Pesadilla de Insomnio

Todos hemos tenido alguna vez algún sueño fantástico que incluso pudimos seguir recordando durante el día, y esperar anciosa la noche para volver a ese mundo totalmente distinto…
Todos también hemos tenido una pesadilla, algo que no necesariamente tenga que ser agradable; mas bien, hay pesadillas horribles, que pueden darnos una idea de lo que puede significar la increíble capacidad de la imaginación del ser humano.
Pero… ¿Qué pasa cuando no se puede distinguir entre lo que es un sueño y la realidad que vivimos?

Desde donde puedo recordar, mi sueño tomaba presencia en una especie de castillo, con dos pequeñas plazas centrales cerradas de forma cuadrada, de aproximadamente 5 metros por 5 de sus cuatro lados. Ambos sectores se hallaban unidos por una especie de túnel, de unos 15 metros de largo… no tan oscuro pero las siluetas de la gente podían apenas notarse.

Todo iba maravilloso, la gente del grupo que estaba conmigo en una de las plazas cantaba y reía, pero yo me encontraba algo cansado, así que me dirigí hacia un rincón a poder recostarme tranquilo. Poco a poco las risas y canciones se alejaban lentamente de mi… y yo cerraba cada vez mas los ojos. Ojalá nunca lo hubiera hecho…

En cuestión de un parpadeo, me desperté en mi habitación, estaba oscuro y el silencio del cuarto me aturdía de una manera infernal. No estaba solo; alguien estaba recostado a mi lado. Sentí un leve murmullo que entraba por mis oídos, era una persona de voz fina, pero ronca, que hablaba en una lengua extraña, que al parecer era hebreo. No sólo podía sentirlo a mi lado; podía sentirme a mí mismo, cómo mi cuerpo permanecía inmóvil como una piedra. Sentía el frío del sudor recorriendo mi frente lentamente. No podía levantarme, ni siquiera mover los brazos… tenía una única opción: gritar. Intenté por un rato, pero no podía hablar. Mi boca estaba sellada por algún motivo. Los únicos sonidos que salían de mi garganta eran pobres gemidos roncos que apenas se escuchaban. Era como estar despierto y dormido a la vez..

Todo cambió cuando sentí una punzada en mi pecho. No sabía quién estaba a mi derecha, pero lo que tenía planeado no me gustaba para nada. Podía sentir la punta de la daga pinchando mi piel, y la presión era cada vez mas intensa. Era liberarme de esas infernales cadenas que me aprisionaban a mi cama o dejar que ese maldito demonio atraviese mi corazón; así que con todo mi esfuerzo y todo mi deseo de vivir, me erguí de mi cama lanzando un espantoso grito que hizo volver el silencio… Nadie además de mi mismo me pudo oír.

Intenté recostarme nuevamente, sin mirar a mi derecha, e intenté dormir. Pero la mañana azotó de repente y un cálido beso de mi madre me dio la bienvenida de nuevo a este mundo maravilloso.
Para la sorpresa que me dio un espejo de la casa, mi pijama estaba manchado con algo rojo en el pecho… sangre. Al quitármelo, pude observar el horroroso y profundo corte, y con una espantosa hemorragia que brotaba cual vertiente roja en mis propias carnes.

Creación propia.

Facu

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