La Tienda

Robert era un chico que le gustaban muchos los aromas, disfrutaba mucho con todo tipo de inciensos, velas y aceites aromáticos; nunca fue un gran creyente en eso de que el incienso ayudase a ahuyentar espíritus y malas energías pero si reconocía que tales cosas ayudaban a crear un ambiente tranquilo y relajante, el cual le gustaba mucho y ayudaba a combatir ese sentimiento de soledad que tiene un muchacho apegado a su familia cuando le llega la hora de irse a vivir en una habitación de residencia.

Aprovechó un día de universidad en el cual los profesores no asistieron a dar clases para irse con sus dos amigos a dar una vuelta. Uno de sus amigos sugirió visitar un centro comercial de cuyos locales eran dueños inmigrantes Chinos, allí según su amigo se podía conseguir todo tipo de cosas extravagantes desde replicas de espadas hasta videojuegos raros, que eran la afición común entre Robert y sus amigos. Una vez llegado
al sitio, no muy lejos de la entrada principal, Robert se sintió atraído por una extraña tienda esotérica de la cual emanaba un olor raro, no era desagradable sin embargo era fuerte y penetrante; les dijo a sus compañeros que se había acordado de que su Abuela cumplía años ese fin de semana y entraría alli para ver si encontraba algo para regalarle (Robert nunca había confesado su gusto por los aromas a sus amigos, por temor a perder su respeto),  le señalaron una tienda mas adelante que establecieron como punto de encuentro y siguieron su camino. Robert se dirigió a la extraña tienda.

Una vez adentro, sintió una extraña sensación…que le decía que no se encontraba en un sitio del todo bueno, sin embargo pensó que era solo tonterías de su imaginación, aunque empezó a notar ciertos aspectos inquietantes en la tienda. Observo que vendían figuras de santos, sin embargo aquellas figuras eran raras y no había recordado nunca en su vida haberlas visto con esos rostros como lo que tenían las extrañas figuras en aquella tienda, tenían una imagen de un Cristo en la cruz, su cara era rara, en vez de mostrar sufrimiento o pena, mostraba un morboso placer; como si  disfrutara la crucifixión…también vio otra imagen de un Buda gordo que sostenía un saco, solo que en vez de tener la cara sonriente como la recordaba, tenia una cara de una vil ambición; como si iba a matar a todo aquel que intente tocar el botín que llevaba a cuestas, estos detalles al principio lo sorprendieron pero al final resolvió que seguramente había visto mal esos rostros por la débil iluminación que había en ese sitio. habían mas figuras y formas sin embargo Robert no presto mucha mas atención y se dirigió a un puesto cerca de la caja que era donde estaban los inciensos.
Cuando llego allí inmediatamente se le apareció un señor asiático de mediana edad, con un ojo blanco, tenia una extraña sonrisa, aquel señor le dijo amablemente:

¿que andas buscando muchacho? es muy raro ver a gente de tu edad interesado en estas cosas…

Señor…solo estoy viendo los inciensos, es lo único que me interesa- Respondio Robert en un tono a la defensiva

¿con que te gustan los aromas eh? se nota que eres un chico especial, y por eso te ofrecere algo especial- Dijo el señor sin perder el tono amable

Robert al principio le pareció extraño el ofrecimiento, pero a la vez  justificaba la entrada a esa tienda, ya que si se encontraba en una tienda de objetos raros era para conseguir aromas raros, no de los que comúnmente se consiguen. El señor le dio un extraño paquete sellado negro…el cual tenia pintado unos símbolos, no eran chinos.

Seguramente esto te guste, me lo han traído de tierras lejanas. Es un aroma que los reyes de civilizaciones muy antiguas usaban, su aroma es unico- Indico el vendedor. Robert observo que el paquete tenia una especie de apertura en un lado, se lo acerco a la nariz y pudo sentir el olor mas exquisito que jamas hubiese experimentado, sintió que su alma se elevaba fuera de esa tienda y que sus sentidos se fundieron en un profundo gozo. Aquella debía ser mas o menos la sensación que experimentaban los adictos al crack o a otras drogas, pensó Robert, el cual cuando volvió en si luego de ese breve conato de frenesí, pregunto violentamente:

¿Cuanto cuesta señor?

oh, nada chico es un regalo- respondio el señor con una sonrisa de boca abierta de par en par- Te obsequiare este primer paquete por ser tu primera vez aquí, ademas que no es muy común ver a un chico interesado en este tipo de cosas.

Robert se sintió halagado, pensó que seguramente a esa tienda no iba  mucha gente a comprar así que el dueño intentaba ganarse clientes con ese tipo de gestos. agradeció enérgicamente al señor y después se retiro del sitio. Mientras se iba acercando a la salida de la tienda sentía una sensación de haber hecho algo que no debía, tal vez se equivoco al haber aceptado tan relajadamente el inesperado obsequio…hasta que se fue.

después Robert se encontró con sus amigos y pasaron hasta bien entrada la tarde visitando el resto de los locales del centro comercial, hasta que llego la hora de despedirse de ellos en la que cada uno se iba a sus residencia, Robert se iba en un autobús diferente al de ellos que lo dejaba a un par de cuadra de donde se residenciaba. Ya se encontraba en su habitación, agradeció su buena suerte porque después de haber llegado había empezado a llover muy fuertemente, como si el cielo hubiese estado esperando a que el se guardara antes de empezar su estampida.

La habitación de Robert era sencilla pero muy acogedora, tenia un escritorio con una pc, un armario, una cama y una mesita de noche con una lampara de lava roja, le gustaba esa lampara porque se la había regalado su madre antes de mudarse. también tenia su propio baño, lo que le resultaba un gran alivio, no se imaginaba viviendo en una de esas residencias donde tenían un baño en común, a Robert le gustaba la privacidad. Se quedo hasta bien entrada la noche jugando y  viendo el facebook hasta que le entro el sueño y decidió que era hora de irse a la cama. Ya se dirigía a la cama cuando se acordó del obsequio que le había dado aquel hombre asiático, tomo el paquete y lo destapó, adentro había una pirámide negra…él conocía muy bien los inciensos en forma de cono, pero aquel tenia forma mas piramidal e incluso tenia extraños relieves en los lados. Penso que al tener forma piramidal seguro esos relieves eran algo así como jeroglíficos egipcios, así le daban algo de personalidad a esa figura, con zippo dorado que tenia encendió la punta de la pirámide.

Un humo delgado salia de la pirámide serpenteando por toda la habitación, el olor que emanaba la pirámide de incienso era tan exquisito como lo había percibido en la tienda, se sentía relajado y no le costo mucho quedarse dormido en esa atmósfera de falsa paz. Robert no sabe exactamente cuanto tiempo pasó desde el memento que se había quedado dormido, solo sabia que su sueño fue interrumpido por una extraña sensación de acecho…como si lo estuviesen observando, al abrir los ojos empezó a sentir el horror, sus ojos no veían nada mas que un humo espeso que lo cubría todo, que mas que humo parecía una niebla negra que lo cubría todo con un manto de oscuridad antinatural e interminable, intento encender la lampara de noche y se horrorizó al ver que no estaba ahí, de  hecho eso le sirvió para comprobar que no estaba en su cama como lo recordaba, se había despertado en el suelo. Empezó a recorrer la habitación con pisadas nerviosas y comprobó que nada del mobiliario que allí tenia lo encontraba, de hecho la habitación le empezaba a parecer mas grande de lo debido, pues el sabia muy bien que para la cantidad de pasos que había dado ya debía haberse encontrado con una pared…aquello le parecía tan loco que pensó que se trataba de una horrible pesadilla vivida, pues nada de lo que estaba pasando tenia relación alguna con la lógica o lo natural, una energía de locura y terror le recorria todo el cuerpo y su corazón se empezó a acelerar, presentía el peligro en todos lados y hasta al respirar sentía algo pesado, Robert partio a correr y a correr, sea donde sea que se encontrase no estaba en casa…intentaba aferrarse a la lógica y a la razón con pensamientos desesperados, quizás un grupo de bromistas lo habían agarrado y lo llevaron fuera de casa, pero el sabia muy bien que en la residencia donde el vivia  solo habían  2 chicos mas de su edad  con los cuales nunca había compartido mas que un saludo de  cortesia y el resto de las personas que allí habitaban eran mayores y no los creía capaz de hacer ese tipo de bromas.
Aquella oscuridad era la mismísima locura, Robert llevaba corriendo ya cerca de 10 minutos y no se topaba con nada, no había paredes, objetos, nada e incluso el suelo le parecía raro, no era del todo solido…su cordura le abandonaba a pasos agigantados, casi a la misma velocidad con la que corría. Definitivamente sea donde sea que se encontrase no estaba en su habitación…y quizás ya no en este mundo, pues nada en este mundo eran tan lejano a la razón y al orden que él conocía, empezó a escuchar voces totalmente inhumanas, eran como cánticos o mantras en una lengua extraña, desconocida para sus oídos, pero no veía nada; era como si aquella oscuridad hubiese cobrado vida y quisiera hablarle. Estaba cansado pero luego de escuchar esas voces una vitalidad sobrehumana lo ayudo a seguir corriendo cada ver mas rápido de aquellos sonidos, cosa que resultaba fútil porque a pesar de que corría cada vez mas, no sentía la sensación de alejarse del origen de esas voces, escuchaba aquellos horribles sonidos junto a él en todo momento. Al final debido a las limitaciones, propias del ser humano, Robert ya no pudo mas y tuvo que parar a recuperar el aliento con una respiración profunda a la vez que rápida, se lamentaba no haber prestado atención a esa sensación intranquila que sintió en aquella tienda, pues otra sensación le embargaba y le decía que todo aquello que estaba pasando tenia relación con aquella pirámide negra de incienso…algún oscuro propósito estaba cumpliendo aquella maldita cosa. Luego, empezó a sentir risas de satisfacción y locura en todos lados, escuchaba risas malsanas de niños, mujeres, hombres y de cosas no humanas también, estaban complacidos como si les hubiesen hecho una ofrenda, empezó a sentir algo en su interior, ahora cada vez que respiraba sentía como si aspiraba el infierno mismo, se le hacia mas pesado y también sentía como algo le empezaba a quemar por dentro, al principio empezó como un calor incomodo que luego se fue agudizando, ahora sentía como si se le estuviesen incendiando las vías respiratorias, como si en su interior hubiese un incendio que lo calcinaba todo. sintió como sus extremidades se deshacían e incluso vio como una mano se le cayo al suelo convertida en una sombra negra que levemente reflejaba lo que una vez fue, sus ojos abandonaron sus cuencas y estallaron y el resto de su cuerpo callo y se deshizo fundiéndose en aquel suelo oscuro.

Robert nunca mas fue encontrado, y a pesar de que la policía investigo la habitación donde se residenciaba no encontró nada mas que los restos de ceniza de aquella pirámide negra, la policía cerro el caso como uno de los inexplicables, pues no había pistas o indicios de suicidio, asesinato, secuestro y los compañeros de residencia jamas lo vieron salir ; sencillamente era como si hubiese abandonado este mundo así sin mas, irónicamente así fue.
El hombre asiático estaba en la tienda leyendo el periódico con la noticia de un joven desaparecido sin dejar rastro alguno, hizo una pausa para tomar una taza de té y empezó a hablar en una lengua extraña, ajena a lo humano, e hizo una mueca expresando una satisfacción como la de un sirviente bien recompensado por sus señores.

El usuario que envió el post no ha proporcionado información sobre la fuente.

pajarodelterror

Please wait...

3 comentarios

¿Quieres dejar un comentario?

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.