El hombre de la noche

Llegó al fin una buena noticia, por lo menos lo parecía en ese momento. Mis padres decidieron viajar, no volverían hasta mañana. No me interesó cual sea que fuera la razón de tomar esa decisión. Para mí eso solo significaba una cosa, todo la casa para mí. Todo un día para aprovechar la tan ansiada soledad. Un día libre para hacer lo que yo quisiera, un día de libertad.

Pensé seriamente el hecho de invitar a algunos amigos para pasar el rato, pero parecía que todos estarían ocupados. Esa situación no me interesó del todo, realmente prefería estar yo sola. No lo pensé dos veces, puse música a todo volumen y, canté y baile como loca por toda mi casa. Más tarde pedí una pizza, compré frituras y renté algunas películas de suspenso.

La inevitable noche cayó en la ciudad. Por primera vez en mi vida, no había nadie quién me mandara a la cama. No pensaba dormir temprano, estas oportunidades no se daban todos los días.

La pasé navegando en mi computador y chateando con algunos amigos. Cuando de pronto escuché que alguien tocaba el portón de mi casa. Eran ya las dos y media de la noche, no pensaba salir a ver, así que decidí ignorarlo. Insistentemente siguió tocando el portón, esperando a que alguien le atendiese. Pensé que al ignorarlo se daría por vencido y se marcharía. Así fue, pasó poco tiempo y el portón dejó de sonar. No le presté mucha importancia y seguí tranquila con lo mío.

Pasaron unos minutos más cuando volvió a sonar el portón, ahora más insistente. Los sonidos tenían ahora eran más continuos y con más fuerza. Esa persona decidió hacer un nuevo intento por conseguir que abriera el portón.

Me preocupé al inicio, de seguro podría tratarse de alguien que necesite ayuda. Sin embargo, solo estaba yo y nadie más. Tan solo una chica de dieciséis años. ¿Y si ese alguien del otro lado del portón era perverso? ¿Qué tal si se trataba de algún ladrón? O, ¿Algún borracho? Decidí fingir que no había nadie en casa e ignorarlo. Esa persona persistió durante quince eternos minutos más y luego se marcho.

¿Realmente se había ido esta vez? No, algo en mí me decía que seguía ahí, de pie frente al portón. Sin hacer el más mínimo ruido. Tan sólo esperando. Intenté asomarme por las rendijas de mi ventana, fue imposible, no podía ver nada. Tan sólo sombras y nada más.

Decidí volver a lo mío, esta vez intranquila. El más mínimo ruido de la noche me atormentaba. Temía volver a escuchar ese sonido, el sonido del portón.

Pasó media hora, ya estaba más tranquila cuando de pronto un fuerte sonido me entumeció. Pude sentir como un escalofrío recorrió todo mi cuerpo. Se trataba de nuevo de esa persona. Sin embargo, esta vez estaba golpeando el portón con todas sus fuerzas. Lo embestía, parecía que intentaba derribarlo. Yo estaba paralizada del miedo, no sabía qué hacer.

Gracias al cielo el portón de mi casa es de máxima seguridad y está diseñado para resistir fuertes impactos. No obstante, ese ser tenía una fuerza increíble, el portón era azotado con una fuerza inmensa.

Era imposible que se tratara de un niño, tampoco podría ser una mujer.. Sólo un hombre adulto con mucha fuerza podría ocasionar que el portón sonara de esa manera. Al parecer esa cosa se dio cuenta de que no podía derribarlo y desesperadamente comenzó a tocarlo y rasgarlo de manera desesperada. Era demasiado insistente, como si fuera de vida o muerte que abriera el portón. Estaba decidido a atravesar ese portón si o si.

Yo sólo quería que ese ser o lo que sea que fuera me dejara en paz y se marchara. Mi aún positiva y preocupada mente se preguntaba ¿Y si se trataba de mi hermano? El vive en otra casa ahora, es posible que su motocicleta hubiera sufrido algún imprevisto camino a su casa y decidiera caminar hasta aquí como último recurso. No, no podía tratarse de mi hermano. Esa cosa tenía una fuerza increíble.

Me negué a mi misma lo que estaba pasando, e intenté concentrarme en otras cosas dentro de mi computador. Sin embargo esa cosa seguía ahí, azotando el portón, rasgándolo y tocándolo fuertemente. Unos minutos después, el silencio volvió a reinar.

¿Por qué seguía insistiendo tanto? Yo fingía que no había nadie en casa, nadie puede ser capaz de insistir tanto. Además cualquiera estaría ya dormido a esas horas de la noche. Fue cuando me di cuenta de que la única luz encendida en toda la casa era la de mi habitación. Era posible que esa persona pensara que aún estaba despierta gracias a ese detalle. Decidí entonces apagarla. De esta manera si esa cosa decidía volver, se llevaría la sorpresa aparente de que ya me fui a dormir.

No pasaron ni quince minutos cuando el portón volvió a sonar. Cada vez que regresaba volvía con más fuerzas y más insistente que la vez anterior. Me eché en la cama y me tapé la cabeza con la almohada, el miedo me consumía. Intentaba bloquear ese aterrador sonido de mi mente. ¿Por qué esa cosa seguía ahí? ¿Por qué no simplemente se va? ¿Qué es lo que quiere de mi? Sólo permanecía ahí afuera, golpeando el portón.

Intentaba hacerle creer que ya estaba dormida, que nadie le escuchaba. Pero no fue así. Esa cosa lo sabía, sabía que yo estaba ahí presenciándolo todo, cada parte de la escena.

El tiempo pasaba y esa cosa seguía ahí. De pronto callaba y después volvía de nuevo. Yo rezaba recostada sobre mis lágrimas secas porque todo terminara, porque al fin se fuera. Estaba al borde de la demencia, ya no quería estar ahí. Estaba atrapada en mi propia casa. Mi imaginación comenzaba a engañarme y alucinaba cosas, alucinaba situaciones. Sentía que en cualquier momento esa cosa derribaría el protón y subiría molesto por las escaleras para buscarme. Toda esa noche fue la peor tortura de mi vida.

Llegó al fin el momento en que todo de pronto se calmó. Una ola de silencio se esparció por todos los rincones de la casa. El tenso ambiente se convirtió en tranquilidad. Pude escuchar claramente el dulce canto por las aves y a través de las rendijas de mi ventana entró un cálido rayo de luz. Al fin había amanecido. Al fin esa cosa se había ido.

No puedo expresar la felicidad que sentí en ese momento. Jamás en mi vida me había alegrado tanto de la llegada del sol, de la mañana, del nuevo día.

Unas cuantas horas más tarde llegaron mis padres. Los saludé con gran gusto, como si hubiera pensado que jamás los vería de nuevo. Al ver mi cara de insomnio pensaron que como ellos se ausentaron yo aproveché para desvelarme hasta altas horas de la noche, y no había dormido nada como consecuencia. Se molestaron conmigo y me regañaron. Les intenté explicar la historia, todo lo que sucedió esa noche. El haber rentado aquellas películas de terror no me ayudó a convencerlos, pensaron que todo fue parte de mi imaginación como consecuencia de las películas. Incredulos me tomaron por loca y no hicieron caso a mis palabras.

Pero no es así, fue real, yo lo sé, bastante real.

Los siguientes días  tuve un montón pesadillas. El más mínimo sonido me despertaba. Temía que ese ser volviera por mí. Me daba pánico el que esa persona o lo que sea que fuera, atravesara el portón. Me sigue aterrando la llegada de la noche y desde ese día, siempre me voy a la cama antes de que el sol caiga.

Unas semanas después, mis padres decidieron que ya era hora de repintar el portón. Fue cuando notaron que en este se encontraban unas abolladuras. Pero eso no fue lo que les hizo perder la calma, sino que  también había unas marcas de una clase de rasguños. No, era imposible, no eran humanas. Eran varios arañazos hechos por tres garras gruesas de aproximadamente diez centímetros entre una y otra.

Nunca más volví a escuchar ese sonido, pero también, nunca más pude conciliar el sueño. Desde ese día, todos los sonidos similares a los golpes de la puerta me alteran completamente.

elhombredelanoche

Creación propia

Shana Valiet

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