Era tarde, la biblioteca no estaría abierta mucho más tiempo. Pronto la bibliotecaria, una ancia de intenso malhumor de la cual dependían muchos estudiantes por su capacidad de ubicar los libros sin necesidad de una computadora o un registro ordenado alfabeticamente, les pediría a Antonella y a Brenda que se apresuraran a encontrar todo lo que necesitaban o que volvieran al otro día más temprano.
El parcial era dentro de tres días y solo necesitaban ajustar algunos datos quiza practicar un par de veces y listo. Lo demás es suerte. Sin embargo, un libro más podía ser la diferencia entre una cena de fin de cuatrimestre exitoso o un integrador en febrero. Química 2 era la última materia del ciclo básico, y el libro que Brenda y Antonella buscaban con ferocidad antes del cierre de la biblioteca era un viejo manual, viejo pero muy útil, con ejercicios que Brenda había visto y que les vendría muy bien para estudiar. Ambas creían ser las únicas y últimas almas en la biblioteca a esas horas de la noche, pero también notaron la presencia de un hombre mayor que ellas, bien vestido, que tranquilamente podía ser uno de los profesores de la universidad, pero que nunca habían visto o cursado con él. La puerta no había hecho ruido, y la bibliotecaria estaba entretenida, por el momento, con una revista de chimentos del día, así que ya no molestaba con su amenaza de cerrar el lugar hasta las 8:00 am del otro día. Solo ellas parecían haber notado la presencia de aquél hombre.
En el último estante que Antonella había decidido revisar, encontró el libro. Con ese libro estarían seguras de aprobar el parcial. Mientras acomodaban un poco y separaban los libros que se llevaban de los que no, el hombre desconocido se había acercado hacia los estantes donde ellas se encontraban,
-¿Estudiando a estas horas de la noche? Debe ser un parcial importante- dijo.
– Muy- respondió con una sonrisa Brenda, ya que Antonella, a pesar de ser la más linda de las dos, era menos dada con la gente en general.
-¿Y tienen miedo? Indagó el hombre.
-Más nervios que miedo- dijo rapidamente Antonella- es una materia difícil de aprobar la primer cursada, muchos la recursan. Pero hay fe.- Luego de decir esa última frase, hizo sonar una risita que enamoraría a cualquier chico de su curso (que de hecho todos ya lo estaban).
-No. No me refiero al parcial- contestó el hombre extraño- ¿No tienen miedo de estar aquí solas, a esta hora?
-No- dijo Brenda, un poco confundida y extrañada por la pregunta del hombre- ¿Por qué habría que tener miedo de la biblioteca?- Mientras tanto, Antonella miraba hacia la puerta, por si algo pasaba, por si el hombre extraño se convertía en una amenaza, y debía correr o pedir ayuda. La pregunta del hombre la había incomodado mucho.
-¿Creen en fantasmas?- preguntó esta vez el hombre extraño.
-¡Ahhhh,no, no!- respondió Brenda más aliviada y riendo en tono burlón.- Esas cosas no existen- Antonella asentía con la cabeza ante la respuesta de Brenda, quien hasta ese cuatrimestre era su mejor amiga por todas las cursadas que tenían en común.
-¡Que lástima!- dijo el hombre- yo sí creo que existen los fantasmas.
En ese momento el hombre se dirigió hacia una pared repleta de estantes con libros de química y física. Se paró delante de esa pared, y la atravezó como si fuera untruco de magia, desapareciendo en menos de tres pasos y dejando detrás de si una estela fría de humo blanco apenas perceptible.
Brenda y Antonella quedaron atónitas. No emitieron sonido alguno. Ni un grito les salió. No tenían palabras para lo que acababan de ver. Salieron de allí ante la última amenaza de la anciana bibliotecaria.
Chicas quedaron frente a la puerta ya cerrada de la biblioteca, tratando de entender, de buscarle una explicación alo que había pasado con ese hombre delante de ellas hace menos de cinco minutos. De repente, Antonella le señala a Brenda un cuadro ubicado en una de las paredes de la biblioteca. En la parte superior estaba la foto del hombre que había desaparecida entre los estantes delante de ellas; en la parte de abajo había una breve reseña de quella persona.
“THOMAS, HERNAN. Profesor de la casa de 1948 al 2014”.
Hernán Thomas había muerto de un infarto en la biblioteca, un 13 de Junio.
Brenda y Antonella aprobaron el parcial de Química 2 y al poco tiempo se recibieron, pero no en esa universidad.
FIN