Esta historia es completamente real, me pasó aproximadamente hace unos 2 años, cuando tenía la edad de 18 años cumplidos y empezaba a ir al colegio.
Yo salía con una chica, muy bonita por cierto, era de tez blanca con un cabello negro azabache que le llegaba hasta la cintura. Tenía unos ojos cafés claros que te atrapaban desde el momento en el que la veías directamente, era como si te quedaras petrificado con una simple mirada. No era muy alta, apenas de una estatura de 1.60 metros, con el cuerpo bien definido por practicar deporte desde una edad muy temprana.
Yo iba a su casa cada vez que podía, o que me invitaba, y jamás había creído en lo tópicos paranormales. Yo estaba seguro de que no se pueden manifestar presencias debido a que es algo incorpóreo e irreal que no se podría llegar a estudiar desde un punto de vista objetivo y claro. Pero ahora les puedo decir que no podía estar más equivocado al respecto, no después de todas las cosas que pude notar, percibir, y sobre todo, que pude visualizar de frente…
Su casa era muy amplia, de dos pisos con dos jardines muy amplios, uno en la entrada y el otro en la parte posterior. En la entrada se encontraba la cochera para aparcar un coche, y a un costado se encontraba el jardín que tenía rosales, pasto, sávila, y un sin fin de plantas. Pasando la cochera se encontraba la entrada a la casa, con una puerta de madera de roble un poco desgastada debido al tiempo, y una ventana donde se podía ver toda la casa hacia adentro.
Entrando a la casa encontrabas el vestíbulo, la cocina posteriormente, una sala del lado derecho, y por supuesto, unas escaleras donde todo esto estuvo ocurriendo. Al subir dichas escaleras se encontraban tres cuartos, uno de sus papás, uno de su hermana, y otro de ella. Las paredes estaban pintadas de blanco, aunque con el tiempo, ese blanco se fue enegreciendo debido al paso de las manos, al roce de la piel, polvo, etcétera. Toda la casa se veía muy bien a grandes rasgos, pero jamás íbamos a imaginar qué pasaría de noche…
Cada noche todo parecía quieto, y lo era, al menos un año antes. En las noches, cuando me llegaba a quedar tarde, se podían oír pasos, como movían los platos de la alacena, e incluso movían las sillas de su lugar. Lográbamos escuchar todo esto, pero jamás lo llegamos a constatar. Todo esto fue creciendo día a día, ya no sabíamos qué hacer, pero era muy pronto como para desesperarnos.
Un día nos quedamos solos en esa casa, no había nadie más y yo no la quería dejar sola en ningún momento. Recuerdo que era la una de la madrugada, y ella ya estaba dormida. Yo bajé a la cocina a prepararme algo de cenar, moría de hambre porque ese día habíamos salido al centro de la ciudad para poder divertirnos. Me prepare un emparedado y estuve dispuesto a subir por las largas y frías escaleras que se divisaban en la oscuridad. Me sentía observado, incluso podía sentir a alguien más en la misma habitación que yo. Apagué las luces de la cocina y empecé a subir por la escalera, cada escalón que subía notaba que se sentía más y más frío, no quise darle importancia, deseaba que fuera mi imaginación jugándome una mala pasada. Eran 20 escalones por subir, y recuerdo que trataba de subirlos lo más rápido que pudiera sin tirar mi comida; en el penúltimo escalón fue donde todo pasó. Al terminar las escaleras, del lado izquierdo, se encontraba la habitación de sus padres; casi termino de subir las escaleras sin que nada malo hubiera pasado, pero fue ahí donde la vi. Una sombra negra, muy densa, salió disparada del cuarto hacia las escaleras, casi logra tirarme si no fuera por el barandal de las escaleras, y sufrí un blackout. A los cinco minutos me doy cuenta que estaba yo en el baño de la planta alta con mi emparedado en el suelo, no recuerdo cómo fue que llegue ahí, o si sí fui yo el que logró llegar hasta ahí.
Mi pareja se cambio a los tres meses de esa casa, pero jamás olvidaré lo que pasó de noche…
1 comentario
Oiee.. me encanto la historia, admito que me quede con la intriga Xd