Ella mira, pero no habla…

Esta historia es larga, y no es tanto para aterrorizar, sino para pasar el rato, entretenido. Espero les guste.

Los ojos. Son las puertas al alma de una persona, es lo que dice todo el mundo. Yo nunca me tragué semejante basura, siempre fui de los que creía que nunca se podría conocer el verdadero ser de alguien a fondo…y aun sigo sin creerlo, aún después de lo que pasó hace tres noches.

Nunca me consideré un chico codiciado por las mujeres, pero siempre tuve la dicha de que las mujeres me invitaran a fiestas y cosas por el estilo, nunca fui el que tomara la iniciativa al momento de invitar a alguien. Pero este año sería diferente (y vaya que diferencia fue).

Era la chica nueva, y como siempre sucede, todos los jóvenes especulaban acerca de quién era, cómo era, por qué había llegado ya a la mitad del ciclo escolar. A mi me daba igual, no me llamaba mucho la atención, bueno, no en ese momento, si no que hasta que noté al final del día que ella no me despegaba la mirada. Y no hablamos de esas miradas de niña boba enamorada, era más una mirada de inspección. Se trataba como si me estuviera analizando detenidamente, buscando algo que hiciera falta. Al principio me dio una especie de escalofrío su mirada, pero luego estando en mi casa más relajado olvidé semejante idiotez.

Al día siguiente de su llegada, la vi…diferente. No era como la chica retraída del día anterior. Era toda una «chica popular» y esta vez no me estaba mirando. Decidí hablarle, ya que su nueva actitud me había agradado. Apenas di los primeros pasos hacia ella y pareciera que hubiese entrado en un shock al verme. Empezó a ponerse nerviosa, recoger sus libros e irse. Pero la pude alcanzar gritándole desde lejos «Hola!» Me sentí como un menudo estúpido, ya que todos me voltearon a ver, excepto ella.

Al tercer día, ocurrió de nuevo ese cambio. Ahora parecía más sumisa, con pena, e incluso, asustada. Si ya me había interesado el día anterior, después de ver esos cambios de personalidad, me interesó más. Y así pasaron las semanas, hasta que un día olvidó su libro de Química y fue una excusa para preguntarle al profesor  la dirección de ella. Era un callejón estrecho y de mala muerte. ¿Cómo una chica tan agradable (y tenebrosa a veces) podía vivir en un barrio de esa índole? Si me lo hubiese preguntado antes, hubiera salvado mi pellejo…

La casa del fondo del callejón era donde ella habitaba. Se caía a pedazos, a simple vista se veía el moho brotando de las paredes y el sonido de las ratas siendo perseguidas por los gatos. Apenas pisé el primer escalón, éste crujió por la devastación de las termitas. Di el primer toque a la puerta y noté que estaba abierta. La empujé lentamente produciendo así una especie de rechinido sacado de una película de terror de los 70’s. Las luces estaban apagadas…pero se escuchaban murmullos. Y no de esos murmullos que las típicas chicas tienen con amigas en una pijamada. Eran de esos murmullos producidos por sectas, que cuchicheaban secretos…tal vez oscuros, tal vez secretos que no deben ser conocidos.

Entre con curiosidad (y pavor). Bien dicen que la curiosidad mató al gato, pero a veces esa curiosidad no puede ser controlada y nos sumerge en cosas que nunca deseamos saber. Había algo colgado en el techo. Pensé que era una especie de bolsa, pero borré de inmediato esa idea ridícula, ¿quién colgaría una bolsa en medio de un corredor?

Chorreaba…gemía al tacto…si, era lo que me temía: un cadáver.

Esa chica no era normal, siempre lo supe, pero quise suprimir esa idea. ¿Debí llamara a la policía? ¿Debí salir huyendo e ignorar todo? Bueno, en esos momentos no pensé nada más que seguir los murmullos y descubrir que pasaba. Más cuerpos colgados, más vidas arrebatadas, ¿por ella? Estaba seguro en ese momento, pero después, mis pensamientos pasarían por una perturbación provocada por el siguiente escenario el cual presenciaría.

Cinco encapuchados rodeaban el cuerpo desnudo y bañado en lo que parecía sangre. Su cuerpo. Oh su cuerpo se veía tan débil, desprotegido. Lleno de flagelaciones, desgarrado por uñas que no lucían humanas, y su rostro asemejaba una expresión de éxtasis, era una especie de orgasmo demoníaco. Y como todo hombre, me fijé en sus pezones. ¡Que horror acontecían mis ojos!  Brotaban sangre fresca debido a que previamente habían sido arrancados. Sí, había llegado en el momento culminante de lo que sería un culto diabólico, en el cual ella era el sacrificio, bueno, siempre sacaba conclusiones apresuradas, y como siempre, erraba.

Los susurros eran casi cánticos. Era todo confuso y ruidoso, llegaba a taladrar mis tímpanos, pero poco a poco se moldearon las palabras en mi mente:

«Ella mira, pero no habla. Ella espía, pero nunca hace nada. Arrebata la inocencia, consume su ser humano. Lilith, reina de las tinieblas, madre del pecado»

Seguían pronunciándolo, cuando ella empezó a hacer una danza…y me miró. Posó esa mirada que tanto me cautivaba y me daba escalofríos. Era un baile que sin duda incitaría a cualquier hombre o mujer a consumar el deseo carnal. No resistí, me uní a ese ritual tan diabólico. Vendí mi alma por carne de una mujer inocente que, estoy seguro, no buscaba pacto alguno con Satanás, o como los encapuchados le decían, Lilith.

Desperté en mi cama, entumido, con los miembros adoloridos. Me dije a mi mismo «Fue uno de esos sueños húmedos raros y de mala broma», hasta que vi mis sábanas, manchadas de la sangre que escurría de mi pubis. Grité y no pude contener mis impulsos de detener el sangrado, pero así sin más, desapareció toda la sangre. Fui al baño a enjuagarme la cara, abrí la llave del lavabo y sumergí la cabeza en el agua (como siempre estaba acostumbrado a hacer, era una mala costumbre, pero me gustaba). Iba a sacar la cabeza, pero algo me retenía, era un peso en mi cerebro, o en mi nuca, no sé, pero no podía sacar la cabeza y respirar. Abrí los ojos, el agua ya no era agua. Quedé inconsciente y cuando al fin desperté después de dos pesadillas, me encontré con una tercera; estaba en el hospital, inmovilizado de la cintura para abajo. ¿Qué pasó? Según los doctores dijeron que cuando iba de regreso de la escuela, el autobús sufrió un choque, siendo yo el más afectado.

«¿Cómo fue el accidente?» Preguntó una enfermera.

«Oh, fue terrible, ese muchacho, el de la cama 115, es un afortunado sin duda. ¡Fue el único sobreviviente! Vaya que tiene un gran ángel de la guarda»

«¿El único? ¿Cuántos iban? Un autobús de ese tamaño…se me hace difícil imaginar como pudo haber volcado y quedar hecho pedazos»

«Fue una chica…El conductor intentó esquivarla, hizo sonar el claxon, pero la chica…la chica simplemente no se movió! La arrasó, dejó el cuerpo despedazado por toda la carretera. Fue extraño que volcara el autobús, debió haber sido algún desperfecto»

Fue ella, pensé yo, mientras me hacía el dormido. Ella provocó el accidente, de alguna manera entró a mi mente mientras dormía, ella me hizo hacer cosas asquerosas en mis pesadillas. Debía salir del pueblo, antes de que la chica que no habla viniera por mí. Ya era de noche, quería bajar de mi cama, pero las malditas piernas no me dejaban. Logré sentarme a duras penas en el borde la cama, estaba todo oscuro, era el único paciente del hospital. Quería llamar a las enfermeras, pero mi voz se entrecortó por alguna razón. Mi respiración se alentó, mi corazón latía más rápido y ahí estaban: Los cánticos de Lilith. Era la llamada de ella. Esa noche yo sería otro más en la colección de cadáveres colgados en la casa del callejón.

 

Empecé a sentir una respiración asmática en mi nuca, acompañada por una melodía sin armonía. Poco a poco el canto se tornó en palabras:

«¿Sabes por qué no te hablaba? ¿Sabes…por qué solo miraba? Porque, así es ella. A ella le gusta seducir varones, ella mira, pero nunca habla…Caíste en mi tentación, caíste en el pecado de la carne y ahora sufrirás por ello»

Mi alma se desprendió de mi cuerpo…la perdí. Mi destino era la perpetua agonía, esos ojos me hicieron caer. Poco a poco los encapuchados aparecieron, comieron mis brazos…mis piernas…perdí mis ojos…perdí mi boca. Hablo desde el más allá, yo caí, tu caerás. Yo solo te miro…mas nunca hablo. Ahora te miramos, Lilith y yo, queremos a alguien más para el festín del deseo carnal. Miramos pero nunca hablamos…observamos y respiramos, detrás de ti. No voltees, no nos gusta, solo nos gusta mirar.

Creación propia
Mi autoriía

clades

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10 comentarios

Está muy bueno, referencia a «La primera mujer antes de Eva, Lilith», pero solo una parte no cuadra, «Hablo desde el más allá…Yo solo te miro, más nunca hablo…» ¿Habla o no habla?

dice que no habla,. mas no que no escribe….
Quizá si hubiese puesto me comunico desde el mas allá quedaría mejor 😀

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