Bola de cristal

El destino de Tony [Primera parte]


Me dijo que mi comportamiento anterior les había dado la referencia perfecta para ofrecerme la función que ahora me estaban presentando, yo quedé encantado.

Siempre fui un hijo de puta, lo confieso, y no porque mi carácter así lo hubiera demandado, en realidad me gustaba serlo. Las violaciones eran lo mejor de todo, aunque los asesinatos no merecen descrédito; pero pensándolo bien, las torturas, sí, definitivamente las torturas eran lo mejor. Simplemente me encantaba humillar los cuerpos de esas pobres mujeres, por eso, cuando entró ese pequeño en mi sótano mientras estaba arrancándole la piel del cuello a la zorra de su madre, comprendí que estaba acabado, y lo comprobé cuando sentí el frío impacto de las balas de esa hermosa mágnum en mi frágil pecho. Te he de decir algo respecto a eso, te diré que en el fondo, todos somos asesinos natos, porque en cuanto mi espalda tocó el suelo, la tierna mujer que hace unas horas había conocido en el parque y que ahora yacía en mi mesa de metal especial para esas ocasiones de diversión, se deshizo de sus ataduras y con mi martillo empezó a machacar mi cabeza. ¿Por qué lo hacía? Yo ya estaba acabado, todo el que me hubiera visto sabría que esas heridas de bala inevitablemente iban a provocar mi muerte. ¿Te digo por qué? Porque en el fondo todos somos asesinos amigo, vaya que sí.

Y respecto a lo otro, también te voy a decir algo más: no existe ningún túnel ni una luz al final, ésas no son más que gilipolleses, tú simplemente te mueres y ya, no hay nada más, nunca vas a ningún lado ni despiertas en ningún lugar. Eso, claro, hasta que uno de ellos llega por ti. Para mi desgracia, o pensándolo bien, para mi fortuna, llegó ella; inmediatamente al verla supe de dónde provenía y a dónde me iba a llevar, pues si bien era hermosa —carajo que sí era hermosa—, cuando bajé la mirada descubrí que sus senos estaban totalmente deshechos y chorreantes de sangre, y si estás pensando que se encontraba desnuda, acertaste, pues ella estaba completamente desnuda. Por manos tenía grandes tijeras oxidadas, como de esas para cortar pasto, incrustadas en los muñones donde alguna vez estuvieron sus muñecas. Sus rodillas mostraban los huesos debajo de su podrida carne, y no tenía pies, sólo carne desprendida donde alguna vez estuvieron sus tobillos. Vaya que me llevé una sorpresa cuando vi todo eso, ¿por qué nunca se me había ocurrido hacerle algo así a ninguna de mis princesas? Ya era demasiado tarde para lamentarse.

—¿Por qué me ves así? Parece que nunca hubieras visto sangre y carne colgando. —Vaya que tenía una voz melodiosa.

—Ciertamente nunca como en ti, cariño, eres una verdadera obra de arte.

—Bueno, el crédito no es mío. Vamos, conocerás tu lugar de residencia.

—Entonces vamos, me muero por ver a dónde me llevarás.

Dejó ver una sonrisa, cielos, todo en la cara de esa mujer era perfecto, hermoso, ni siquiera te puedes imaginar la preciosidad de esa cara, y yo simplemente no puedo describirla.

—Tú ya estás muerto, cariño.

—¿Lo estoy? Entonces me llevarás al lugar que me imagino, ¿cierto?

—Es verdad, pero contigo será diferente. Verás que agradecerás estar aquí, y no en el lado opuesto.

Bueno, yo sabía a qué se refería con eso, pero ¿qué podría ser mejor que el mismo Paraíso, con todos esos ángeles y esa armonía y paz? Y en un segundo a mi cabeza voló la respuesta obvia.

—Cierto, no podría resistir estar en ese aburrido lugar, quiero decir, supongo que Dios no me permitiría desprenderles lentamente las alas a todos sus ángeles, y violar a sus querubines.

Nuevamente esa preciosa sonrisa… me pregunté por un segundo cómo se vería esa hermosa cabeza empalada en una estaca.

—Ni lo pienses, cariño, yo empalaría la tuya antes de si quiera darte oportunidad de acercarte a mí.

—Debes enseñarme a hacer eso —le dije burlonamente.

Después de esto, pronunció unas palabras inteligibles para mí, jamás había escuchado lenguajes remotamente similares. De pronto, sentí un mareo terrible, todo en mi sótano comenzó a dar vueltas, literalmente; las paredes del lugar comenzaron a girar estrepitosamente y lo hacían cada vez más rápido, y observaba cómo las herramientas de mis estantes volaban de sus lugares. Me pregunté a dónde habrían ido la zorra y su pequeño bastardo, tal vez se fueron cuando yo estaba contemplando la hermosura de la cara de ese demonio, o lo que sea que fuera. Pasaron unos veinte segundos y todo seguía dando vueltas, sólo que ahora ya no podía identificar ninguna forma a mi alrededor, todo era de un color uniforme, un color gris, supuse que porque las paredes de mi sótano eran de ese color, pero después fue cambiando de matiz, de gris a café, o una especie de café, a negro, luego muy negro, total oscuridad, se fue aclarando un poco hasta llegar a un color tan blanco que cegaba mis ojos, se tornó rosa, luego poco a poco violeta y, al final, se fue tornando rojo, luego este rojo se fue tornando en dorado, o una especie de dorado, y noté que mi entorno, o lo que hasta ese momento se encontraba girando a mi alrededor, empezaba a tomar forma de otro lugar, un lugar que yo no conocía. Era también un cuarto, del mismo tamaño de mi sótano, pero de un color diferente, éste era de color dorado, como si las paredes estuviesen hechas de oro. El lugar dejó de girar y yo bajé mi vista, pues empezaba a marearme.

—¿No vas a ponerte a llorar, o sí, cariño? —me preguntó al verme con la cara entre mis piernas flexionadas.

—De ninguna manera, sólo quería evitar las náuseas.

—Deberías agradecerme, para los demás el viaje no es tan placentero —dijo mientras me mostraba otra vez esa sonrisa encantadora.

Entonces me dijo que me pusiera de pie y la siguiera, yo lo hice. Caminó con esos muñones que tenía por pies, lo que me hizo preguntarme cómo soportaba el dolor.

—No tienes que soportar lo que te encanta —comentó.

—Deja de hacer eso —le dije en tono frustrado. Nuevamente sonrió, sería sin duda la mujer más risueña que hubiera conocido, vaya que hubiera disfrutado con ella en mi mesa.

—Ya lo creo —contestó en tono burlón. Decidí ignorarla.

Y caminamos…

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32 comentarios

Catherine, el Sr. Polo, El asesino a sueldo que no quiso revelar su nombre, la Fashionista, El asesino hambriento que tampoco quiso revelar su nombre, Reynaldo, Naira y Tony, ¿quién fue tu favorito?

En mi caso, el “esos son para mí” del Sr. Polo me hizo querer meterme en su nevera… :ifyouknowwhatimean:

El Sr.Polo es de una historia llamada «Mister Polo» es igual, pero con algunas modificaciones .3.
No recuerdo de quien era la historia, pero sé que la leí.

Error el chavo si tenía familia, por que lo adoptaron, fu la razón por la cual se separo de su amiga la «rara»

Me refería a que no tenía «casi nada», porque cuando armaba la historia me lo imaginaba apenas con una madre y una hermana: detalle que se me olvidó mencionar.

Guapa la historia, pero lo q más llamó mi atención es q la única naira q conozco es mi sobrinita pequeña y casualmente su padre se llama Raúl ….curioso q coincidan los dos nombres en la misma historia

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