Weepypastas

Trauma


Sara por fin cumplía los quince años de edad, y su madre, Julia, quería darle el mejor regalo del mundo.

Cuando Sara nació, Julia se había separado de su esposo y se mudó de país con su hija, dejando a su hijo, Jerson, viviendo con su padre, pues Julia no tenía cómo mantener a ambos.

Los primeros meses fueron los peores de toda su vida. Cada día las cosas empeoraban, en vez de mejorar. Julia comenzó a fumar sin parar debido al estrés. Dos años después le diagnosticaron cáncer de pulmón. Julia ya había perdido las ganas de vivir, pero lo que le seguía dando fuerzas era su hija; de niña era tan hermosa, sus ojos le inspiraban paz a su madre.

Luego de vivir por tanto tiempo en la miseria, todo mejoró. Julia consiguió por fin un empleo y Sara tuvo la oportunidad de estudiar.

Para cuando Sara cumplió quince, era considerada una de las niñas más bellas del instituto, y había logrado ganar varios concursos de modelaje. Lo único que ella había soñado toda su vida era conocer a su padre. Desde pequeña siempre le preguntaba a su madre por qué papá no estaba con ellos, y a Julia cada vez se le dificultaba más darle una respuesta. Su madre logró quedar con su exmarido por correo gracias a varios contactos de Venezuela, y el día del cumpleaños de Sara, le dio la noticia. Sara comenzó a llorar mientras abrazaba a su madre; estaba viviendo el mejor día de su vida.

Planearon irse un sábado, y al llegar a Venezuela, pasaron la noche en un hotel. Al siguiente día Sara se maquilló y peinó como nunca. Julia la acompañó hasta la estación para luego pasar a buscarla por la tarde; Sara le suplicaba a su madre que fuera con ella, pero Julia no quería volver a saber nada de ese hombre. Cuando llegaron a la estación, Julia se despidió de su hija y se fue. Sara no contuvo las lágrimas mientras caminaba y veía las direcciones.

Los chicos de aquel barrio al que se dirigía Sara se encontraban jugando futbol. «Barril» era el apodo del líder del grupo de delincuentes más peligrosos de aquel barrio, lo apodaron así debido a su contextura rechoncha. Su grupo estaba integrado por siete jóvenes, cuatro de ellos mayores de dieciocho años, incluyendo a Barril. Fuera de sus casas todo el día, lo único que sabían hacer era robar, asesinar y traficar droga. Cuando Barril estaba llegando a la arquería corriendo con el balón, algo lo detuvo. Cuando los demás se preguntaron por qué de pronto dejó de jugar, no tardaron en divisar a aquella joven sensual pasando frente a la cancha. Sara se percató de la presencia de aquellos chicos, y al darse cuenta de cómo la miraban apresuró el paso, un poco nerviosa. Barril se quedó parado allí un buen rato imaginándose a esa chica sin ropa, dispuesta a hacer todo por él. Los amigos se acercaron y conversaron un rato. Ninguno de ellos había visto tal belleza en mucho tiempo. Barril no dejaba de pensar en sus ojos claros de tono grisáceo, y sus amigos le sugirieron seguir a aquella rubia para ver si iba sola, y para dónde iba.

Cuando faltaba poco para que Sara llegase a su destino, a tan sólo unas cuadras de la casa de su padre, Barril apareció de pronto y corrió hasta ponerse en frente de ella. Sara comenzó a asustarse, ya que se encontraban en un camino de tierra y no había nadie más por los alrededores. Barril le preguntaba cosas, como qué hora era, hacia dónde iba ella a esa hora y por qué estaba sola. Sara apenas podía creer lo que estaba pasando, e intentó evadir al sujeto, pero apenas pasó de él se topó con los demás delincuentes, quienes traían navajas y le tapaban el camino. Cuando quiso regresarse Barril logró alzarla por detrás y la llevó a un monte cercano. Sara no paraba de gritar y pedir auxilio. Todos se prepararon para comenzar con lo suyo.

Luego de treinta minutos, todo en el barrio estaba muy silencioso y en aquel monte sólo se oían gemidos y golpes. Barril llevaba más de diez minutos con ella y los otros seis del grupo ya habían terminado. A la pobre Sara ya no le quedaban más lágrimas ni fueras para dar; tenía las costillas y la nariz rota, y por cada vez que gritaba con fuerza Barril le hacía un corte en una pierna. Tenía deseos de quedar desmayada para dejar de sentir tanto dolor y acabar de una vez con todo, pero cada segundo parecía un minuto y cada minuto una hora. Barril sólo le decía que disfrutara mientras le babeaba el pecho.

Los demás se limitaban a observar. Cuando por fin terminó, Sara comenzó a sangrar bastante por sus partes íntimas y no tardó en darse cuenta de que las tenía destrozadas. La dejaron retorcerse de dolor en el piso mientras ellos conversaban. Un poco después Barril se agachó con cuchillo en mano y le desgarró la garganta.

Sara, al sentir el terrible y agudo dolor, y al darse cuenta de que ya todo había terminado, reunió fuerzas de donde no tenía, y gritó sus últimas palabras: «¡¡PAPÁ!!».

Cuando murió los delincuentes se vistieron y se alejaron rápidamente de la zona, dejando atrás el cadáver en un pozo de sangre y fluidos.

Al llegar a casa, Barril se recostó a descansar en el mueble sin ninguna preocupación. Cuando su padre regresó por la noche del trabajo, vino llorando. Barril lo miró y le preguntó, «¿Qué te pasa viejo, te despidieron?».

El padre lo vio a los ojos y le explicó todo: «Barril, me enteré de algo horrible en las noticias. Hoy encontraron un cadáver cerca del barrio, era una joven de unos quince años… que violaron y apuñalaron repetidas veces. Tenía golpes y mordeduras por todo el cuerpo, fue espantoso. Barril, esa chica… esa niña, era mi hija… Luego de buscarla por tanto tiempo, ¡tanto tiempo! Por fin di con su madre y quedamos en vernos hoy. Debí decírtelo, pero quería que fuera una sorpresa, los tres reunidos aquí. Barril, ella era tu hermana. ¡Dios mío, lo siento tanto!».

El padre de Barril se acercó y lo abrazó mientras lloraba.

Barril lo apartó y gritó, retrocediendo, «¡Maldita sea, viejo!».

Azotó la puerta de su cuarto y se sentó en la cama, luego exclamó con más fuerza: «¡¡MALDITA SEA!!».

Su padre continuaba llorando afuera, y repetía, «Jerson… Jerson, lo siento».

Jerson recordó su último deseo de cumpleaños: volver a ver a su hermana.

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35 comentarios

A mi parecer, el padre abusaba sexualmente de ella, y a pesar de su suicidio, le avisó que nunca se iría. Siempre estaría con ella.

El padre, al parecer, abusaba sexualmente de ella. A pesar de su suicidio, le avisó que no por eso dejaría de hacerlo. Siempre estaría con ella.

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La primera está muy buena, me llegó al corazón y me hizo reflexionar mucho sobre mi pareja. La segunda me hace retorcer de dolor e impotencia ya que es una mierda, puesto que realmente existe gente de ese estilo, y nadie hace algo para impedirlo… Me falta la tercera…

muy buenas c: me gustaron en lugar de entristecerme
No se, pero a veces siento placer al ver gente sufrir o leer cosas sobre sufrimiento :O que sadico soy…

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