Duerme con tu dios

Samael

Mi nombre es Mariano Heredia, tengo 17 años y vivo en la ciudad de Buenos Aires, Argentina. Quiero contarles mi historia, una que aun hasta el día de hoy me perturba por las noches. Todo comenzó cuando con mi mejor amigo Alejandro empezamos a conocer nuevos creepypastas, una tarde encontramos uno por internet sobre la soledad y como se siente en realidad. A mi no me interesó en lo absoluto, ya que solo se debía hacer un tipo ritual o prueba y no narraba ninguna especie de cuento sobrenatural. El siguió leyendo y se hizo la hora de dormir, así que decidí ir hasta mi casa y acostarme. En mi habitación comienza a sonar el teléfono y atiendo normalmente. Mi amigo con una voz muy perturbante me dijo que realmente la prueba fue un éxito, yo obviamente creyendo que me engañaba preferí colgar y me fui a la cama. Nuevamente sonaba el teléfono, con mi cara de fastidio pregunte quien llamaba. Una voz gruesa me respondió erizándome la piel, apenas pudiendo oírla me pregunto porque su nuevo amigo no salía del baño. Sin saber que decir me quede congelado entre las sabanas, alguien empezaba a llamarme al mismo tiempo y active la llamada en espera. Alejandro con voz desesperada me pidió que no colgara y lo escuchara atentamente, me explico que lo único que podía salvarlo era mi ayuda. Al oír sus lagrimas desesperadas detrás del teléfono decidí creerle, Sin colgar me dirigí hacia el baño como me lo pidió. Velozmente dijo que apagara las luces y encendiera tres velas o las que sean necesarias para conseguir una luz tenue, escribiera una carta para Samael pidiendo su ayuda y compañía porque me sentía solo. Sin saber de quien era ese nombre la metí dentro de un sobre y me pidió que mirara fijamente al espejo por dos minutos enteros. El comienzó a llorar y se escuchaba el picaporte tras la llamada intentando abrirse violentamente, Alejandro gritó que abandone la llamada y me concentre en mi reflejo. Mientras pasaban los segundos el teléfono alertó poca batería y el fuego de las velas empezaban a extinguirse poco a poco dejando solo una, entre el silencio una llamada de mi amigo hace que me asuste. Al atender se escuchaban sus gritos aterradores rogándome que quemara la carta. Inmediatamente apoye el sobre por encima del fuego dejando que se incendiara por completo, luego todo quedo en completo silencio por unos cuantos segundos. Pregunte si me escuchaba, pero nadie me contestaba. Luego un extraño sonido de la estática comienza a oírse desde el otro altavoz con la misma voz gruesa de antes, muy asustado, no podía distinguir lo que quería decirme. Seguí intentando descifrar lo que oía entre tantas frases que parecían en un idioma desconocido, hasta que pude percibir mi nombre muy difícilmente. Quede temblando entre la oscuridad, después un incomodo silencio provocaba sentir mi corazón apresurado como nunca antes. Alejandro empezó a gritar de una manera desesperante, como si algo lo lastimara de una manera fatal. Yo muy preocupado pedía explicaciones de lo que ocurría, el continuaba gritando hasta que mi teléfono se quedo sin batería y se apago automáticamente. Sin pensarlo ni un segundo prendí las luces del baño sin atreverme a mirar al espejo y me dirigí hasta mi habitación, conecto el teléfono para cargarse y espere a poder prenderlo. Mientras esperaba la iluminación de mi cuarto comenzó a chispear, me cubrí todo el cuerpo con las sabanas intentando despertar creyendo que era un mal sueño. Hasta que el sonido de la alarma y mi madre trayéndome el desayuno me permitieron abrir los ojos, al ver la ventana podía ver que había amanecido. Mi madre terminaba de desayunar en la mesa mientras yo leía una revista junto con ella. Rápidamente se retira para su trabajo deseándome un buen día, me quede solo agradeciendo que nada había sucedido hasta que observe un extraño ser sentado de piernas cruzadas arriba en mi sillón. Tenía unas garras bastante afiladas, sus alas podían cubrir todo su cuerpo y sus cuernos llegaban hasta el techo. Su cráneo parecía muy similar al de una cabra, aunque no tenia ojos por alguna razón sentía que me observaba fijamente. Temblando sin poder hablar mi visión se puso borrosa y caí al suelo, desperté en una camilla dentro de lo que se suponía ser hospital. En una habitación solitaria, sin ventanas y muy pequeña. Mi teléfono empezaba a sonar sobre un mueble cerca de mi camilla, me estire para alcanzarlo pero era muy difícil e intente usar las sabanas que me cubrían. Al poder recogerlo atendí y se escuchó la voz de Alejandro diciendo que lo lamentaba pero me quedare ahí para siempre. Confundido pedí explicaciones pero eso solo logró que se lamentara mas, me dijo que tenía mucho miedo y que yo fui el primero que tuvo en mente para transmitir la maldición a otros. Dé repente se corta la llamada, al voltear veo al mismo ser sentado en una silla de la misma forma mirándome y huyo hacia la puerta. Pero no se abría, al parecer no podía abandonarlo, decidí agarrar un bisturí y me corte las muñecas. Comencé a desangrarme en el piso mientras el ser me decía que solo quería ser mi amigo, cerré los ojos una vez más y desperté dentro de mi habitación. Observe el horario y note que había vuelto a la noche en que volvía de la casa de mi mejor amigo, el teléfono comenzó a sonar pero yo no respondí tan solo lo apague dejando que la maldición se encargue de el. A la mañana siguiente una noticia cuenta la extraña muerte de un joven con el estomago destrozado dentro de un baño, al ver la ropa que llevaba pude distinguir que era Alejandro. Sonriendo apague el televisor y me lave la cara, desde entonces tuve todas las noches horribles pesadillas con esa criatura llamada Samael.

Tengo mucho sueño pero no quiero dormir, todavía escucho los sonidos de la estática por los pasillos de mi casa, solo yo puedo oirlos. Samael atormentándome.. por toda la eternidad.

Yo mismo escribi esto.

Mariano Heredia

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