Ventriloquia.

1965

Evangelina tenía 5 años cuando fue al teatro del centro del pueblo de Demencia a ver el espectáculo de “El gran ventrílocuo Germán”, que llegaba cada otoño para celebrar el cambio de estación (una tradición un tanto irrelevante).

Era un teatro grande y con mucho cupo para la gente. Evangelina y su madre estaban sentadas en la tercera fila justo en medio. El espectáculo se veía claramente y estaban relativamente cerca del escenario. Germán (el ventrílocuo) realizaba sus actos con sus muñecos en el escenario sentado en un banco alto con la caja a en el suelo de donde sacaba a sus muñecos (él era muy delgado, vestía ropa negra y tenía un bigote muy peculiar, tenía pinta de francés). Parecía que los muñecos de verdad hablaban y la voz de Germán desaparecía de la realidad. Podrías jurar que Germán de verdad interactuaba con los muñecos como si fueran personas vivientes. Era impresionante, casi mágico. En eso, Germán saca a Fluffy de su caja.

-Creo que es hora de que el público conozca a Fluffy, ¿No es así?- Dice con tono de actuación.

-Así es, Germán- Se escucha una voz ronca y aguda que proviene no de la boca del ventrílocuo sino de… la caja donde están los muñecos.

Germán saca un muñeco muy feo de la caja. Era gordo y viejo con verrugas en la cara y se veía molesto y malo. A partir de este momento el show se tornaría drásticamente en un acto oscuro, con diálogos de humor negro y un tanto inconvenientes. Debido a que el teatro estaba lleno de padres con sus niños, pues era un show para infantes (se supone), empezó la gente mayor a mirarse entre ellos con cara de duda como diciendo “¿Qué le pasa a este tipo?”. La madre de Evangelina tenía cara de disgusto y preocupación y ya pensaba en sacar a su hija del teatro antes de que siguiera.

En eso, mientras el ventrílocuo hablaba, su acto fue interrumpido por una acción voluntaria. Se acercó el muñeco al oído y éste pareció susurrarle algo que nadie podía escuchar. La cara del ventrílocuo cambio de una sonrisa burlona a una cara seria, con los ojos casi completamente abiertos y la boca medio abierta; era una cara de sorpresa y preocupación. El ventrílocuo se volvió al muñeco, con la misma cara que le surgió, y se le quedo viendo por unos segundos. Entonces el muñeco asintió con la cabeza. El ventrílocuo se levanta y asienta a Fluffy en el suelo junto a la caja donde guardaba los demás muñecos.

-Eh, supongo que… esto está que se acaba, pero antes de irme quiero agradecer al público que se presentó hoy con sus adorables niños- Dijo el ventrílocuo entre risitas de nervios y parecía sudar (sus manos temblaban también).

-Aún queda un acto más en esta noche… el gran acto final-  Esto último lo dijo con voz baja mirando hacia abajo. Se agachó y de la caja sacó una revolver gigante. Los padres comenzaron a hacer ruidos de desesperación y preocupación.

-Tranquilos, tranquilos, todo está bien- Repetía Germán el ventrílocuo. Apuntó el revolver con la mano derecha hacia un niño que estaba en la primera fila y jaló el gatillo. La bala penetró por el ojo del niño salpicando a los demás que estaban cerca en un baño de sangre. El niño cayó como un muñeco sin vida al suelo (que ironía). Con el brazo aún extendido apuntó hacia la segunda fila a otro niño. Tiró del gatillo y la bala pegó exactamente en el corazón del niño. Cayó inconsciente al suelo (moriría en los próximos minutos). En eso el ventrílocuo apuntó hacia la tercera fila… apuntó hacia Evangelina. Tiró del gatillo una tercera vez y le pegó la bala a Evangelina justo entre los ojos y la nariz. Una explosión de sangre proveniente de la cabecita de la pobre niña baño el vestido blanco de la mamá de Evangelina de un rojo oscuro, de sangre de su propia hija. Entonces Germán el ventrílocuo apunto su pistola en otra dirección. Se pegó la boquilla del revolver en su sien y jaló el gatillo de la revolver por última vez. Otra explosión de sangre bañó el escenario y la caja de sus muñecos. Cayó azotándose al piso con fuerza y quedo muerto mirando al público con sus ojos bien abiertos y pálidos.

Todo esto ocurrió en menos de 10 segundos. La gente estaba hecha un caos; gritos de madres desesperadas de escuchaban por todo el teatro; llantos de niños también. La mamá de Evangelina lloraba cargando a su hija muerta entre sus brazos.

-Eva… Eva… ¿Por qué, dios? ¿Por qué? Eva… Mi Eva está muerta… mi hijita-  Decía la madre envuelta en llanto. Sus ojos chorreaban más dolor que lágrimas. Entonces la madre miró al escenario y ahí estaba el muñeco llamado Fluffy; mirando con una sonrisa malvada directamente hacia la mamá de Evangelina sin hacer ningún movimiento, pareció entonces que todo el caos que había alrededor se esfumara y solo quedaran en el teatro el muñeco, la madre de Evangelina y el cadáver de Evangelina.

Este día se recordará en el pueblo de Demencia como un día de tristeza y de luto.

Creación propia

Rafael Millán

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2 comentarios

Me parece excelente la historia, es dramática, interesante, bien escrita y da lugar a la imaginación. Aunque podrías haberla alargado escribiendo algo como que Evangelina sobrevivía y contaba que vio u oyó algo raro respecto a Fluffy.

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