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Misanthropy ha respondido al debate Pesadillas perturbadoras ¿cuál ha sido su más grande y escalofriante pesadilla? en el foro ¡Preséntate! hace 11 years, 6 months
Tuve una muy dura pesa nada pesadilla hará ya varios años. Tendría unos 8 años. El sueño en sí no era nada fuera de lo normal, ni aparentaba una inminente vuelta a pesadilla.
Era verano, sin embargo, estaba todo nublado. En compaña del gris oscuro cielo, todo empezaba a tornar un ambiente de tormenta. Estábamos en un bosque: yo, mi hermano, mi madre y mi padre. Todos se comportaban de forma extraña, no sabía que pasaba. Nos encontrábamos de vacaciones en una pequeña y recatada cabaña de madera, que daba a un amplio e infinito prado, que solo se fundía en el horizonte con la imponente y onírica muralla de unos altos árboles, quizá robles, que distendían a través de todo mi campo de visión. Todo anocheció de repente, y mi madre, asustada, comenzaba a encender velas de forma muy precipitada. Mi padre agarraba una oxidada escopeta de doble cañón, y yo confuso como era de esperar, contemplaba la escena sin saber que hacer.
Comenzaron a oírse aullidos, y el prado se llenó al instante de una inmensa manada de lobos que corrían hacia nuestra cabaña. En un instante, estuvieron frente a nosotros. Mi madre abrazaba a mi hermano, aferrándose a él como si no quisiera que se lo llevase nada en este mundo, mientras me gritaba para que me fuera con ella. Mi padre estaba en el porche, disparando y pateando, pero una vez se quedó sin munición, todas aquellas bestias se le lanzaron. Grité, con el único fin de comprobar si seguía vivo, y la única respuesta fue la de un enorme lobo que se me abalanzaba abriendo sus fauces, mordiéndome en el cuello y obligándome a despertar.
Como último detalle, me asusté tanto que al intentar llamar a mi madre para que me diera un tanto de consuelo, las palabras no salían. Era como si sintiera su gélido y férreo mordisco en mi cuello. Entre lágrimas y sin siquiera poder moverme a la par, me quedé con los ojos bien abiertos, escrutando sombras y ansiando el amanecer durante tres horas que se me hicieron eternas.