De haber podido simplemente lo hubiese ignorado al igual que el resto, pero ya es tarde para mí. La culpa es mía por no hacer caso omiso a lo que no me corresponde.
Es increíble darse cuenta que aquello inexplicable y aterrador, para cada persona, no se esconde donde dicen los libros o los cuentos, mas bien en nuestro entendimiento y tristemente en nuestros lugares favoritos.
Cada vez que intento recordar el nombre de aquella fuente de sodas, un fuerte chirrido me paraliza de pies a cabeza por unos instantes. Si me logro acordar de su fachada simple con un cartel grande de luces de neón rojas que provocaban delirio. Por dentro sus dueños se preocupaban de mantenerlo limpio y a mi parecer ofrecían unos buenos sándwiches. Abrían de Lunes a Sábado y siempre veía a aquellos clientes habituales que saludaban a los dueños, los distinguía no porque los viera siempre adentro si no porque, al igual que sus dueños, jamás miraban aquella esquina del local, incluso al voltearse en dirección al rincón preferían hablar mirando el suelo.
Fue por eso mismo que mi curiosidad se volcó en aquella esquina del local, necesitaba saber por que motivo me hacia rechinar los dientes y sudar con tan solo míralo. Así que un día en vez de sentarme cerca de la entrada como lo hacía habitualmente me dirigí a aquel rincón y me senté en la única silla que había. Me percate que una vez sentado no lograba ver al resto de las personas ya que me tapaba unas cajas de mercancía, solo veía la cabeza del garzón que se movía de mesa en mesa. Hice señas al garzón para que me atendiera y una vez que se percató donde estaba, me quedo mirando perplejo por un instante, nunca olvidare su rostro pálido por el terror, que temblaba y que parecía murmurar una y otra vez “No…”.
En ese instante sentí que la chaqueta que llevaba puesto empezó a pesar mas y mas cada segundo, hasta que de un momento a otro el peso que producía en mis hombros era insoportable. A pesar de lo confundido que estaba logre quitármela con mucho dolor, pero al momento que me sentí aliviado me percate que no había nadie en el local, el sol se estaba poniendo y no quedaba nadie en la calle afuera del local. ¿Cómo era posible si había entrado al medio día hace unos minutos? No logre entenderlo, parecía estar dentro de un sueño. Un miedo súbito me hizo ir corriendo a la entrada, pero el piso del local estaba inundado por un líquido viscoso de color celeste, el cual derretía los zapatos que llevaba puesto.
Estaba a unos dos metros de la salida cuando vi la silueta de aquel “ser”, hombre o lo que fuera. El terror que sentí me impidió ignorarlo y tras mirarlo quede absorto. Lo único familiar de aquel ser es aquel sombrero antiguo que llevaba puesto, quizás un Homburg, de color negro. Su “rostro” era de color blanco agrietado, de encías rojas, ojos diminutos y completamente negros y además no tenia nariz. Era sin duda horrendo, no había palabra que lo describiera mejor. No pude reaccionar. Giro su cabeza en una milésima de segundo hacia mi e inmediatamente intento decirme algo apenas perceptible, si no fuera que al hablar escupía humo y residuos negros, como lo haría un motor antiguo al encender. Se levantó y al hacerlo pareció que cada uno de sus huesos se quebró por el estruendo espantoso que sonó. Se acercó a mi pausadamente mirándome fijamente con una sonrisa diabólica en su rostro. Una vez que estaba a unos centímetros de mi, me dijo con aquella voz quebrada, aquello que jamás olvidare..
-”No te iras sin darme algo a cambio, tú me creaste a partir de tus miedos y no estoy dispuesto a morir”
Y en ese instante acerco su mano a un costado de mi cara, sujeto mi oreja y la arranco lentamente de mi sin quitar su mirada de mis ojos. Se pegó lo que era mi oreja en su rostro, en aquel sitio que supuestamente debería ubicarse la nariz y rio tan fuerte que no aguante más y me desvanecí.
Desperté en una banca afuera del local y unos segundos después escuche gritar a alguien dentro de la fuente de sodas. Era la cajera que sostenía con unas servilletas lo que alguna vez fue mi oreja.
Sin duda el miedo es lo mas fuerte que podemos sentir, ojala les ayude a pasar de largo a aquello a lo cual deberíamos ignorar o sino no esperes vivir tranquilo.
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