El Almacén

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Cuento esta historia con gran pesar, ya que he perdido a mi me mejor amigo de la vida, a mi mitad, a quien tuve el gusto de llamar querido hermano. Maldita sea el minuto en que acepté este trabajo inmundo. Voy a empezar por el principio para que puedan comprender el orden de los acontecimientos. Dejo testimonio de esto para poder desahogar mi alma, ya que la idea del suicidio golpea a mi puerta todas las noches de manera muy insistente. No me interesa que me crean o no, ya que de leer esta historia yo mismo, creería que es un ridículo creepepasta de internet. La fecha era 25 de septiembre del 2010, mi hermano y yo estábamos desempleados desde hacía casi cuatro meses. Él con una hija de tres meses y yo con un alquiler que mantener, por lo que la situación era bastante desesperante. Por esas fatalidades del destino, vimos que una conocida empresa de seguridad estaba contratando vigiladores para el turno nocturno, sabíamos que los requerimientos serían mínimos, la contratación rápida y podíamos tomarlo como algo temporal. Nos presentamos en sus oficinas a la mañana siguiente. Tal como supusimos nos contrataron de inmediato y para nuestro agrado nos asignaron juntos para vigilar un almacén aduanero. El trabajo no podía ser más sencillo. Pasar la noche en una caseta y asegurarse de que no entraran ladrones al recinto. Cinco días después llego la primera noche laboral. Las horas comenzaron a pasar sin mayores inconvenientes hasta las tres de la madrugada. Exactamente a esa hora comenzaron a oirse ruidos de una construcción cercana. Taladros, hombres gritando, martillasos y toda clase de sonidos provenientes del nacimiento de una nueva edificación. No nos causó ningún problema, ya que pensamos que era un grupo de obreros que había comenzado temprano.

A la mañana siguiente, a las siete de la mañana, entró el supervisor de la oficina como todos los días. Nos preguntó como habíamos pasado la noche y le informamos que todo había estado sumamente tranquilo hasta las tres de la mañana que comenzó la obra de al lado. Sus ojos desorbitados nos miraron fijamente durante unos segundos, hasta que sus labios comenzaron a moverse. Por desgracia. Caballeros, casi con un susurro, aquí junto no hay ninguna obra y acto seguido nos escolto al exterior mostrándonos el desierto adyacente. Hace unos años hubo una gran obra aquí, narró, pero debido a un accidente en el que perdieron la vida varios obreros se suspendió y quedo el espacio vacío que ven aquí . El silencio dio paso al terror que se apoderó de nuestros pensamientos. Noche tras noche aquellos sonidos regresaban. A veces a las tres, a veces a las dos, pero siempre regresaban. Gritos, alaridos, risas, pasos adornaban nuestra existencia, mientras nosotros nos agazapábamos en aquel refugio.

Si bien sabía que alguna vez el día llegaría, mi condena me alcanzó antes de lo que yo esperaba. Era el 20 de noviembre del 2010 y me tocó realizar mi guardia en solitario, por cuestiones personales mi hermano se había ausentado de la ciudad y el arreglo fue que yo haría el turno del 20 y él me lo devolvería haciendo el del ventiuno. Pasadas las doce comenzaron los sonidos provenientes de los límites de la edificación. Mi miedo iba en aumento minuto a minuto, hasta que totalmente desesperado comencé a rezar con el rosario que siempre llevo puesto. Como a los diez minutos, la puerta del habitáculo sonó tres veces, probablemente debo haber saltado unos dos metros hacia atrás ya que el hombre que estaba llamando sonreía débilmente. Lentamente me encaminé hacia la puerta y le pregunte en que podía ayudarlo. Me respondió que era el nuevo empleado de la limpieza y que el gerente le había pedido que pasara a ver como estaba todo, ya que conocía la historia de la construcción fantasma. Me contuvo diciéndome que él estaba por allí y que cualquier cosa que necesitara lo llamara. La noche fue pasando y con ella los murmullos, los cuales se volvían cada vez más lejanos. Ese hombre me había transmitido tranquilidad haciendo más amena mi estadía allí.

Llegó la mañana del veintiuno y con ella la necesidad de saldar la deuda de mi hermano. Le comenté que si asustaba podía llamar al empleado de limpieza quien rondaba por allí o podía enviarme un mensaje de texto para que fuese en su auxilio. Luego de declinar varias veces mi ofrecimiento de quedarme junto a él, su turno llegó.

Como a las doce y media, mi celular sonó avisándome que un mensaje de mi hermano había llegado. Lo transcribiré tal cual: «Gracias por avisarme del empleado de limpieza. Los ruidos han comenzado y él apareció de inmediato. Ya me siento mucho más tranquilo. Nos vemos mañana por la noche.»

A la mañana siguiente recordé que debía llevarle una compra a mi hermano, por lo que se me ocurrió ir a buscarlo a la salida del trabajo, no estaba lejos y me quedaba de camino. Al llegar no lo vi por ningún lado, solo encontré al encargado, quien sorprendido de verme, me preguntó si sabía porque mi hermano se había retirado temprano. Le comenté que no tenía idea ya que yo también lo había ido a buscar. Por la mañana, al llegar me he encontrado el lugar vacio y la puerta abierta, escupió venenosamente. Lo último que sé es que estaba con el empleado de limpieza, replique…La mirada del encargado cambio bruscamente y muy lentamente me respondió: «Aquí no hay ningún empleado de limpieza»…

Nunca volví a ver a mi hermano o al supuesto empleado y cada noche mientras escucho los ruidos y sostengo mi rosario juraría que los escucho riendo juntos con la construcción.

Creación propia
http://www.axworks.com.ar

Federico

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