La emparedada.

Llevo años viviendo en la misma casa; Una casa de dos pisos separados y un tercer piso que está sólo conectado al segundo. Al mudarme aquí, la casa estaba en mal estado, no acaba de construirse ya que por nuestra situación económica tendríamos que soportar esa casa por unos meses y luego arreglarla.
Con el paso de los años, yo sentía algunas cosas extrañas en esa casa, y en la que queda abajo (que es de mis abuelos) cuando me dejaban sola y me sentaba en la oscuridad a ver televisión para no fijarme en la penumbra.  Sentía como su hubieran ojos observándome del papel tapiz del cuarto de mi abuela con papel floreado, y tendía a escuchar ciertos ruidos como pasos, gritos ahogados o murmullos.
Hace aproximadamente  un año que oigo risas también, aunque eso sólo cuando estoy sola en la casa, o cuando todos están dormidos.
Trataba de explicar esos ruidos, pero cada vez que encontraba una razón para esos gritos y murmullos, algo lo contradecía. No podían ser mis abuelos ni vecinos, porque todos son gente anciana que detesta cualquier tipo de ruido. Ni mis padres, porque siempre que oigo los gritos están fuera de casa o dormidos.
Finalmente me convencí de que era mi imaginación y exageraba las cosas en mi cabeza, aunque aun seguía oyendo esos gritos y ruidos, y a medida que avanzaba el tiempo sentía una sensación inexplicable de terror al pasar frente a un espejo en mi casa, o al entrar en mi habitación.
Mi prima menor, que es religiosa a diferencia mía, me visitó en diciembre del año pasado, época para la cual aun sentía muchísimo miedo por los ruidos y sensaciones, pero ya me había convencido de que estaba todo en mi cabeza. Ella me confesó que sentía lo mismo que yo le había descrito en mi casa, que rezaba porque sentía que la observaban, y oía los ruidos y gritos al estar sola. Me sugirió que consiguiéramos agua bendita y rezáramos. A pesar de no ser religiosa acepté, y en cuanto rocié el agua bendita en mi habitación sentí un alivio en el pecho, algo raro, una sensación de que estaba libre y salvo.
Estuve así durante algunos meses.
Anoche, el día 5 de abril de este año, escuché murmullos más fuertes en mi alcoba, los murmullos de nuevo. Ahora era más claro: «Te extrañé mucho«. Una voz como de una niña, apenas audible, aunque sonaba vacía, como de alguien triste que ha perdido las esperanzas. Mi ave mascota se volvió algo loco en su jaula luego de oír la voz. En este momento, oigo los pasos y los murmullos. Sé de quién son, me enteré hace meses de la boca de mi abuelo moribundo. Habían conseguido la casa muy barata porque un tipo demente había emparedado a su hija de ocho años mientras la construían, sólo porque no quería perder la custodia de su hija y satisfacer los deseos de su ex-esposa. Y ahora, me siento frente a una computadora pensando «¿Cómo liberar a la niña?».

Vivencia propia

thevirginsuicide

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