Familia de tres más uno

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Siguen la misma rutina cada día. El niño se despierta por el sonido de esa desagradable alarma a las seis de cada mañana, de lunes a viernes. Escucho con cuidado las sábanas mientras él se sacude y da vueltas tratando de forzarse a despertar. Si se llegase a dormir de nuevo entre el abrazo cálido de su cama, siendo su rostro acariciado dulcemente contra la almohada hinchada, su madre vendría.

Ahora bien, la madre se despierta a menudo a las cinco de la mañana, en ese momento precioso en el que los primeros rayos de sol aún están caminando junto al resto de las criaturas de la Tierra. Aún puedo moverme libremente durante esa ventana de tiempo, pese a que sea riesgoso. La veo levantarse, mientras que su esposo sigue acostado silenciosamente, aún consumido por un mundo de sueños. La sigo al baño y veo cómo se limpia la cara, se cepilla los dientes y se prepara para el día. Cuando baja para hacer el desayuno, nos separamos y visito al niño. Como mencioné antes, en ocasiones él se queda dormido más allá de la hora, como sucedió hoy. Me estiré y me relajé, esperando la llegada de la madre; siempre es placentero estar en compañía de mi familia.

Llegó de acuerdo a la rutina. Con el desayuno listo, no lo deja dormir mucho tiempo más. He observado esto semana tras semana, y mi humilde opinión es que comportamientos como este le hacen creer al niño que puede dormir cuanto plazca.

Estos hábitos es lo que me da fortaleza, lo que me da confianza. Mis ojos siguen la puerta mientras se abre y veo las pantuflas acojinadas de ella aproximándose. Su piel huele tan dulce. Para una mujer de su edad, su suave carne está tan fuertemente envuelta en sus piernas, que enfocarme en su aroma es lo único que puedo hacer para tranquilizarme y no catapultar mis instintos. Dejo que llene mis fosas nasales y dejo que su voz baile entre mis oídos.

Camina afuera del cuarto y, de pronto, mi visión es oscurecida por pijamas de caricaturas y pies descalzos. Sus dedos son tan pequeños, tan detectables; pequeñas delicias en pies pequeños. Me estiro para tocarlos, mis garras abandonan el refugio en la oscuridad que oculta todo lo que asusta por la noche. La luz quema mi piel cuando mis garras brotan desde abajo de la cama. Las froto contra su ropa, estando tan cerca a esa perfección joven. El dolor viaja por mi mano y luego por mi brazo; es, casi, más de lo que puedo soportar. Me estiro para alcanzar su tobillo y él da un paso lejos. Meto mi mano de nuevo bajo la cama, curando las quemaduras, pero el suspenso de la caza me llena de alegría. Estoy tan orgulloso de lo buena que es ella con él, y de cómo está creciendo en un hombre joven. Me combino con las sombras y desaparezco de su cuarto.

El padre sigue dormido. Ahora son las siete de la mañana, el bus del niño debería llegar pronto, y vaya que me hará falta. Contemplo la idea de seguirlo a la escuela, pero el riesgo le gana a la recompensa. Pese a lo emocionante que el pensamiento puede ser —merodear el patio de una escuela, agraciado por bocados en toda dirección—, lo último que quiero es dejar mi casa desprotegida, para luego venir y descubrir que fue reclamada por otro. No, tengo que defender mi hogar, defender a mi gente hasta el amargo final.

Vi dormir al padre desde su clóset La puerta fue dejada abierta esta mañana. Él me desagrada, no es una persona placentera. Su carne está inundada en suciedad y solo se baña cuando es forzado por la esposa. Termino anticipando su salida al trabajo muy a menudo. Desde que cambió su horario a un turno más tarde, me di cuenta de que mi rutina había sido alterada. Oh, cómo extraño los días en los que se iba antes de que la esposa se levantara y podía tenerla para mí solo; cómo extraño poder estar ahí para el niño y admirar la belleza de su ignorancia. Ahora me temo que debo andar de puntillas desde la mañana hasta la tarde. Mi tiempo a solas con la mujer ya no es tanto. Sí, puedo verla desde los espejos, o frotarme contra ella mientras se hunde en el sofá, pero ya no poseo el lujo de la libertad. El padre se va un poco después de que el niño ha vuelto, y encuentro consuelo en esto. El sol comienza a bajar por el horizonte cuando se va a trabajar.

Si la noche domina el cielo, puedo moverme como desee dentro y fuera de mi hogar. Bueno, antes solía ir afuera. Últimamente he tomado consciencia de las miradas indiscretas hacia mi familia, ocultas por la oscuridad. Estoy tentado a deshacerme de ellas, pero no sé cuántos esperan, y no puedo arriesgarme a dejar a mi gente expuesta. Los de mi especie se vuelven muy envidiosos contra aquellos de nosotros con casas y familias propias; buscan destruir nuestros éxitos y arruinar todo en lo que trabajamos tan duro para lograr. He estado mirando por la ventana cómo las sombras saltan de luz en luz, y contemplo si los menos afortunados pueden ser útiles para mí. Quizá tome una decisión pronto, quizá mañana por la noche tenga una conversación con algún pequeño.

Tienen un nombre para hoy: sábado. Alojo sentimientos ambivalentes por este día. Tengo a mis humanos por más tiempo, pero esto también significa que el sucio se tira en el sofá, enterrando inmundicia en su garganta y ladrándole a mi gente como una bestia salvaje. Hoy fue una verdadera prueba de mi autocontrol. Hoy golpeó a mi niño.

El pequeño estaba corriendo, hablando de su semana escolar y las cosas simples que su cerebro había consumido. Estaba tan emocionado. Yo, al igual, estaba muy emocionado, y quería abrazarlo y compartir mi orgullo. Miraba cómo esparcía su felicidad a través de la casa, pero la ansiedad y el miedo me ganaron cuando se acercó a su padre. Pude ver lo que iba a pasar mientras el niño tomaba la manga de su padre y hablaba más fuerte que la televisión con la débil esperanza de recibir atención. Vi el desdén en la mirada del grande. Sentí el estruendo de su gruñido mientras el niño continuaba. Mis garras se clavaron en mis manos mientras esperaba, desesperado.
Luego pasó: golpeó a mi niño gritándole insultos. El niño huyó hacia su cuarto conteniendo las lágrimas, decidido a no mostrar su dolor. Entré en conflicto por la necesidad de seguirlo y la urgencia de abrir por la mitad a esa bestia y colgarla desde sus tripas. Sábado fue el día cuando decidí que él se tenía que ir.

La noche cayó rápidamente. Una vez que estuvieron en sus camas, salí. Podía ver los ojos hambrientos mirando desde los arbustos, árboles y techos; estaban muy impacientes por reclamar mi casa. «Solo necesito a uno de ustedes», rugí en tanto mi complexión bien alimentada se elevaba por sobre las criaturas inferiores. «Estoy buscando un poco de Lujuria», llamé, y ni un momento pasó antes de que varios demonios hambrientos surgieran delante de mí. Se cortaron y destruyeron entre sí, hasta que cogí a uno más pequeño y lo levanté por su cola; los otros desaparecieron lentamente en la oscuridad. «Tengo un trato para ti. Compartiré mi riqueza contigo a cambio de la eliminación del hombre de esta casa. Necesito que sea discreto, y me enfurezco más por cada vez que no puedo mutilarlo. ¿Me ayudarás?», finalicé sin darle ni siquiera espacio para negarse. La criatura se veía obediente, así que cerré mis manos sobre ella y volví a la seguridad de mi hogar. Subí las escaleras a zancadas y pronto estaba mirando las fauces abiertas de aquel monstruo que roncaba junto a la hermosa mujer que tanto me importaba. Una vez más, sostuve mi nueva arma por su cola y la dejé caer en la boca del hombre. Se deslizó sin esfuerzo por su garganta y no interrumpió su sueño. Me sentí aliviado.

Conforme los días pasaban, el padre se distanciaba más de su familia. Ganó un aumento en el trabajo, tomó más horas y casi siempre estaba lejos por negocios. Mi vida mejoró exponencialmente, pero este era solo el comienzo.

Veía a mi niño dormir pacíficamente. Quería acercarme, pero, si lo hacía, él no sería el mismo. Mientras me perdía en pensamientos felices, fui interrumpido por gritos en el cuarto de los padres. El padre vino a casa intoxicado esa noche; esto no era una ocurrencia extraña, pero cometió un error. El padre debía de estar en un viaje de negocios ese fin de semana. No solo estaba en casa un día antes, sino que también había lápiz labial en su cuello. Mi corazón se llenó, hinchado de alegría mientras la esposa lo golpeaba con una lámpara y lo echaba de la casa. Encontró la fuerza para deshacerse de ese peso muerto y yo estaba muy orgulloso de ella por eso. Finalmente íbamos a ser una gran familia feliz.

Y… mi familia ha estado bien, solo que algunas cosas han cambiado. Están complacidos, se ven contentos con sus vidas. Genuinamente felices. Yo, también, quiero estar feliz por ellos, pero me siento descolocado. Cuando el padre estaba cerca, me sentía tan enojado, tan alterado, pero era fuerte y contaba con un gran poder.

La madre ha desarrollado hábitos nuevos, admitiendo su error cuando se equivoca, o reemplazando el castigo por lecciones. Se ha vuelto humilde. Si son felices, ¿no podré serlo yo también?

Pero me siento débil, me siento enfermo y creo que he estado perdiendo peso. No pensé a fondo lo que hice y ahora voy a morir por eso. Nunca sabrán que existí, no me extrañarán y me pudriré en las sombras. Solo espero que el niño pueda pelear contra los demonios que harán un nido en este hogar. Tendrá que perdonar a su padre o invitará a la Ira. Debe estar activo en la escuela para evitar a la Pereza. No puede caer en las influencias que consumieron a su padre.

Espero que la madre también se mantenga fuerte, y que lo cuide. Cuando la Lujuria poseyó a su esposo, no tuvo que lidiar más con una relación abusiva. Pudo superarlo y estar satisfecha… Ya no tenía que ser soberbia, pero eso es lo que yo nunca dejaré de ser: Soberbia.

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La traducción al español pertenece a Spoby (contribuidora). Fue escrito en inglés por AlwaysStayIrrelevant:
http://creepypasta.wikia.com/wiki/User:AlwaysStayIrrelevant

Spoby

Hasta que el león aprenda a hablar, todas las historias glorificarán al cazador.

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