Persianas

“Hijo, ¿Por qué no abres las persianas?” mi madre me repetía cada mañana, y es que ciertamente el hecho de abrirlas en primera da paso a la luz y en segunda al viento, no es que no me guste pero a veces prefiero mi cuarto un poco más oscuro, tal vez aumente el calor pero la luz se priva de esta habitación. La mayoría de las ventanas de mi casa tienen persianas, a excepción de tres cuartos, pero esos tres tienen grandes ventanales directos a la calle al igual que el mío. Mi casa es de dos piezas, está ubicada un tanto lejos del centro, en una privada de terracería, los vecinos  de atrás no se sabe con certeza si están, a veces solo se oyen voces y pues en si lo único que se ve es su enorme patio, los del lado izquierdo no hacen ruido alguno y los de la derecha son unas cuantas ratas, serpientes y ratoncitos (menuda posición de mi casa), frente a mi casa un enorme campo de futbol de pasto sintético, que lo único que nos divide es el pequeño camino, el portón es bastante alto y lo que nos cubre de nuestros queridos vecinos de la derecha es otra barda. Perfecto lugar, es algo tranquilo y se llega a oír cuando un coche va de entrada o salida o que pasa por nuestra casa.
Mi cuarto da directamente al terreno baldío, por lo tanto el sol me da cada mañana directamente a mi cama también situada frente a esta ventana.

Fin de semana, mi hermana no había regresado de la capital por cosas de su universidad, mis padres y hermano menor saldrían esa tarde, a una “cena familiar” donde la nostalgia es tan inmensa que las copas a veces terminan estrelladas en la pared y por tanto no decidí asistir. “Llegaremos mañana dios mediante, cierras bien, si sales en la noche enciendes unas cuantas luces, y si no sales te encierras de igual forma” las únicas recomendaciones de mi madre mientras se despedía en la puerta, tome las llaves y cerré el portón, entre a la casa y eche llave de nuevo a la rejilla y a la puerta de madera, pero esta última ya estaba más que descompuesta así que la trabe forzándole a que la manija no se levantara más, me dirigí a la sala, encendí la consola y deje que el tiempo me llevara.

Pause por las ganas de orinar, la única luz que me iluminaba era la de la tele, vi el reloj con tanta lentitud que me solté una risa al ver la hora, las 12:35 de la noche, “el tiempo vuela”, cogí el celular y me dirigía  prender la luz de la sala cuando un ruido extraño me angustio, alguien tocaba al portón, “¿llevaba ya rato tocando? ¿ por ahorita lo oí? ¿Quién podría ser a esta hora?”, y tantas preguntas más me brotaban que no sabía que hacer, el sonido fue más duro, como si fuera de emergencia, a lo cual correspondí con un “¡¿MAMÁ?!”. Fue justo entonces cuando paro el golpeteo. Me quede como una tabla, corrí a mi cuarto, me dirigí a la ventana y… las persianas estaban cerradas. Pensé que habría sido mi madre antes de irse, así que las abrí lo más despacio que pude y a un cuarto de vuelta, me fije lo más que pude, no era nadie. Me asuste un poco, pero para terminar un poco más de asustarme oi unos pasos en la sala, la casa estaba completamente cerrada y no había otro modo de entrar, por tanto empecé a cantar un poco y hablar en voz alta para tratar de calmarme. Empecé a bajar las escaleras sin tocar el barandal y lo más sigiloso que pude, mis huesos tronaban, mis dedos sudaban y una extraña sensación bajaba hasta mi espalda, la tele estaba apagada, conectada aun, encendí las luces de la escalera y luego pegándome a la pared encendí las de la cocina que me dieron más vista de los hechos, ahora las persianas de la sala estaba también cerradas. Algo andaba muy mal y empecé a sudar frio, mis pasos me traicionaban, quería saber pero a costa de que, con mi celular al frente y mi voz débil camine hacia la sala, encendí las luces del patio, después las de la sala pero cuando estaba a punto de tocar el encendedor sentí como una tela gruesa y pesada rozaba mi piel de mis brazos, me hele y una lagrima empezó a escurrirme, toque tan rápido pude y no gire mi cabeza, me quede inmóvil y mi cara lo decía todo, estaba asustado.
Caí del miedo y la palidez de mi cara me estaba enloqueciendo, abrí las persianas de un solo tirón y de pronto vino esa imagen, era el rostro de un señor de no más de 45 años, desagarrado del ojo derecho hasta contraesquina de su labio, los ojos blancos con una seria cara de maldad reflejada en sus cejas fruncidas, su boca morada y entreabierta con sangre y manchas de quemaduras en la frente y pómulo derecho, me arroje hacia atrás y este desvaneció al momento, empecé a llorar y a gritar, cuando me percaté de que ahora la luz de la escalera estaba apagada me hice mas hacia atrás y vi como una silueta enorme con una túnica color vino pasaba de las escaleras a la cocina y de pronto la luz se desvaneció también, no sabía ya que hacer, agarre mis rodillas y me cubrí el rostro tratando de protegerme cuando en un instante regrese la mirada ya todo estaba oscuro, las persianas de nuevo cerradas y apenas divisaba mi cuerpo que a pesar del miedo que mi espina dorsal me producía, me arrastre tan rápido pude a la puerta de madera, que para mi suerte había atorado.
Maldiciendo, gritando y llorando la jalaba con fuerza inútil ya que estaba llena de sudor y lágrimas, entonces empecé a patear la puerta, cuando de pronto sentí de nuevo esa túnica en mis talones y de tanta desesperación metí un cabezazo a la puerta que brutalmente me aventó hacia atrás cayendo sentado en el piso, abrí la rejilla destrozándola del seguro, azote la puerta pensando ganar tiempo, corrí al portón y empecé a batallar también con el,  volví la mirada atrás y la silueta estaba enfrente de la puerta cerrada, volví a la puerta y por ultimo lo abrí, azote tan rápido y corrí hacia la calle, y vaya que corrí tan rápido que al avanzar cerca de 7 cuadras, los faros del coche de mi papá me iluminaron, se detuvieron junto de mí y me metieron sin más palabras.
“¿Qué haces afuera? ¿Por qué tan pálido? ¿Qué tan mal estas?”, cambiaron de dirección y apenas dije que pararan que abrí la puerta y un gran vomito salió de mis entrañas.
Regrese al asiento y me acosté llorando en las piernas de mi hermano, mis padres sin ninguna palabra, estacionamos afuera de casa de mi abuela y apenas podía moverme que me tuvieron que ayudar a entrar a casa de mi abuela para por fin dejarme caer dormido en sus brazos esa noche.
Desperté con la luz del sol, mis padres aun dormían a mis lados, me quede pensando en lo de esa noche tan atropeyante, me levante tratando de no despertarlos y salí en busca de mi abuela, la cual me esperaba con un álbum de fotos en al mesa, apenas me vio, me abrazo y me hizo sentar en la mesa.
Empezó a recorrer las fotos y se detuvo en una, era una foto quemada, y volvió a mi mente aquel rostro desfigurado, “ Anoche tus padres recibieron una llamada de tus vecinos, que olía mucho a gas en tu casa ¿Ves esta foto? Fue tomada al momento que tu abuelo falleció en un incendio, que todos dijeron fue un suicidio, pero no es cierto, este hombre (señalo a una figura de túnica que apenas y se distinguía entre el humo de la casa y las llamas del incendio) fue el causante, tu abuelo juro haberlo visto una noche antes entre las persianas”

Creación Propia

ChickenKiller

Creepy! La palabra que buscamos y nos da un contexto, asi soy yo, soy una palabra de muchos contextos, puedo ser un gamer, como un "pequeño" escritor, como un comediante, como un fotógrafo, si se puede recibir algo son constructivismos.

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