Sucubo

¡No estoy loco¡ grito y nadie me oye, o por lo menos se que muestran indiferentes. ¿Porqué estoy aquí? Por haber matado a mi hermana y a mis padres, fue mi hermana quien me indujo a hacerlo, aquella criatura engendró de Satán que con sus arpías propias de Lilith me sedujo y me llevo a la locura desenfrenada.

Ella y yo nos habíamos criado en un pueblo pequeño cerca de la provincia de Manchester Reinó Unido. Nuestra familia se caracterizaba por ser extremadamente católica, mi padre: Marius Walker era el predicador de nuestro pueblo, un hombre de gran estatura, figura imponente lo cual hacia contraste con la figura de mi madre: Adelaida Walker. Quien tenía el aspecto más miserable de todo el pueblo, mi madre habría sido guapa sino fuera por el fanatismo religioso que tenía. Al querer ayunar el jueves santo o cada vez que pensaba en algo como el placer querer torturarse ella misma. Mi hermana por otra parte si había heredado los rasgos faciales de mi madre en su juventud a pesar de tener apenas 6 años, despertaba el más bajo deseo, y cada vez que alguien la veía sentía anhelos de tocarla. Cosa que ella deseaba lo podía asegurar, el nombre de mi hermana era: Susan

Siempre tuve sospechas hacia Susan desde el momento de su nacimiento, mis padres no podían ver lo que ella era en realidad pero yo si, siempre lo supe y quedo comprobado la mañana del lunes. Estaba en la casa de mi novia, habíamos pensado casarnos este verano, no tenía nada de raro ya que ambos teníamos 29 años, ya era hora de hacer nuestra vida y lo que era mejor era que casándome con ella podía de una vez por todas irme de la casa y así no volvería a ver a Susan. Después de visitar a Dalila, me fui a casa no había nadie como de costumbre, así que me puse a ver la televisión. De repente sentí un aire recorriendome la nuca, me voltee y vi a Susan que me miraba con ojos inexpresivos.
– vete. Le dije.
La niña no se movió por el contrario se me quedo mirando con aquellos ojos que parecía que podían ver a través de mi alma. Odie esa terrible sensación, me aleje de Susan y me encerré en mi cuarto.

Esa noche soñé algo verdaderamente raro. Estaba con mi novia en el altar, las luces de la iglesia eran claras y luminosas, mi novia se veía radiante y bellísima. Cuando le quite el velo, me di cuenta que no era mi novia, era Susan; Susan de 20 años más hermosa que nunca con su largo cabello castaño. Desconcertado le agarre la mano, pero en cuanto la tomé esta comenzó a transfigurarse, pasando de ser joven a ser la mano de una anciana con uñas putrefactas, parecidas a las patas de los cuervos. Mire el rostro de Susan y vi que su rostro era parecido al de una anciana, sólo que fea. Con la cara parecida a la de una calavera y el pelo largo blanco enmarañado. Mi hermana me sonrió dejando al descubierto sus enormes dientes amarillos, me agarró del cuello. Podía sentir como todo mi cuerpo comenzaba a debilitarse, no sabía lo que estaba pasando pero sentía que me estaba volviendo polvo, ya que mientras yo me debilitaba Susan se volvía más fuerte y más hermosa.

Me desperté del sueño, lo sabía mi hermana me había estado torturando con sus poderes demoníacos ella era mala.

Al despertar intenté explicarles a mis padres mi sueño. Ellos por supuesto no me creyeron y nos fuimos a la iglesia como de costumbre. Durante toda la misa me le quede mirando a Susan, quien se divertía con sus Zapatos carmesin y tradeando una cancioncilla. No preste atención a la ceremonia religiosa. De pronto Susan se me quedo mirando y me sonrió macabra mente, sentí de inmediato un tremendo escalofrió. Vi como las cruces que había en la iglesia comenzaban a voltearse, y vi como los santos representados en los murales obtenían una sonrisa macabra y comenzaron a reírse de mí. Luego vi como la estatua de la virgen que estaba en medio del altar sonreía cómo los demás santos, pero no era la cara de la virgen María era la cara de Susan quien se reía.
-YA BASTA. grité

Al igual que como empezó todo, volvió volvió a la normalidad, todas las personas se me quedaron viendo al salir de la iglesia mi padre me reprendió por mi comportamiento, intente explicarle que todo había sido obra de Susan pero mi padre no me creía y mi madre tampoco.

Traté de calmarme, a lo mejor había sido mi imaginacion ya que durante todo el día no sucedió nada, en la tarde fui a ver mi novia a su casa. Me mostró las invitaciones para la boda, mi novia se me quedó mirando con ojos lujurioso. Yo también la deseaba, aunque según nuestros padres sólo podiamos tener sexo hasta después del matrimonio pero no podía más la lleve al sofá y comence a desvestirla, todo estaba saliendo bastante bien hasta qué mi novia comenzó a reirse parecido a las estatuas de la iglesia, y cuando voltee a verla tenia el rostro de Susan quien me miraba enseñando los dientes riendo desenfrenadamente, diciendome «imbécil». No lo podía creer Susan de nuevo me estaba torturando. Susan no paraba de reirse de mí, la agarre por el pescuezo y comencé a estrangurarla.
– Alejate de mí.
Susan no paraba de reirse mientras la estrangulaba, le parecía divertido que yo la estuviera matando. No lo iba a permitir intenté aparetar más mi mano como si la vida se me fuera en eso. De repene el rostro de Susan pareció pedir clemencia.
– para gritó.
Pero yo no la iba a soltar. Si me había torturado en la iglesia porque iba a tener consideracion con ella. Finalmente Susan dejo de reirse y cerró los ojos. Me fui de inmediato de la casa de mi novia y de nuevo me encerré en mi cuarto.

A la mañana siguiente me dijeron que mi novia se encontraba en estado catatónico y que no se podía mover. Mis padres me preguntaron varias veces qué es lo que había sucedido la noche anterior. Yo simplemente les dije que mi novia fue poseída por Susan. De nuevo ellos no me creyeron así que decidieron que lo mejor era que pasara unos días solo en mi cuarto.

la imagen de Susan me tenía con los pelos en punta podía asegurar que mientras ella jugaba me miraba con sus ojos y luego me sonreía. Sabía que podía matarme en cualquier instante, por lo que baje a la cocina y tomé un cuchillo de carnicero. Puse el cuchillo debajo de mi almohada, esa noche podía oír millones de risas en mi cuarto. Ya no lo podía soportar más, era demasiada la presión que sentía. Baje al sótano y fui al cuarto de Susan, estaba dormida profundamente como si fuera un ángel. Sin más me acerque a su cuarto tomé el cuchillo. Ella se despertó y no hizo ningún movimiento para defenderse más bien me dijo con la mirada «hazlo». La niña comenzó a reírse a carcajadas, la odié por eso, la odiaba quería que se fuera y me dejara hacer mi vida. Sin más agarre el cuchillo y comencé a apuñalarla como si la vida se me fuera en eso. De pronto se prendieron las luces y oí como mis padres entraban, ellos me miraron con cara de asombro y de terror.

Mire a mis padres tenían que comprender que ahora eramos libres del dominio de Susan. Sin embargo Susan todavía muerta se volteo a verme con la cara llena de sangre y comenzó a carcajearse y dijo:
– Nunca podrás contra mí.
En ese instante mis padres también comenzaron a reírse y estos tomaron la forma de Susan. No lo podía creer Susan todavía se estaba burlando de mí. Me lance contra mi padre y luego contra mi madre, clavando les el cuchillo a ambos. Después tomé un cerillo e incendie mi casa para liberarnos del control de Susan para siempre.

Después de leer la historia del señor: Adam Walker me pusé a investigar un poco más. Yo no me creí del todo su historia. Fui al pueblo donde él se había criado, y vi de entre las demás su casa toda destruida. Me le quede mirando fijamente,
– !hey! dijo una voz masculina.
Me voltee y pude ver a un hombre gordo con lentes y semi calvo.
– ¿en que puedo ayudarlo señor? preguntó el hombre gordo.
– si buenos días quisiera saber. ¿que fue de la familia que vivía aquí? Según sé una familia fue asesinada.
El vecino se me quedo mirando, y me dijo que entrara a su casa. Allí me sirvió una taza de café y me platico.
– Era una familia un poco extraña. El padre y la madre eran muy devotos desde que su hija recién nacida falleció a causa de la muerte de cuna. Al parecer les afecto tanto que comenzaron a descuidar a su hijo, a mí una vez me toco ver como a su hijo de unos 7 u 8 años lo vestían como niña y no lo llamaban por su nombre sino por el nombre de la hija fallecida. Años después su hijo comenzó a demostrar ciertos cambios. Creía fielmente que su hermana no nacida vivía y que lo estaba torturando. Tanto así que una noche mató a sus padres y a su novia, de no haber sido por la policía el chico hubiera aniquilado a todo el pueblo-.

Me quede mudo por la historia de manera que la niña nunca había existido, le agradecí al señor la historia y me fui directo a mi carro. Todo lo que el señor Adam Walker me relato no era más que producto de su imaginación. Recibí una llamada de la cárcel, donde se me avisaba que mi cliente Adam Walker se había quitado la vida hace unos minutos. Me fui directo a la cárcel, para ver la escena del crimen. Estaba conduciendo más deprisa de lo normal, cuando vi en medio de la carretera a una niña que se atravesó, lo cual me obligo a que me frenara. Me baje del coche e intente buscarla pero no la veía.

De repente sentí un escalofrió recorriendo me la espalda. Me voltee y vi a una niña de cabellos castaños largos recogido con un moño y de vestido blanco.
– Hola pequeña. ¿estás perdida?
– Si dijo. La niña con voz cantarilla.
– ¿quieres que te lleve algún lugar?
– no es necesario mi hermano me esta esperando. Dijo la niña con calma.

No tenía nada de raro. La pequeña estaba esperando a su hermano, de repente me le quede mirando y luego me acorde de las descripciones que Adam Walker me había dicho sobre su hermana que concidían perfectamente con la niña que tenía enfrente. Pero no era posible la hermana nunca había existido, ella no podía existir tenía que ser producto de mi imaginación. Sin más le pregunte su nombre, deseando equivocarme.

– ¿Cómo te llamas, nena? le pregunte con una pisca de terror.
– Susan Walker. Dijo ella con una sonrisa angelical.

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5 comentarios

Muy buena historia, nada más una observación: Si tu historia se desarrolla en el Reino Unido, no podrían ser católicos. Incluso si fueran una minoría, el predicador no podría estar casado, pues los sacerdotes católicos son célibes.

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