Estaba sentado en el sofà leyendo » La sala número seis y otros cuentos» de Antòn Chèjov. Sus obras me atraian bastante, ya que el escritor, en mi opinión, tenìa una gran habilidad para lograr momentos sumamente dramàticos, y convertirlos en comedia con unas pocas palabras. Mi madre estaba en el piso de abajo preparando la cena, mi hermano menor jugaba en su cuarto. Me sobresalté cuando oí un fuerte estruendo que venía de afuera. Mi padre, como de costumbre, había llegado a casa borracho, pero esta vez había chocado su camioneta contra nuestro jardín. Como todas las noches, empezó una discusión que probablemente terminaría alertando a algun vecino, y que este llamaría a la policía.
Fui a mi cuarto tratando de alejar mi mente de esas peleas de todos los días. Abrí el tercer cajón de mi escritorio, dentro había un pequeño estuche. Tomé la llave de un lapicero que estaba sobre la mesa, y lo abrí. Nunca voy a poder olvidarlo, ese disquete de juego frágil y viejo, el cual se había convertido en mi adicción las ultimas semanas. Era una droga, simplemente no podía dejar de jugarlo, no me dejaba pensar con claridad.
Este viejo disquete de unos pocos kb lo encontré en una feria de antigüedades en una localidad cerca de Minsk. El anciano que me lo vendió dijo que databa de la segunda guerra mundial. Esto llamó mucho mi atención, ya que en esa época no existían los disquetes de juegos, y mucho menos computadoras para utilizarlos. Supuestamente había sido programado por una empresa alemana cuyo nombre no recuerdo, y por alguna razón había sido recuperada por el gobierno soviético al final de la guerra.
Mi adicción, repito, era insaciable y me permitía jugar pese a las consecuencias que esto traía..
Desde que jugaba este juego, empecé a tener convulsiones, luego los médicos me diagnosticaron epilepsia.. una epilepsia que nunca en mi vida habia estado presente. No podía dormir, las pocas veces que lo hacía tenía pesadillas, además según mis padres yo era sonámbulo y hacia cosas sin sentido durante el sueño. Por ejemplo, bajaba a la cocina y preparaba algo de comer, o simplemente encendía el televisor y me sentaba frente a él.. En mis estudios también estaba afectando, no me podia concentrar, y mis calificaciones bajaban cada vez mas y mas..
A pesar de todas las concecuencias, el juego no dejaba de darme horas de entretenimiento.
Consistía en una nave que viajaba por el espacio, donde había que dispararle a unos numeros, con los cuales uno resolvía las ecuaciones matemáticas que cada vez aumentaban su grado de dificultad. Es juego además poseía un fondo de pantalla con diversos color y figuras que se movían de manera llamativa.
Esta era la rutina de mi vida, hasta que pasó algo inesperado. Llegué a casa despues de la escuela, como cualquier otro día. Cuando entré noté que no había nadie en casa, lo cual me pareció muy insólito. Aprovechando la ocasión me encerré en mi habitación con mi videojuego. Al cabo de unos 5 minutos, escuche muchos pasos por la casa, eran personas corriendo de un lado a otro. Antes de que pudiera hacer algo un hombre derribó mi puerta y entró a la habitación.
Unos diez hombres entraron a mi cuarto, me tomaron por los brazos y me arrastraron fuera de la habitación. De reojo pude ver otro par de hombres que se llevaban el disquete de juegos en un portafolios. A pesar de mis gritos de desesperación, los hombres me ignoraban. Pronto noté que todos los hombres que habían entrado a mi casa eran altos, muy palidos, rubios y llevaban puesto un traje negro. Además hablaban en un idioma que yo desconocía, pero pronunciaban fuertemente la «J» , por lo que podía deducir que eran austriacos o alemanes.
Fuera de mi casa habían muchos furgones negros, me metieron en el baúl de uno y pisaron el acelerador. Yo asustado trataba de patear el maletero para abrirlo, pero era inútil.
El viaje duró mas o menos una hora, no se aún como no me faltó el aire ahí dentro. Los hombres apagaron sus motores, abrieron el maletero, me cubrieron el rostro y me llevaron hacia alguna parte.. Apenas me quitaron el saco de la cabeza, me empujaron y me dejaron caer en una habitación. La habitación tenía muchos conductos de ventilación y una ventana donde al otro lado se encontraban los mismos hombres rubios de traje negro. Desde la ventilación empezó a salir una especie de gas de un tono verdastro. A medida que entraba en mis pulmones tenía la necesidad de toser cada vez mas y mas. Me estaba mareando, no podia mantenerme en pié.Traté con todas mis fuerzas de romper el cristal.. pero en vano.
Rapidamente noto que uno de los hombres era morocho, y justo a tiempo pude leer una tarjeta de identificación que llevaba puesta antes de que mi respiración se detuviera y mis ojos se cerraran para siempre:
-Ed Rottberg
-Jefe de programación
–Sinneslöschen
EPÍLOGO
El hombre era parte de una poderosa organización y empresa que había perdurado desde hace la década de los ´30. Se había organizado en Alemania con el fin de revolucionar la tecnología militar y de vanguardia, realizaba atroces experimentos y operaba con maquinas desconocidas para la época. Estaba obsesionado por encontrar una vieja pieza que habia caido en manos de la URSS luego de la guerra. Era un disquet negro de 3×3 pulgadas, contenía una programación sumamente avanzada para la época, con el se habian realizado experimentos en los que se trataba, mediante el programa, controlar las acciones, osea el cerebro, de la persona o producirle un mal para poder usarlo para fines bélicos.
Luego de un tiempo de busqueda y otro tratando de reconstruir este programa, el disquet fué encontrado en la casa de un adolescente que residía en Bielorrusia. El objeto fué recuperado luego de observar el comportamiento del chico. Al final del experimento no hubo mas remedio para la organziación que matarlo. Ed miró fijamente al muchacho antes de morir y logró ver el potencial que tenía ese software maldito.
2 comentarios
Me gusto
ese juego existe se llama Polybius