Tú te preguntarás: ¿quién soy yo? Caminarás meditando acerca de eso, te cuestionarás día y noche. Fumarás, beberás, te drogarás, y aún así, nunca dejarás de pensar en mí. Todo el día estoy contigo, haciendo que te ocurran todo tipo de desgracias, y en las noches, mi solo recuerdo te priva del sueño. Tu humor cambia, tus amigos y familiares lo notan. Tus ojos pierden ese brillo que siempre los distinguió. Te vuelves frío, y tu cariño por los demás disminuye. La seriedad, esa sonrisa frígida que usas para disimular el odio con el que cargas. Tu vida da el giro que quiero que dé. Cierras las ventanas y puertas de tu casa. Crees que llegaré y tocaré tu hombro, pero no, ¿y sabes por qué? Porque ya estoy contigo. Siempre lo estoy. A veces me olvidas, y no sé cómo es que puedes hacerlo. Soy tú, soy todo lo que conoces de ti. Soy el bien, soy el mal. Soy la persona que te llevará a tu tumba. Aunque me conoces bien, prefieres pensar que no. Me has visto en el espejo del sanitario, y te doy tanto miedo que a veces ni siquiera quieres mirarte; sabes que estoy ahí. Pero, sólo tú sabes quién soy. Tus amigos no, ni tampoco tus familiares. Ya me conocerán, a su debido tiempo. Por ahora, les diré una cosa: ¡YO SOY QUIEN MUEVE LOS HILOS DE ESTE SER HUMANO! Veo todo lo que hace, escondido en un rincón donde él se atreve a mirar. Soy el diablo, soy la muerte, soy la locura, soy la incertidumbre. Soy el miedo mismo. Su vida está en mis manos, y en el momento en que lo decida él estará muerto. Disfrútenlo, que podría irse en cualquier momento. Ah, qué dicha. Sientes un escalofrío que recorre cada hueso de tu cuerpo mientras escribes esto. Adivina, soy yo. De hecho, gracias a mí estás escribiendo ahora mismo. Gracias a mí eres inteligente. Todo es gracias a mí. Has vivido todo este tiempo pensando que eras alguien único, especial y diferente. La verdad es que no eres nadie, y de no ser por mí estarías muerto desde hace mucho tiempo. Por ahora eres un vago recuerdo de la persona que todos a los que quieres conocieron. Nadie sabe quién realmente somos. Y tú, tú sólo eres un estorbo, y estás a punto de pasar a la historia. No mereces estar en un mundo en el que no encajas. Déjamelo todo a mí. Libérate de esta tensión. La noche es oscura como los pensamientos que cargo conmigo. La escenografía es bellamente colocada, en la espera de mi regreso. Los reflectores parpadean ansiosos, la audiencia espera a que la obra empiece. Estoy cerca, bastante cerca. Esta misma noche verás mi silueta carmesí, bailando la macabra danza de la muerte en las tinieblas de tu alcoba. Escucharás el azote de las puertas del cielo cerrándose, y los lamentos estentóreos de los condenados en el averno. Oirás como me rió, atestiguarás como mis ojos se encienden con infernal vigor. Y una vez que me escuches decir: “Que comience el show”, sabrás que te has ido para siempre. Alégrate, te quedan pocas horas. Pronto seré yo solamente. Saludos…
Alejandro.