era la felicidad de su toda su vida concentrada en el perfume de la mujer. Casi la alcanzó, al punto de distinguir su radiante cabellera rubia en la oscuridad de la noche. Ella se volteó, y al verlo le guiñó el ojo. Luego ella tomó un brusco giro por un callejón. Que afortunado se sintió él. Sin embargo ella no tenía la misma fortuna. Lo que no sabía ella, es que él, enfermo y psciótico, no buscaba otra cosa que asesinarla y llevársela. Él preparó el cuchillo con el cual se apropiaría del bello recuerdo, para inmortalizar en su enfermiza colección de cuerpos. Dobló por el callejón. Casi sobre el final estaba ella, apoyada sobre la pared, mirando hacia el frente. Lo esperaba con una seductora sonrisa. Sin embargo ésta se borró al instante que vio el cuchillo en la mano de él. Ella dejó caer su cartera y apresurada intentó forzar una puerta que estaba cerca. Él se acercó, y ahora él era el que sonreía, degustando el momento. Se acercaba lentamente. Ella no consiguió abrir la puerta, se acurrucó contra una esquina, mientras él avanzaba con el arma en su mano, sin borrar la sonrisa de su rostro. Pocos metros los separaban. Un encuentro entre la inocencia y la perversión. Cuando él estuvo lo suficientemente cerca, alzó su cuchillo al negro cielo, con el fin de decapitarla y quedarse con un sabroso trofeo. Pero ella rápidamente se alzó, mutó, y clavó sus colmillos en él. La sangre brotó como un caudaloso río. Las sensaciones se revirtieron para el joven. Dolor, pánico y sufrimiento ahora le provocaba ella. Cuando el cuerpo se secó, desangrado, ella limpió sus labios, se arregló y lo escondió a él en un tacho de basura. Tomó su cartera, y para cuando salió del callejón y volvió a la calle, otro muchacho se alocó con su belleza al verla. Él la siguió…

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ramayaben

Joven escritor de creepypastas y cuentos de terror. Nacido en 1993, en la ciudad de Buenos Aires. Comenzó la escritura literaria en el 2010, con el cuento "La Batalla". Al año siguiente afirmó su pasión por el género de terror, y debutó con "La Mansión".

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16 comentarios

Jajaj, esta bastante simpático este relato.
Parte muy bien, desenvolviendose de forma cautelosa HASTA que ella mutó.
No me cayó muy bien ese momento, hasta que lei el final xD
4/5, buen trabajo 🙂

me encanto como comenzó y como terminó ^^ podrías haberlo separado en párrafos :cerealguy: pero aún así es bueno. A veces los hombres nos quedamos embobados por la belleza natural de una mujer y, quien sabe, nos puede traer consecuencias :fuuu:

-Súper spoiler, ¡no leer si no ha leído la historia!-

¡No D:! ¡Iba tan bien! Se estaba desarrollando tan bien… y como una patada en los cojones, cayó el final.

Habían dos posibles finales -comunes, mejor dicho-: o el hombre la mataba, o no. Si no lo hacía, o la mujer resultaba matándolo a él, o alguien terminaba rescatándola. El tuyo es una variación de lo primero, y es el más predecible. Y vaya, la hiciste hasta vampira. Como si, «un hombre camina a su trabajo, su trabajo normal, de su vida normal, y llega el duende». Es muy difícil que funcione una historia que se ha dado por sentado que es normal, y luego pase algo sobrenatural. La mente del lector se acostumbró a un ambiente, y el romperlo de la nada puede tener efectos adversos.

Y otra cosa. El miedo de la mujer, sin el toque sobrenatural -ella es una vampira-, está muy justificado. No puede defenderse, no tiene nada que hacer, y por ello trató de huir por la dichosa puerta. En cambio, con el toque sobrenatural, es decir, con tu historia, la mujer podía defenderse desde un inicio; no había necesidad de escapar. El miedo está infundado, alterando todo el escrito. Aun si por morbo simuló todo, el tratar de abrir la puerta está infundado. Y si por morbo lo simuló todo, de alguna forma tuviste que haberlo insinuado.

Ramayaben, es serio que me enojaste, ¡iba tan bien la historia :C! Y con Soledad demostraste que pudiste ingeniarte un mejor desenlace.

Si, puede que sea un tanto esperado el final (aunque yo pensé en una especie de espíritu que gusta de jugar con su comida antes de devorarla), pero es hilarante y agradable de leer 🙂

Bien, a secas. Faltó ambientación. Separar en párrafos. Mencionas «ella» demasiadas veces. La palabra «mutó» no me agrada para nada, en el contexto que la usas. Un poco más de estilo, unas gotas más de sangre, y quedaría genial Saludos.

Concuerdo con Némesis. Pudiste haber elegido otras palabras para describir la historia, así habría dejado un mejor sabor de boca. La idea es buena aunque hubiera preferido la aparición de un tercer personaje en escena. Sigue escribiendo Ramayaben.

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