!!Mírame!!

   

¿Por qué? ¿Por qué yo?  ¿Acaso hice algo malo a alguien? ¿Acaso fui un mal hijo o un mal amigo? Son las preguntas que me hago desde ese maldito día que me cambio, todo en mi vida. Escribo esto para desahogar mi miedo, mas bien mi impotencia al no poder hacer nada; sigo sintiendo la sensación de que me observa, no sé desde donde lo  pero sé que lo está haciendo. Mi continuo calvario comenzó en el funeral de mi abuelo, un hombre excéntrico que le gustaba recolectar cosa muy extrañas. Mientras estaba ahí con mi familia llorando por su perdida, noté algo raro entre los que fueron. Había un hombre de edad con un gran baúl en sus manos, pensé que era uno de los amigos de mi abuelo pero su mirada no era de tristeza como los demás, más bien era una mirada muy fría. Al terminar el funeral fuimos a la casa de mi abuela para acompañarla un rato más, después de un rato noté  que en la casa también estaba el hombre del baúl. Se acercó a mi abuela, le dijo unas cuantas cosas y después me miró y poco a poco se me iba acercando. Al estar cara a cara conmigo me pregunto si era el nieto mayor de mi abuelo, le respondí que sí, el hombre sonrió levemente y luego se puso serio para decirme unas palabras: «Soy el dueño de una tienda de antigüedades extrañas, tu abuelo me compró el objeto del baúl; me dijo que si le pasaba algo a él, se lo diera a su nieto mayor». Pausó un momento y de su bolsillo sacó una llave que parecía muy antigua y volvió a hablar: «Con esto podrás abrir el baúl; pero si quieres respetar la voluntad de tu abuelo, ábrelo cuando estés totalmente solo». Él hombre se dio media vuelta y se marcho de la casa dejándome la llave y el baúl. ¿Por qué? ¿Por qué lo acepté? ¿Por qué mi abuelo me dejaría algo así? Si tan solo hubiera sabido algo de lo que sucedería, jamás hubiera aceptado aquel presente; pero ya no puedo hacer nada más, tan solo escribir esto, así que continuaré. Llegué a mi casa con el baúl pero no les dije a mis padres acerca de la llave para que no me insistieran en abrirlo, dejé el baúl en el ático para que ellos se olvidaran de este. Al cabo de unas 3 semanas ya me había olvidado de lo sucedido aquel día, pero buscando una libreta entre mis cosas encontré la llave de aquel baúl. Todo lo que me dijo  aquel viejo se me vino a la mente y subí al ático para por fin abrir  el baúl. Como estaba solo en mi casa no había ningún problema, al ya estar arriba buscando lo encontré, estaba tapado con una sábana negra. Me acerqué, le retiré la sábana y lo pude ver;  me quedé mirándolo por al menos unos cinco minutos, tomé el candado e inserté la llave. Un frío intenso recorrió toda mi espalda, tenía la sensación de que algo malo sucedería pero continué girando la llave hasta que el baúl se abriera. ¿Por qué? ¿Por qué no hice caso a esa sensación? ¿Por qué termine de abrir ese baúl? Son las preguntas que se me aparecieron en la cabeza y aquel momento y hasta ahora rondan en mi cabeza. Abrí el cofre lentamente y poco a poco podía ver su interior y al ya abrirlo todo me asomaba con cautela y de pronto vi unos ojos espeluznantes. Me tiré hacía atrás por el espanto, no pude ver bien que era eso así que por curiosidad por saber que era eso no tuve otra opción más que volver a ver que era eso. Tragando saliva me acerqué al baúl y con un movimiento rápido asome toda mi cara en el baúl y lo que vi me sorprendió. Era un espejo, tan solo un espejo que estaba pegado en el fondo del baúl, lo que vi era simplemente mi reflejo. Me sentí aliviado, llevé el baúl a mi cuarto para poder guardar unos libros en él. Ya al guardarlos cerré el baúl sin candado, para evitar tener que romperlo por si se me perdía la llave. Me eche a mi cama, prendí la radio y puse la estación que más me gustaba para relajarme un rato, estaba todo tranquilo hasta que escuche un leve susurro. Bajé el volumen para ver si venía de la radio, no escuchaba nada así que iba a poner otra vez el volumen pero otra vez volví a escuchar el susurro. Pensaba que era solo mi imaginación pero luego escuche claramente una frase, la frase, esa maldita frase que cambiaría mi vida: «Mírame». Un horrible escalofrío pasó por todo mi cuerpo cuando supe que la voz venía del baúl; estaba petrificado y no sabía que hacer, pero algo en mi interior hizo que me acercara al baúl y al ya estar cerca a él lo abrí y poco a poco iba sacando los libros hasta que pude ver el espejo. Solo estaba mirando mi reflejo, no había nada más, pensé que todo era solo producto de mi imaginación así que me paré y me iba a ir del cuarto pero antes de poder abrir mi puerta volví a escuchar esas escalofriante voz diciéndome: «Ya te vas, ven mírame». No me lo creía pero supe que la voz provino del baúl, no entendía como esa voz podía provenir de mi baúl, escuché esa tétrica voz repitiendo «Mírame» al menos cinco veces hasta que pude mover mi cuerpo y acercarme otra vez al baúl y al arrodillarme  pude ver mi rostro en el espejo otra vez. Creó que me quede unos tres minutos mirando mi imagen hasta que me levanté sin perder la vista del espejo, y de pronto; lo que vi cambio radicalmente mi perspectiva de la realidad, vi como mi reflejo me dijo: «No te vayas, quédate y mírame»; di un grito de horror al ver eso, sentí como mi sangre se me helaba, sentí como si tuviera un nudo en la garganta, no podía moverme; aunque mi rostro demostraba un horror extremo, mi reflejo mostraba una perturbadora, macabra, hasta puedo decir enfermiza. En unos movimientos que duraron pocos segundos tomé el candado y cerré el baúl. Di unos pasos hacía atrás y me estaba persignando, aunque no era muy creyente, salí de mi cuarto y me fui a la sala. Encendí la tele y estuve ahí hasta que mis vinieran. Al llegar ellos nos fuimos a cenar a un restaurante ya que a mi padre lo ascendieron en su trabajo, volvimos a casa y me fui a dormir pero cuando estuve en mi cuarto sentía mucho miedo de volver a oír esa voz, pero durante toda la noche no la volví a escuchar, guarde la llave debajo de mi almohada y me dormí.  Era de mañana y me había levantado con pocas ganas de hacer mis cosas, al momento me acorde de todo lo que me pasó ayer y moví mi cabeza para ver el baúl. Mis ojos no creían lo que veía, el baúl, el baúl estaba abierto. ¿Pero cómo? ¿Cómo diablos se había abierto? Busqué debajo de mi almohada la llave pero no la encontraba, también revise alrededor del baúl y no estaba el candado. Me comencé a asustar y corrí al cuarto de mis padres para preguntarles si ellos fueron los que abrieron el baúl, pero ellos me contestaron que ni siquiera sabían que aquel baúl estaba en mi cuarto. No sabía lo que pasaba, me fui al baño para mojarme la cara y así poder relajarme. Entré al baño me moje la cara y cuando me observe al espejo del baño lo podía ver, era esa sonrisa, esa enfermiza y macabra sonrisa en mi reflejo, no, no parecía mi rostro mas bien parecía una versión siniestra de mi mismo; tenía unos ojos tan rojos que con tan solo verlos sentía que mi corazón estaba apunto de estallar del susto. No me podía mover, estaba petrificado y no podía hacer otra cosa más que observar esa profunda mirada y horrenda sonrisa. Quise irme pero antes de tocar la perilla del baño pude escuchar que me decía una frase que hasta ahora me sigue perturbando: «Sino me miras, te vas a arrepentir». No lo dude y salí del baño, mis padres me llamaron para desayunar, pero yo les dije que saldría con urgencia a algún lugar. ¿Por qué? ¿Por qué no les dije a mis padres sobre lo que vi? Ya en la calle pensé que si había muchas personas esa cosa no aparecería, pero fue un error. Cada vez que volteaba para mirarme en un espejo de alguna tienda, lo veía, veía esa espantosa versión de mí con esa endemoniada sonrisa. Parecía que era el único que la estaba viendo, ya que cuando me asustaba al verlo la gente me miraba como si fuera un loco. De alguna forma llegué a un baño público y me metí, cerré con llave y me quede ahí. Estaba todo en silencio, me sentía seguro pero no te algo raro. Había un espejo arriba en el lavadero, de pronto pude escuchar esa maldita voz pronunciando que lo mirara decidí agacharme y tratar de no míralo. Cada vez lo decía más fuerte, y de pronto, sentí que me volví loco; me paré y no dudé en pensarlo, de un puñetazo rompí el espejo. Escuche un leve susurró de aquel ser y se desvaneció, podía ver mi reflejo sin ningún problema. Salí del baño y me sentía aliviado, no veía a ese ser en ninguna parte. Corrí a la casa de mi mejor amigo, al llegar el me invitó a pasar, le conté todo lo que me pasó. Al principio él no me creyó, pero poco comenzó a hacerlo, me dijo que tal vez tendría que deshacerme de aquel baúl. También pensé que sería la mejor idea, le agradecí por escucharme y entenderme. Estuve caminando hacía mi casa mientras pensaba como sería el mejor modo de deshacerme de ese baúl. A l llegar a mi casa llamé a mis padres para contarles de lo que me ocurrió pero no contestaban, pensé que salieron buscarme ya que me demoré mucho y no les dije a donde iba. Fui a mi cuarto para ya botar el baúl. Entre a mi cuarto, miré el interior del baúl y me sorprendí. No estaba aquel espejo en su interior. De pronto escuche a mis padres llamándome desde su cuarto. Les dije que ya iba pero ellos pronunciaron una frase que hizo que se me helara la sangre: «Hijo ven, míranos». Al escuchar esa frase corrí al cuarto de ellos, pero antes de entrar escuche la voz de mi amigo diciendo: «ven y míranos», me asusté y no quise entrar, pero debía hacerlo. Giré la manilla lentamente y pude ver la peor imagen de mi vida. Eran mis padres y mi amigo dentro del espejo del cuarto, los tres tenían esa macabra sonrisa de oreja a oreja, pero podía ver que también estaban llorando mientras sonreían. Me quedé petrificad y pude escuchar una sonrisa detrás de mí, volteé lentamente para saber que era y lo que vi me hizo gritar del horror. Era esa criatura parada detrás de mí, riéndose de una forma macabra; se estaba acercando hacía el espejo mientras reía. Podía ver como entraba por el espejo como si este fuera de agua. Al estar dentro de él volteo para mírame y dijo una frase que hasta ahora no para de dar vueltas en mi cabeza: «Como no quisiste verme, ahora ellos lo harán por el resto de la eternidad.» Desapareció entre risas, él, mis padres y mi amigo. No he vuelto a ser el mismo de antes, me he vuelto antisocial, ya no salgo mucho de mi casa, me alejo de todo espejo que vea porque siento que volveré a ver esa perturbadora imagen. Cada vez que duermo siento que él me observa, no se desde donde pero sé que él lo hace. Si tu estas leyendo esta historia y hay un espejo cerca de ti, te pido que hagas esto: acércate lentamente sin mirarlo y tápalo con cualquier trapo o sábana. Tal vez, solo tal vez,  mientras estabas leyendo esta historia él, mis padres y mi amigo te estaban mirando; si volteabas y los veías, te unirías a ellos por la eternidad.

Creación propia

locuraluix

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5 comentarios

Me gustó la idea, es original y hasta se podría decir que en general está bien relatada.
Lo que sí, tienes un terrible problema con las redundancias, nada que no se pueda corregir con una repasada y un diccionario de sinónimos.

Responder a agus8101Cancelar respuesta

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