Ambrosía

Por Hime Sakura

Estaba mirando por la ventana, mirando la lluvia caer, el frío no cesaba y yo me acobijaba con una manta muy cálida; anhelaba que llegara diciembre, ese mes tan alegre y nostálgico para mí.

Cuando la lluvia ceso opte por abrigarme y salir a pasear, el aire helado congelaba mi rostro descubierto, pero aún así continué mi paseo. Llegue a una hermosa plaza que se encontraba cerca de un parque, entre a calentarme un poco, fue entonces cuando conocí a una linda chica, la cual se encontraba con su amante, quienes se miraban dulcemente y con mucho amor. Entre a un restaurante y observe por el ventanal, mientras tomaba una taza de café a la joven pareja, no los conocía pero su felicidad me era muy grata.

Paso el tiempo y llego mí anhelado diciembre, el frío cubría las calles de la ciudad y empañaba de alguna manera los faros que alumbraban estos caminos. Me dispuse a tomar una taza de rico café cuando decidí ir nuevamente a la plaza a la cual ya se me había hecho costumbre acudir. Al entrar me quede maravillada, el árbol, las luces destellantes, todo era simplemente hermoso. Entre al restaurante que ya frecuentaba, justamente se encontraba frente el frondoso árbol artificial, dentro había mucha gente con enormes sonrisas, padre, hijos, abuelos, amantes, había de todo; en la parte trasera divise una rockola la cual tocaba una canción navideña, suavemente se escuchaba “Noche de paz, noche de amor, todo duerme alrededor…” , tome asiento en una mesa cerca del ventanal, debido a mi constante presencia en ese lugar inmediatamente me llevaron una taza de café, un mesero joven y alto que se sonrojo al verme ya que me conocía bien. Mirando nuevamente hacía el árbol pude distinguir una figura conocida, era la chica de la otra vez; estaba llorando frente al hermoso árbol, duro mucho tiempo parada frente a el de manera que acabe mi café y ella seguía ahí, me retiré y salí hacía el parque, me senté en una banca que daba hacia la entrada principal y encendí un cigarrillo para calentarme un poco. Antes de que lo terminara la chica salió, levantándome salí tras ella; cuando al fin pude alcanzarla le pregunte la causa de tanto llanto y dolor, quizá me tomo confianza inmediatamente o solo necesitaba que alguien la escuchara, así tomo asiento en una banca cercana y me conto la trágica historia de su amor, de ese día en adelante nos hicimos grandes amigas. La fui conociendo poco a poco, su nombre era Amelia, estudiante como yo pero un grado mayor, casualmente íbamos en la misma escuela así que llegábamos siempre juntas.


Pronto llegó la primavera y fue así como conocí al chico más maravilloso o eso creía, su nombre era Armando, no era muy guapo pero tenía otras cualidades como inteligencia, ser un gran atleta y atento con su pareja. Amelia y yo nos hicimos muy buenas amigas de él, salíamos juntos a todas partes, al cine, al teatro a todos lados.


Recuerdo una ocasión muy graciosa, fuimos a la feria, íbamos Amelia, Armando, Antonio, Marco (alias Abelardo por su parecido a esa botarga famosa), Cecilia y yo. Nos subimos a la montaña rusa, Amelia junto a Antonio quien estaba enamorado de ella, Cecilia con Abelardo y Armando conmigo, tal fue la mareada que se puso Abelardo que antes de bajar del carrito vomito sobre la pobre Cecilia, todos nos moríamos de la risa incluso Cecilia ya que su carácter era bondadoso y divertido, después del incidente fuimos al baño donde hice una impactante declaración, proseguí a decir –Emm chicas, debo confesarles algo. Armando… Armando me gusta, me gusta mucho- Amelia casi se desmaya, pero en ese momento no entendí la razón, -Pero, no se te hace algo muy repentino Rosalinda- respondió algo sería Amelia, -Para nada, el amor nunca avisa- contradijo Cecilia, esa platica término ahí y aunque mi amiga se veía pálida quise suponer que se encontraba bien. El día siguió sin más contratiempos y al terminar todos regresamos cada quien a su casa.


Al día siguiente Amelia no fue al colegio, todos pensamos que pudo haber atrapado un resfriado, así que cuando termine los deberes en la escuela me dirigí a su casa para ver que era lo que le había ocurrido. Llegué muy pronto a su casa y al verla pude saber que no se encontraba bien, me hizo pasar, recuerdo una hermosa mesa de centro con un florero de hermosas rosas blancas, me invito un café el cual acepte, se sentó a lado de mi y dijo -Siento no haber ido hoy a la escuela, lo que pasa es que no me sentía muy bien, pero sin duda mañana no faltare- guarde silencio unos minutos, sabía que había algo más pero era mejor esperar a que ella quisiera contármelo. No dure mucho tiempo en su casa solo le pase los apuntes que Antonio quien era su compañero de clase me dijo que le entregara.


Después de ese día todo siguió con mucha tranquilidad, hasta que hicimos un día de campo donde fuimos todos los que siempre nos juntábamos, al terminar de comer Armando se acerco a mí y dijo – Enfrente de todos diré lo siguiente: Rosalinda me gustas y mucho, ¿quisieras ser mi novia?- yo me quede perpleja, recuerdo haberme ruborizado y después de un pequeño silencio conteste – Claro que sí, acepto- nos envolvimos en un suave beso, que para mí fue mi vida y el inicio de mi muerte.
Los días que siguieron fueron sumamente pesados, tanto en la escuela como con los amigos, Amelia estaba cambiando y yo no entendía la razón de su tristeza.
La pasaba muy bien junto con Armando, incluso una vez me invito a cenar, era una cita perfecta, un buen restaurante, los dos a la luz de las velas, música tranquila, un vino suave y delicioso. Bailamos casi toda la noche, fue la noche perfecta, mi única noche perfecta.


Posteriormente mi relación se fue volviendo más complicada, más extraña, incluyo más monótona. No sabía la razón y me dispuse a averiguarlo. Sin embargo mi queridísima amiga Amelia se veía muy contenta, fue extraño entre más triste estuviera yo ella estaba más alegre.


Yo pertenecía al equipo de deportes por mi buena condición física, antes de ir a las duchas quise pasar a ver a Armando al taller de teatro quería darle una gran sorpresa. Pero quien sino yo fue la que se llevó la sorpresa, al entrar al cuarto donde guardaban el vestuario encontré a mi novio besándose con mi mejor amiga, abrazados tan juntos como una pareja, sentí que el mundo se me caía, quise morir… pero con lágrimas en mis ojos camine hacía ellos -¿interrumpo? – Inferí, inmediatamente se soltaron, decían tantas estupideces que no las recuerdo, balbuceaban como un par de imbéciles, mi paciencia se agoto pronto y solté un par de bofetadas, después concluí – Les juro por mi vida que esta me la pagaran- salí corriendo de ese maldito lugar. Llegué a mi casa y lo primero que hice fue tomar una ducha, quizá eso me ayudaría a digerir lo que acababa de ocurrir.


Mi llanto se confundía con las gotas de la regadera, mi pelo largo cubría mi pecho como queriendo calentar mi ahora gélido corazón, no me moví durante unos minutos solo deje que el agua recorriera mi cuerpo esperando que así se llevará mi amor.
Saliendo me coloque la bata y me tire en la cama, lloré y maldije, llore y maldije por un buen rato hasta que me harte de lamentarme, me levanté y mire mi reflejo, vi en mis ojos un extraño vacío reconfortante y planee mi venganza.


Regrese al colegio como si nada hubiera pasado a excepción de que no les hablaba a ninguno de los dos, recuerdo que Cecilia y Abelardo me preguntaron el porque ya no les hablaba, yo sin dejar de mirar a la nada conteste porque ella es una perra y el una inmundicia, de reojo mire la cara de Cecilia algo sorprendida pero entendió lo que quise decir.


Me quede en la puerta del colegio después de clases, saque un cigarro y comencé a esfumar mis problemas: creo recordar haberlos visto pasar pero estaba tan perdida que no me di cuenta de lo que sucedía alrededor.


Marche con rumbo a mi casa, al llegar lo primero que hice fue tomar un cuchillo muy afilado de mi cocina, lo metí en mi bolso; ese mismo día me había enterado de que le pediría matrimonio y yo les daría el mejor regalo de todos, me maquille como nunca y me fume otro cigarro. Las ojeras que tenía por haber llorado ya no estaban pero ese vacío en mi mirada no desaparecía ni se ocultaba, sin más demoras me fui.
Camine a la casa de Amelia, en el camino compre un ramo de hermosas rosas blancas, al llegar toque el timbre y quien salió a atenderme fue mi querido Armando; sonreí prósperamente y con dulce voz dije – Quería disculparme, no debí haber reaccionado así, acepten mis disculpas y este ramo de flores- fue fácil engañarlos de cierto modo él se sentía un poco mal por lo que me había hecho, pero ella no podía ver a través de su patética y farsante sonrisa lo que en realidad sentía. Me permitieron pasar y no demore más mi venganza, le pedí a Armando un abrazo como amigos y sin que se dieran cuenta saque el cuchillo de mi bolsa.


Cuando me abrazo le susurre al oído -¡Vete al infierno!- lo deje herido, Amelia dio un grito de horror -Descuida a un no muere- quite el cuchillo de su estomago y lo apuñale una y otra vez hasta que dejo de moverse, la pequeña traidora estaba aterrada, camine lentamente en dirección a ella, la pobre infeliz estaba perpleja y no se movía, acaricie su rostro con el cuchillo y la obligue a que lo tomara, después un estupendo fin –Tendrás el privilegio de quitarme la vida, después de todo no eres mas que una zorra- deslice su mano de manera que corto mis venas, pronto caí y no supe más.


De pronto desperté en un hospital, los médicos dijeron que un milagro me había salvado la vida, sonreí por lo bajo cuando me dijeron que la chica que había intentado matarme estaba en un hospital psiquiátrico. Recuerdo el drama que hice -¿No se por qué quería matarme? Yo la quería era mi mejor amiga- era lo que repetía y lo mejor es que todos me creían.


Al fin retome mi vida, a mis amigos y mi rutina, pero jamás la mirada dulce. Siempre tendré una mirada vacía y un sabor de ambrosía por la venganza cumplida.

creación propia

Hime-Sakura

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3 comentarios

Me gusto!! 🙂 Me recordo a una cancion que se llama ‘Ambrosia’ de una banda de Post Hardcore que se llama Alesana xD

Pero De ahí en fuera, rifa y mucho, aunque al principio crei que eran jovencitos de unos 14 y 15 años ya despues note la madurez de la situacion, me gusto 🙂

5/5

Al igual que a Yare Astorga, me recordó a la canción de Alesana. :3 Me gustó la historia, pude ir construyendo imágenes mentales. Me gustó mucho el detalle de la mirada vacía que tanto remarcás. No sé, yo le doy 5/5 :$

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