Hacía un frío glaciar. Con temperaturas mucho más bajas de lo normal, yo me hallaba en mi casa, con varias capas de ropa protegiéndome de la terrible ola de frío ruso que asolaba toda Europa. El gobierno había decretado alerta máxima de posibles nevadas, una glaciación. Nunca, ni siquiera en las vacaciones de hacía años en los Pirineos, había sentido tanto frío en el cuerpo, aunque no era yo quién se iba a quejar. Ante la alerta por el frío, me había podido quedar en casa, sin tener que ir al instituto. Yo estaba en mi elemento, jugando a videojuegos, ver la televisión, comer lo que quisiera, al fin y al cabo estaba solo en casa. Aunque se declaró la alerta roja, mi padre insistió en ir a trabajar, mi hermana en ir a la Universidad, y mi madre había tenido que ir a hacer la compra. En ese momento me pareció todo inofensivo, aunque no tenía ni idea de lo que iba a suceder. Si lo llego a saber, no me habría quedado en esa casa, sinó que me habría cortado las venas directamente.
Mi programa favorito acabó. Miré el reloj y me di cuenta de que mi madre tardaba una hora más de lo normal en ir a hacer la compra. Pensé que con el frío, las tiendas tendrían problemas para abastecerse o algo así. Que ingenuo fui. Pensé en ponerme a jugar al PC, aunque pensé que con las condiciones meteorológicas que habría, no podría conectarme bien con los demás jugadores, pero aun así lo intenté.
Algo muy extraño estaba ocurriendo. Al llegar a la sala de reunión de las partidas, no había ninguna iniciada. Normalmente había miles. Decidí pasar el tiempo jugando offline hasta la hora de la cena.
Eran las 8 de la noche y ya empezaba a preocuparme. Mi madre llevaba horas fuera, mi padre se retrasaba en llegar del trabajo y mi hermana no me avisó de ninguna irregularidad en el transporte público por mensaje.
Pensé en ducharme con el agua lo más caliente posible para recuperar temperatura corporal y así esperaría hasta que toda mi familia llegara. Al final mi familia llegó, pero no en el estado que yo esperaba.
Salí de la ducha y enseguida me di cuenta de que no habían llegado. Ya estaba preocupado, pensé que les había podido pasar algo. Decidí vestirme y arreglarme por si tenía que salir a la calle. Llamaría a la policía y pasaría la noche con mis tíos en el caso de que no los localizaran.
Salí de mi habitación, y me acerque al teléfono de la casa pero en ese momento mi corazón dio un vuelco. A través de la puerta de la cocina vi una sombra que se ocultaba en la oscuridad. Llevaba el pelo largo, era mi madre, o eso creía yo.
Me acerque rápidamente hasta la cocina y llamé a mi madre. No hubo respuesta. La volví a llamar. No hubo respuesta. Active la luz de la cocina y ahí estaba, mi madre dándome la espalda. Con la luz activada la iba a volver a llamar y en ese momento, cuando cogía aire para hablar, mi cuerpo entró en un shock inmediato. Aquella cosa que tenía el pelo enmarañado, con la ropa destrozada y con trozos de carne colgando de la cara, ya no era mi madre.
Ese horrible ser me miró con sus ojos rojos, y dio un terrible rugido. Debería haber corrido pero mis piernas no respondían. Se me acerco lentamente con ese andar tétrico que tienen, con las manos dirigidas a mi cuello y comprendí que debía huir, pero algo me agarró los tobillos, perdí el equilibrio y me golpeé contra la mesa. Todo se me volvió borroso, se me habían caído las gafas. Ese ser me agarró el cuello tan fuertemente que noté como algunos capilares se me reventaban. Me quede sin poder respirar mientras ese ser abría su boca podrida y en ese momento respire algo tan frio que nunca me lo hubiera podido imaginar: era el hedor de la muerte.
En ese momento me di cuenta de que no había escapatoria. Y en ese momento lo comprendí. No había ninguna ola de frío, no había ninguna alerta roja sobre nevadas, sino que era el comienzo del fin. En comienzo del apocalipsis. El comienzo de la extinción de la raza humana.
Creción propia,mi primera hsitoria
Javito