El balido de los borregos

Recuerdo cuando era niño, jugábamos cerca de un rancho ganadero muy cercano a lo que en aquel entonces era el límite de la ciudad, veíamos los animales pastando y no se veían sembradíos, las propias ovejas se encargaban de la maleza una área con árboles ofrecía un excelente área con sombra para las ovejas y unas cuantas vacas que se veían por ahí, no recuerdo haber visto nunca a alguna persona por ahí, ni arriando el ganado ni cuidando los abrevaderos, había un pequeño riachuelo que corría a todo lo largo del rancho, en aquel entonces jugábamos cerca de una de las alambradas de púas, todo el rancho estaba bien rodeado de alambre de púas que evitaban que los animales salieran y que nosotros entramos, postes hechos con ramas gruesas de árboles caídos, retorcidas, pálidas a veces parecían manos en los extremos, como si fueran garras apuntando al cielo, como si imploraran ayuda, al menos eso nos decíamos entre los niños que solíamos ir. Mis padres me ordenaban que nunca me metiera al rancho, que era peligroso por los animales, además que podíamos atorarnos en la alambrada, y nosotros nos conformábamos con la loma que era nuestro cuartel e ignorábamos el rancho la mayor parte del tiempo
El riachuelo que corría por el rancho no era la gran cosa, no valía la pena más que para los animales que tomaran aguan, conforme crecimos, fuimos siendo más osados para acercarnos al rancho, ya no era suficiente la pequeña loma donde podíamos ver el rancho a veces nos atrevíamos a acercarnos hasta la alambrada, jugábamos a la pelota en la loma y conforme nos hacíamos mayores nuestra fuerza y nuestro engreimiento de que podíamos hacer todo también, cuando tenía 11 años ocurrió lo “Malo”, estábamos jugando en la parte alta de la loma, era la temporada de verano por lo que las lluvias habían encharcado muchas áreas del rancho, el pasto estaba resbaloso en nuestros juegos y resbalábamos a cada rato, Rafael, uno de los amigos que solíamos estar ahí había llevado su bicicleta nueva y nos divertíamos bajando por la ladera de la loma, cada vez agarrando más velocidad, quiso nuestra suerte que la pendiente más empinada fuera la que caía hacia el rancho, por lo que rápidamente empezamos a bajar por ese lado, el juego se convirtió en una prueba para ver quién podía derrapar lo más cercano a la alambrada, claro sin pegarnos contra ella, Justino era el que iba ganando quedando a poco más de medio metro, no me mal entiendan, frenar una bicicleta en pasto mojado puede ser una experiencia peligrosa, sobre todo al agarrar lo que para nosotros era gran velocidad en una bajada, Rafael como dueño de la bicicleta se impulsó por la bajada pedaleando lo más duro que le permitían sus flacas piernas, al derrapar para quedar lo más próximo a la alambrada, perdió el control de la bici saliendo disparada la bicicleta por debajo de la alambrada, pero afortunadamente sin su piloto el cual embarrado de lodo y pasto machacado pero por lo demás ileso, en cambio la bici habla patinado por debajo de la alambrada y esta tirada apenas pasando la bendita alambrada, a lo lejos se veían unos borregos pastando, desde lo alto de la loma le gritamos que fuera por la bici y la subiera, así eran las reglas, el que bajaba la bici, la tenía que subir, desde nuestra cómoda posición se veía la bici muy cercana a la cerca por lo que con los típicos gritos de que se apurara que fuera machito, que la sacara de ahí, lo vimos agacharse y tratar de alcanzar la bici estirándose pero sin pasar el cuerpo por la alambrada, recuerdo que los borregos que antes había visto muy lejos ahora los veía mucho más cerca de la bicicleta, y del propio Rafael, de momento me pareció que se habían movido mucho pero no les preste demasiada atención, solo cuando Rafa alcanzo a tocar la bici, sin darse cuenta había pasado ya casi medio cuerpo bajo la alambrada, fue que preste más atención a los animales, estoy seguro que conté 5 borregos, y que habían recorrido casi 500 metros en cosa de unos pocos segundos, me alarme un poco pensando que los animales atacarían a Rafa; comencé a apurar a Rafael para que saliera de los límites que marcaban la alambrada, no sé si mis amigos notaron que cambio o se dieron cuenta de los borregos y pensaron lo mismo que yo, pero empezamos a apurar a rafa para que sacara la bici y regresara con nosotros, Rafa comenzó a arrastrarse hacia atrás jalando la bicicleta, parecía que los borregos se acercaban mas rápido si no los veías, si los mirabas aprecian solo ir caminando sin prisa, pero si los dejabas de ver, parecía que se movían rapidísimo, Rafael inconsciente de esto solo jalaba más la bici para sacarla, apenas logro sacar el cuerpo de debajo de la alambrada, en ese momento los cuatro borregos parecían estar a unos 20 metros… ¿Cuatro? Yo estaba seguro de haber contado cinco que se movían en una fila india, ahora volví a contarlos y solo veía cuatro animales, que al parecer al notar que el intruso se había retirado y estaba fuera de área de la alambrada, parecían haber perdido interés en él, y dieron la vuelta solo el que caminaba al frente del grupo lanzo un balido lastimero que parecía sonar como al algo de decepción, busque con la mirada lo que estaba seguro que había visto, yo estaba seguro de haber contado cinco borregos pero ahora solo se veían cuatro animales, otros animales que se veían, estaban muy alejados, al final no pensé más en el asunto y lo deje olvidado, después de la revolcada que se llevó Rafael , dejamos el juego por la paz, y nos regresamos a casa, declarando a Justino el ganador del evento. Seguimos yendo a la loma con frecuencia, pero fuera por el accidente o por que los demás habían notado algo, evitamos en un acuerdo tácito acercarnos a la alambrada, los alambres de púas se mantenían siempre en su lugar, pero nunca vimos a nadie que les diera mantenimiento, se veían siempre animales pero no recuerdo nunca a nadie cuidándolos. Paso el tiempo y los niños que éramos pasamos a ser adolescentes, mi familia de cambio de casa casi hasta el otro lado de la ciudad, por lo que la loma y el rancho pasaron a ser solo un recuerdo.
Crecí, conseguí un trabajo como cualquier persona, llevando una vida normal me case, por medio de mi trabajo conseguí una casa de lo que llamamos en México interés social, cuando pude escoger el área me alegro saber que quedaría por donde había pasado mi infancia, al mudarme tuve sentimientos encontrados, el área de mi niñez ahora había cambiado de una manera increíble, donde antes eran solo lomas árboles y animales ahora había casas y más casas, nuevas flamantes, que parecían hechas en una maquinita para que fueran iguales y apenas diferenciables unas de las otras, mi hijo, mi orgullo, me acompaño a recorrer las calles apenas habitadas, éramos de los primeros que vivirían por ahí, llegue a lo que por fin identifique como la loma de mis juegos infantiles, ahora era algo parecido a un mirador, que caía en lo que me parecian más un pequeño barranco como de unos 15 metros, que la caída empinada pero fácil de bajar, la constructora había apilado algo que no supe definir si eran contención para evitar deslaves o era solo material de desecho, un pequeño riachuelo de aguas negras salía de entre el material y corría hasta el rancho que aún se mantenía en su lugar, vi las mismas ramas de árbol sosteniendo el alambre de púas, me maravillo un poco verlo igual, tal vez los arboles ahora más grandes, la nueva línea que hacia el riachuelo de aguas negras que se juntaba con el riachuelo que corría a lo largo de rancho, no veía mas cambios en realidad, borregos pastando a lo lejos, y aún más lejos se alcanzaba a distinguir una fábrica moderna al fondo del rancho una carretera por donde pasaban camiones pesados, si, la loma de mi infancia ya no existía, el rancho que se me antojaba que crecía hasta el horizonte, ahora está delimitado por una carretera al fondo una fábrica a la izquierda y una carretera más a la derecha, hacia un gran cuadro de un terreno que estaba en la parte más baja rodeado por lomas y civilización, las casas de mi flamante fraccionamiento se alineaban al borde del rancho, pero dejando una prudente distancia entre las casas y la alambrada de púas
Acostumbrado a vivir en la ciudad me pareció un paisaje muy bonito, estaba embobado viendo el paisaje cuando mi hijo me interrumpió la meditación al decirme muy excitado si lo había visto, le pregunte ¿qué cosa? pensando que tal vez como un niño de ciudad le llamarían la atención los animales, o algún ave que pasaban volando -¿Viste papá? ¿Lo viste? ¿La tierra se tragó una vaca!? Voltee a ver a donde me señalaba con su manita, pero no distinguí nada, solo se veía un área verde de pasto, plano, sin apenas nada que lo distinguiera de lo demás no había niegan animal, de hecho no vi ninguna vaca y no recordaba haber visto nunca una vaca ahí, los borregos se venía bastante lejos del lugar donde apuntaba mi hijo, trate de distinguir donde me decía mi hijo que había visto “desaparecer” algún animal, ¿acaso se veía como un poco sumido el suelo? ¿Una ondulación? No seguramente había sido mi imaginación no se veía nada, oí a lo lejos un borrego balar lastimeramente, pero totalmente del lado opuesto a donde se veían animales pastando… trate de recordar ¿había visto alguna animal ahí? No había nada, mi hijo excitado me repetía ¡se lo trago la tierra! Me pareció tan absurdo que mi mente racional me dijo que solo se lo había imaginado mi pequeño, no recuerdo que respuesta le di a mi hijo pero en su momento creo me pareció algo ingenioso que lo dejaría tranquilo, y así fue, en mi país se había colapsado la economía por lo que la delincuencia también aumento, se hablaba de robos, secuestros y claro, de gente desaparecidas, en las calles que vivíamos aun éramos pocos los que habitábamos así que algunas casas fueron invadidas por gente de no muy buena reputación, trate de que mi hijo no saliera mucho a la calle, si bien yo no era una persona que pudiéramos decir “interesante” para los delincuentes no podía dejar de ver carros y camionetas sospechosas, eso mismo evitó que mi hijo y yo mismo volviéramos a el mirador que era ahora la loma de mi infancia, algunas noches se oían carros saliendo apresuradamente de algún lugar con rechinidos de llantas, y también poco a poco se fueron habitando más casas, unas cuadras delante de mi casa recuerdo habían dejado abandonado un carro, nuevo, lujoso pero se quedó estacionado mucho tiempo en la cochera abierta, como sabíamos que podía ser de algún delincuente, el sentido común logro que ningún vecino se metiera con dicho carro, creo que teníamos un año viviendo en la casa, cuando nos visitó una persona que decía había sido parte de los obreros que laboraron durante la construcción del fraccionamiento, ofreciendo servicios de pintura, albañilería, en fin lo que hiciera falta, aproveche la oportunidad para cambiar el color de la casa, el señor Marco, como se llamaba, resulto una persona muy platicadora, nos contaba algunos detalles de la casas que construyeron, de los problemas que habían tenido, en fin, contaba historias que a mi hijo le encantaban, nos contó de los problemas con las maquinas, de las cosas cómicas que pasaron, y casi como si no fuera la gran cosa, comento que un par de trabajadores habían dejado de ir al trabajar, inclusive la esposa de uno de ellos se presentó a las obras porque su marido no había ido a casa, el señor Marco, recordaba eso porque el “desaparecido” había dejado a medias la pintada de una casa que precisamente le toco a él terminar, así recordó el señor Marco que paso con uno o dos más trabajadores que por cierto había sido ya para el final de la obra, cuando ya estaban en lo que el llamo el fondo de las casas.
Un día se mi esposa decidió que había que tirar una maceta que se había roto, y la planta estaba ya más que muerta, por el peso de la maceta supuse que los de limpia publica no se la llevarían, así que como buen Mexicano se me hizo fácil que se podría tirar por el mirador a unas cuadras de mi casa, poco mi importo que fuera el lugar de mis andanzas de niño, solo era un lugar donde vi que salían aguas negras y que no importaría echar un poco más de tierra al lugar, hasta en broma pensé que “ayudaría” a evitar deslaves, aunque eran solo un par de cuadras, se me hizo fácil tomar el carro, con mucho esfuerzo (no soy un hombre que haga mucho ejercicio), poner la maceta en la cajuela y tomar camino para deshacerme de la planta muerta junto con su alberge dañado.
Al llegar al mirador, pude notar que ya un par de casas estaban ya habitadas, algunas prendas de ropa tendidas en el patio del frente, unos carritos de montar en una recientemente cercada cochera, y varias antenas parabólicas en los techos me dijeron que el área se estaba poblando, eso de alguna manera me alegro ya que en mi mente me decía que eso mejoraría a la larga el valor de mi casa, acomode mi carro en reversa para facilitarme la maniobra y procedí a sacar la maceta, con todo y la tierra que aún estaba ahí, dura y apelmazada, pensaba que le diría a mi esposa que de ahora en adelante mejor plantas de plástico para que no se le murieran. Si me costó trabajo meter la maceta a la cajuela, la sacada fue por lo menos el doble de esfuerzo, resoplando, maldiciendo y ensuciándome todo logre sacar la maceta y dejar que se precipitara por un costado del mirador, la vi rodar hasta llegar al a base de la pequeña barranca que era ahora la ya olvidada loma.
Tratando de recobrar un poco el aire y la compostura, me puse a mirar el paisaje, distinguí mas o menos a la mita de del campo unos borregos, mirando a la derecha pude contar otras cuatro, y al fondo del terreno tres más, en ese momento me paso lo más espeluznante que pueda recordar en mi vida, un borrego del grupo del centro se separó de los demás y se encamino hacia los que estaban a la derecha del prado, lo vi caminar rápidamente, no estoy seguro porque me vino a la mente aquel recuerdo ya olvidado de los borregos caminando hacia Rafael pensé que si le quitaba la vista se movería mucho más rápido por lo que fije atentamente mis ojos en ese animal, nada lo distinguía de los demás, blanco, sonreía pensando que si lo dejaba de ver llegaría más rápido por lo que no quería quitarle los ojos de encima, en un momento al pasar más o menos la mitad del trayecto, vi claramente cómo se abría el suelo bajo el animal, pero no fue como si se hundiera, era como si una enorme boca se hubiera abierto, sin dientes, solo un gran hoyo negro, se abrió justo donde estaba el borrego en ese momento, (-¿Viste papá? ¿Lo viste? ¿La tierra se tragó una vaca!?) Supongo que si algún vecino me hubiera visto mi cara hubiera sido comiquísima, los ojos como platos, la boca abierta, creo hasta un hilo de saliva se escurrió por la boca del shock que acababa de recibir, (-¿Viste papá? ¿Lo viste? ¿La tierra se tragó una vaca!?) No hijo no fue una vaca, eran borregos! No sé exactamente cuánto tiempo estuve con la mirada perdida en el mismo lugar donde el borrego había desaparecido, el hoyo donde había caído (la boca que se lo había tragado entero!) se cerró mucho más despacio de lo que se había abierto, no podía ser, no era posible, tal vez se había abierto alguna grieta y había caído ahí el animal, no había ningún ruido, no se escuchaba que el animal balara pidiendo ayuda, me di cuenta que no había ruido alguno, un balido me saco de mi estupor, el suelo donde había desaparecido el animal se veía un poco hundido, pero no había huellas de que por ahí un momento antes había caminado un animal, si fuera una grieta ahí vería la grieta, el hoyo negro que había visto que se lo había trabajo, ¡se debería ver el pasto de alguna manera diferente! ¡Pero no! El pasto se veía apenas un poco hundido, pero por lo demás, se veía totalmente normal.
En cuanto me repuse regrese a mi casa volando, no quise hablar con mi esposa de lo que vi, no me lo creería, yo no lo creía aun, era imposible lo que había visto, la mente del adulto empezaba a trabajar buscando explicaciones “lógicas”, esa noche no dormí tranquilo, cuando logre cerrar los ojos vi borregos, borregos lanudos, saltando la alambrada, como si quisieran escapar, ¿o querían que los acompañara al campo? ¿Me invitaban a jugar con ellos? En mi sueño vi como uno a uno eran tragados por la tierra, cada vez que uno de los borregos desaparecía, otro de los borregos daba un balido, en mi sueño lo oía igual al que oí ese día en el mirador, en algún momento del sueño apareció Rafael, seguía siendo el niño de mi infancia, y me miraba con los ojos asustados, comenzaba a decir algo, “-No pases! Ayúdame a pasarme de aquel lado! Toma la bici! Ayúdame!” yo alcanzaba a decirle “-deja la pinche bici! ¡SALTA!!” justo cuando daba un paso hacia mí, se abrían esas fauces, esa boca negra sin dientes, claramente veía como el pasto se desplazaba a un lado, no caía ni una hierba dentro de hoyo que se abría, era una boca que se abría en mi sueño estaba seguro, en ese momento escuchaba a mi hijo diciendo -¿Viste papá? ¿Lo viste? ¿La tierra se tragó una vaca!? No te tengo que decir que me desperté espantado y lleno de sudor ¿verdad?
Durante unos días me quede preocupado pensando en mi sueño, cada día se repetía cada día terminaba con las palabras de mi hijo, cada día lo veía más real, veía los ojos de los borregos negros, vacíos, parecía que me querían decir algo, pero solo oía si largo beeeeeeee! Uno por cada desaparición; evitaba ir por el mirador, y le tenía prohibido a mi hijo acercarse a ese lugar, use como pretexto que las aguas negras que salían podían causar enfermedades. Por esos días se mudó un nuevo vecino a un par de casas de la mía, no se metía con nadie, ni se sabía nada de él excepto algunos detalles importantes importantes, una que no parecía salir a trabajar a ningún lado, ya que no tenía horario fijo, y siempre vestía mas o menos informal, no se oía gran ruido desde su casa, a veces se escuchaba música, algo de música norteña, pero por lo demás poco se le veía, a menos que fuera atendiendo el segundo elemento “extraordinario” en esa casa, un hermoso automóvil Mercedes Benz, nuevo impecable, color azul metálico, un azul plomizo, y cristales negros, el otro detalle de nuestro vecino era la gran cantidad de gente que pasaba a visitar a nuestro vecino, no importaba la hora, pasaba alguna camioneta grande, una moto, alguna persona solo por unos minutos, sin hacer demasiado ruido todo mundo se retiraba, no era necesario esperar mucho ni ser muy listo para saber a qué se dedicaba nuestro vecino, solo rogábamos que no se quedara mucho en su morada… no sabía lo pronto que se cumpliría mi deseo.
Había pasado un par de meses desde que vi cómo se desaparecía el borrego, las pesadillas aun persistían y en algún momento había llegado a la conclusión de que era solo mi imaginación, pero las pesadillas persistían, así que un día me anime a ir de nuevo al mirador, pensé que si podía ver el lugar, ver el prado, el rancho sus animales, me daría cuenta que no pasaba nada en ese lugar y se acabarían las pesadillas. De alguna manera me prepare para estar un rato ahí, lleve un par de refrescos y me fui a acomodar por el mirador, durante un largo rato no pasó nada, estaba tranquilamente sentado, los borregos pastaban tranquilamente, los conté varias veces, y me asegure de contar bien cada animal, no pasaba nada, hasta que la “acción” no sucedió en el prado si no a mis espaldas, escuche lo golpes sordos y repetidos… ¿Sabías que los disparos no suenan como en las películas? son ruidos más bien unos golpes sordos, bueno en mi caso, no reconocí los ruidos que sonaban a mis espaldas como disparos, por un momento pensé que eran como cohetes, salvo por el hecho que se hacían más fuerte, como se acercaran, en ese momento oí el ruido de un motor acelerando, no tampoco suenan como en las películas, pero vi aparecer el hermoso Mercedes por la calle, a toda velocidad, y un instante después una camioneta, sinceramente me quede congelado en mi lugar, no soy el héroe de acción que salta corriendo para salvar a alguien, simplemente me quede congelado, el mercedes equivoco la vuelta y paso como bólido junto a donde estaba yo sentado en ese momento fue cuando logre reaccionar y me trate de esconder, en realidad, del susto y el brinco que peje, me resbale por un lado del mirador, si en dirección del rancho, y más o menos en la misma dirección que el mercedes, el cual quedo con todo el frente destrozado enterrado en el riachuelo de aguas negras, apuntando sus luces traseras ridículamente al cielo, yo me quede atorado en unas enredaderas increíblemente vi salir a nuestro “vecino” del carro, no parecía estar herido, pero arriba se oyeron unos rechinidos de llantas, un par de disparos más y unos nuevo agujeros en el carro destrozado, el vecino salió corriendo hacia el rancho, lo vi corriendo y tratando de esquivar los disparos, desde mi lugar medio atrapado en las enredadores vi cuando salto la cerca, y empezó a correr hacia los árboles que pensó le ofrecerían protección de los disparos, las personas que desde el mirador seguían disparando pero cada vez con menos frecuencia, yo veía al tipo corriendo, no estaba a tanta altura como desde el mirador por lo que solo lo veía más o menos de la cabeza a la cintura, vi cuando desapareció , como si hubiera caído en un hoyo… pero yo sabía que no había sido un hoyo, el prado se lo había comido también, no emitió ningún ruido, no sé si las personas que le disparaban vieron lo que paso, escuche el balido de un borrego, uno solo, y realmente sentí miedo, mucho miedo, no me lo había imaginado, no era un sueño, y tampoco le importaba que era lo que se comía, solo quería comer.
Estoy tratando de hacer un traspaso de la casa, quiero cambiarme a otra zona de mi ciudad, vinieron de la policía al mirador, eso lo escuche, vieron el carro destrozado, lo sacaron con una grúa, no salió en las noticias, los tiroteos entre delincuentes ya no son noticia así que ni una nota en el periódico salió, mi hijo tiene prohibido salir de la casa y acercarse al mirador, creo el me entiende porque no ha insistido, veo que hay más vecinos en el barrio, oigo niños jugando más a menudo… mi hijo no tiene permiso de salir y no salgo de la casa si no es indispensable, trato de no ir a la tienda que está cerca a menos que sea indispensable, yo sigo con pesadillas, veo borregos con sus ojos vacíos, me miran, me invitan a ir, el rancho ya probo otro tipo de comida, y le gusto, a veces hasta la casa me llega el sonido lejano de un balido, uno solo; el otro día, me dijeron que una adolescente se había fugado con su novio, eran vecinos nuevos, espero que realmente se fuera con el novio, también me platicaron el día que fui a la tienda, que alguien se había quejado de unos hundimientos en el piso de su casa, querían hablar con la constructora a cargo… quiero traspasar mi casa, aun no la termino de pagar así que no me dejan venderla y no tengo a donde irme… quiero irme de aquí, necesito alejarme de este lugar y de los balidos de los borregos.

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2 comentarios

Bastante original la historia,me gustó. Aunque es un poquito larga para mi gusto y tiene demasiados errores de ortografía;acentos y comas faltantes y algunas palabras repetidas. Ponerlo en Word te ayudaría a hacer correcciones y quedaría mucho mejor.

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