Nunca olvidaré la fría noche decembrina, donde las hojas serpenteaban al viento hermoso y errante.
Jamás había visto algo tan bizarro como aquello que logré divisar aquel doce de Diciembre, en donde mi perspectiva del mundo cambió a un matiz gris envuelto en locura.
Nada volverá a ser lo mismo, pues aquella carnicería jamás lograría salir de mi cabeza hasta diez años después.
Mi novia, tan dulce y gentil, su cabello dorado y el rojo carmesí de su labial resaltaban enormemente ante su piel casi vampírica.
Ahí estábamos nosotros, ante la puerta de su apartamento después de una cita vigorosa llena de risas y comentarios absurdos con el fin de hacerla reír. Se veía tan hermosa bajo la luz mortecina que jamás hubiese pensado que sería mi último recuerdo de ella.
Todo pasó justo al momento en el que su puerta soltó el clic que la separaba del mundo exterior, hasta ese entonces todo figuraba perfecto, hasta que unos gritos alteraron el silencio nocturno, cerca de mí, se escuchaba el crujir de botas de cuero y el constante golpe de los tacones de alguien que corría en dirección a ninguna parte.
Intenté alejarme lo más que pude, dejar atrás el sitio para evitar algún ataque, cerca de ahí, se encontraba un bar de mala muerte plagado de pervertidos, pedófilos y misóginos, así que no me pareció extraño que estuviesen persiguiendo a alguien quizá a causa de algún malentendido entre ebrios malolientes.
Los gritos de auxilio comenzaron a agitar mis tímpanos, y la atmosfera se torno algo turbia y macabra, aquellos gritos no eran normales, expresaban una agonía tan dolorosa que solo podría imaginarse en las mas diabólicas pesadillas, todo eso representaba un solo grito.
Las botas de cuero dejaron de sonar mientras los gritos sonaban cada vez más lastimeros y repletos de angustia, de llanto incontrolable y desesperado, el terror me invadió por completo e intenté correr haciendo hasta el último esfuerzo para que mis zapatos no dejaran oír el sonar de mis pasos, el terror no me permitía saber por donde ir así que comencé a caminar al azar, muy a pesar de conocer el camino a casa a la perfección mientras los constantes gritos continuaban aullando en la lejanía.
Pasaron poco más de diez minutos hasta que los gritos cesaron, un minuto después, una enorme risa diabólicamente macabra retumbó entre las paredes de los suburbios, parecía extraño que ninguno de los vecinos de las cercanías, reaccionara ante tal fenómeno, eso me reconfortó un poco, quizá para ellos era algo tan cotidiano que no era de mucha importancia Caminé un par de calles más adelante hasta llegar a la avenida Galloway, donde en un punto alejado de esta, se encontraba un callejón sin salida, si quería recuperar el rumbo, debía pasar a un lado de dicho callejón, pero el miedo y la incertidumbre no me lo permitían, las calles parecían un pueblo fantasma, ni un alma a la vista, ninguna luz encendida en las ventanas y nadie que se asomase por las mismas, la calle Galloway era desértica y tétrica, el frío en ella era casi polar, mis pasos eran turbios e inseguros al acercarme poco a poco al límite de la calle, cerré los ojos y me repetía a mi mismo la frase ´´No hay nada ahí´´ pensando que realmente estaba a salvo. Vaya equivocación.
Me acerqué al callejón poco a poco intentando pasar lo más rápido posible, en mi desesperación corrí con la intención de no mirar hacia él, pero, hasta tu amigo lector sabes, que a veces la curiosidad es más fuerte que el miedo, giré la cabeza y me topé con el peor escenario posible, ahí se encontraba, la persona que emanaba dichos gritos tan aterradores, sentado y sin vida en una vieja silla de madera, con los extremos de la boca insertados en ganchos atravesando sus mejillas y el otro extremo se encontraba atado a la pared con la intención de jalar la boca y mantenerla un poco abierta, el intestino salía de sus labios y en cada mano tenía uno de sus propios ojos, sus genitales mutilados y su caja torácica totalmente desgarrada con lo que parecía ser un enorme cuchillo o tal vez un machete, detrás de él, entre la penumbra emergió un sujeto de piel clara, con gabardina, gafas oscuras en forma de ovalo y sus manos cubiertas por unas guanteletas negras que hacían juego con las botas, no pregunten como me di cuenta que hacían juego, solo lo noté, el sujeto tenía una sonrisa macabra en su rostro y sus ropas salpicadas en todas partes de sangre, me quedé ahí, helado, paralizado ante él y aquella sonrisa macabra, poco a poco comenzó a caminar hacia mi, pero mis piernas no me respondían, el cuero crujía relampagueante y superior, y yo sin poder mover un solo músculo terminé por orinar mis pantalones.
El sujeto se quedó de pie ante mí por cerca de un eterno minuto, metió su mano en la gabardina y sacó un sobre con un sello de cera con la letra G grabada, la puso en mi mano y se alejó riendo macabramente una vez más hasta desaparecer entre la neblina de la noche y el frío. Desperté en una cama de hospital, no podía sentir mis piernas pero podía sentir en mi rostro una barba poblada, con trabajo logré mover los dedos de las manos hasta que pude gritar un poco para llamar la atención de una enfermera, esta gritó al doctor sorprendida que logró conmocionar a todos en el hospital que dirigían su atención hacia mi. Había quedado en coma por diez años.
Tardé tiempo en recuperar la movilidad total de mis extremidades, mi novia se había resignado tras ocho años dormido, y me despertaría hasta dos años después, mi única compañía era una enfermera, pero una noche, esta me platico que una vez cada año, aparte de mi novia, un extraño sujeto sonriente me visitaba con rosas rojas una vez al año, después me dio aquel sobre que el doce de Diciembre, me había puesto en las manos, abrí el sobre con extensa rapidez, como un niño abriendo su regalo de navidad, saqué la hoja de papel y la carta decía:
´´Aquel tipo mató a seis niñas después de violarlas,soy el
Castigo de los que roban inocencias y la penitencia de los
Que odian, soy lo que crean con tanto odio y perversión
Y te aseguro amigo, no me detendré, quizás sé que te
Arrebataré valioso tiempo, pero estuviste en un mal sitio
A la hora errónea, así como encontrasteis a aquel tipo
Seguiré matando a los de esa calaña hasta el fin
De los tiempos, por que no soy humano
Por que la poca humanidad que había en mí
Ha muerto, no soy ni hombre ni demonio Soy un ideal
.´´ Atte.: El Asesino De Galloway
3 comentarios
Buena historia, pero que haya quedado en coma 10 años, no se, esa parte no me convenció :/
Agradable la Historia pero la Carta mmm. 4/5
esta genial la historia, tiene mucho misterio