Aún en la tierra

Una adolescente la mayoría de las veces suele ser rebelde, pero yo no lo era. El motivo era en que no tenía padres como para serlo y debía cuidar de mi hermana menor. Luego del accidente vivimos con nuestros tíos, el día del funeral la hermana de mi madre dijo frente al cajón que vivamos con ellos, mi tío no aparentó estar de acuerdo debido a la expresión que se formó en su semblante, pero no dijo nada al respecto. En esa linda pero pequeña casa es como si viviéramos solas, ya que ninguno de los dos se mantiene presente durante el día a causa de sus trabajos. Al llegar tan tarde nosotras ya estamos en la cama, mi tía todas las noches para ver si estamos bien abre la puerta de la habitación donde dormimos, era la que solíamos utilizar de pequeñas. Hay veces que se queda varios segundos escrutando entre la oscuridad para luego retirarse.

Todo comenzó a tornarse extraño cuando oíamos por las noches como discutían, ella lo callaba pero él continuaba gritando que tenía que pensar las cosas. Mi hermana lloraba, tenía que pasarme a su cama para que logre dormir tranquila, durante el día me decía que en la escuela nadie le hablaba porque ella se veía triste. Yo había dejado de estudiar, debía ocuparme de ella. En momentos en que estaba sola en la casa oía como la cortina de la ducha del baño se abría y cerraba, debía ser el viento. Las manijas de las puertas se trababan por momentos, sabía que mi imaginación volaba cuando estaba aburrida. En ocasiones se cortaba la luz y yo salía a la puerta, desde ahí escuchaba como si hubiera alguien dentro de la casa.

Una noche lluviosa luego de cenar decidí llevar a mi hermana a dormir, pero en el momento en que ingresamos a la habitación y antes de encender la luz oí una voz suave y lejana, me resultó familiar pero no la reconocí, a la pequeña le dio un escalofrío pero no emitimos sonido, lo ignoré.
-No te vallas, por favor…me asustan los truenos.
-Espero a que te duermas y me voy a bañar-le sonreí
-Esta bien… -se acomodó en la cama y aguardé.
Una vez limpia me percaté que el sueño no me había llegado, y aunque no utilizaba la computadora decidí distraerme a pesar que se encontraba cerca de una ventana donde solo se veía oscuridad entre la tormenta.
Encendió la máquina… cargó el escritorio… la espera removió mis nervios, tal vez debía ir a dormir pero no quería estar dando vueltas en la cama. Me adentré en unas páginas de juegos no sin bajar el volumen de los parlantes, los colores atrajeron mi atención y me tranquilicé, aunque duró poco, ya que mi imaginación comenzó a hacerme pasar un mal momento… entre la lluvia, los truenos y el silencio del interior se formó el sonido de un quejido, no era mi hermana, se oía como de un hombre, mi sangre se heló y no logré moverme una vez que mi cuerpo se paralizó del miedo. Froté mis dedos unos con otros en señal de nerviosismo, pero continué ignorando aquello, ya no tenía el valor para levantarme.
Hubo una baja de tensión.
Del susto di un salto en el lugar, la computadora se había reiniciado como si me lo hiciera a propósito para provocarme más temor ante la espera. Una vez de regreso a Internet convoqué el historial para ingresar al mismo sitio, pero para mi mala suerte se me ocurrió solo bajar la vista hacia las otras páginas que se ingresó desde esa máquina.
El aire se espesó, se me hizo difícil tragar saliva, pero inútil y petrificada en el escritorio oí un susurro que provenía de la habitación donde dormía mi hermana. No podía ir, no tenía el valor para ponerme de pie. Una gota de sudor recorrió mi sien izquierda, lo único que podía hacer era esperar ante los pausados pasos que comencé a escuchar desde el cuarto, me encontraba indefensa ante algo que no conocía, los pasos se acercaban… clavé los ojos en la pantalla, las páginas donde habían buscado mis tíos se titulaban «¿Como hacer que se vallan los espíritus de una casa» «convocar espíritus» «Fantasmas en mi casa»
Todo lo que había escuchado no era imaginación.
Había algo dentro de la casa.
Se acercaba a mí.
Ante el terror no podía reaccionar, los pasos se detuvieron pero el sonido de los últimos estaban muy cerca, quería llorar, tirarme al suelo, pero se podía percibir su fétido aliento detrás de mi oreja, se acercó lentamente, imaginé una bestia con marcas del infierno por todo el cuerpo, me recorría un sudor frío insoportable, no podía gritar, no sabía como reaccionaría…no iba a poder escapar, habían muerto mis padres y ahora me iban a asesinar a mi, me desesperé, respiraba con dificultad, pero lo peor era que no me podía mover.
El peso de una mano se sintió en el respaldo de la silla, si moría no podía cuidar de mi hermana. Un trueno me hizo sobresaltar como si lo hubiera hecho la cosa, el aire espeso no me daba espacio para moverme, pero la silla cedió ante la fuerza y con un grito me lancé al suelo, lo que respiraba en mi hombro me sujetó el brazo y mi respiración se detuvo.

La puerta de entrada se abrió y mis tíos no me vieron tirada en el suelo, ellos me salvaron y aun así no podía dejar de llorar acurrucada en silencio.
-E,están las luces prendidas -dijo mi tía, seguía sin notarme, ella parecía algo callada.
-Solo ignora -dijo mi tío.
Ella caminó hacia el comedor, no miró el suelo, solo la pantalla de la máquina.
-No puede ser, está prendida y… -se paró frente a la computadora, yo no pude hablar, pedirle perdón por eso -las páginas… -desde ese lado no veía su rostro, pero mi tío se acercó, la tomó por los hombros y repitió que ignore todo -No puede ser, me arrepiento, no quiero esto -¿De que hablaba, nosotras? ¿tan grave fue que deje prendido todo?
-Tranquila…
-No -parecía histérica, pero hablaba algo bajo
-P,perdón -logré decir, me senté de a poco pero no me escucharon -¡Tía! -grité, pero nada ¿Por qué me ignoraba?
-¡No sabía que esto iba a pasar! -corrió hacia mi habitación, él la siguió, pero no entraron, los podía ver confusos y asustados.
-Vamos a dormir.
-No, quiero que se vallan… Solo lo dije en el funeral de los cuatro porque tenía miedo, no sabía a donde iban a ir sus almas.