Estocofobia: Miedo a la Oscuridad

Para: Matheu

De lo que me arrepiento es de haber entrado en aquel cuarto oscuro.

Jamás trataba de impresionar a alguien, solo era yo tratando de crear en el mundo un espacio para mí.

Estaba sola en mi habitación aburrida, y un amigo me enseño la palabra creepypasta, un término usado para simplificar la relación que hay entre mito y leyenda. Aquel amigo me creía inquebrantable en cuanto a los sustos se trataba sin embargo mi frialdad solo era una máscara al igual que la con la que todas las noches me iba a mi cuarto.

Me obsesioné con los creepypasta más populares, Jeff the killer, slenderman, smile dog, las mascaras de las pesadillas, suicidios… en fin para mí los creepypasta se habían convertido en una dulcería de lo terrorífico, pero sin darme cuenta mi subconsciente jugaba con las imágenes, y con las historia.

Las fobias son miedos profundizados, algunos son racionales y otros irracionales. La escotofobia (el miedo a la oscuridad) por mucho todos la vivíamos de niños mi psicólogo decía que era miedo a la separación.

Cuando era niña no me gustaba tener muñecas en mi cuarto, pues todas en la noche solían hablar, cantar y hasta reírse, mi espalda se ponía helada, el vello se me erizaba y mis gritos no salían; sentía mi garganta ahogada y hasta que mi madre no regaló mis muñecas dormía con ella. Solo tenía 7 años, y aun atreves de las puerta del cuarto de mi madre oía las voces retorcidas de los demoniacos juguetes. Mi madre tuvo que llevarme a un psicólogo a fin de que pudiera empezar otra vez a dormir sola.

Las sesiones no eran muy largas, pero me aburría con facilidad, así que resolví hacer como si abandonara mis ideas de que todo lo que había pasado era verdad; él no me creía, mi mamá no me creía, mi familia no me creía, decidí no comentarles nada a mis amigos de la escuela, eran unos mocosos que no entenderían nada, sus inocencias burlescas solo me harían victima de algo escalofriante que no entendían.

Llegaba a mi casa y veía sombras donde quiera; volví a dormir sola pero con luces en mi cuarto y un crucifijo arriba de mi cama. Una noche sentí un calor inmenso mientras dormía, me senté y vi a una niña mirándome al lado de mi cama, se tranco mi respiración y salió corriendo de mi cuarto dejando la puerta abierta, me asusté pero no había contado nada hasta el día de hoy.

Mi mamá juraba que yo había dejado a un lado la escotofobia cuando entre a la adolescencia, reprimir mis recuerdos era algo que mi antiguo psicólogo me enseño a hacer sin embargo no lograba sacar nada de mi cabeza solo lo disfrazaba. Mis compañeros de clases ya no me hablaban, ni se acercaban a mí, llegaba siempre al salón con cortadas superficiales en mis brazos pero no me las había causado yo, solo estaban allí y ellos las notaban; mi madre decidió mudarse cuando cumplí 15, entonces empecé de 0 con mi vida, pero mis pesadillas aun me atormentaban, así que estuve viendo por un tiempo a un psicólogo por mi cuenta, era muy escéptico sobre el tema, pero había algo en él que me decía que si podría curar mi trastorno.

Me mude no muy lejos de donde vivía pero igual era un cambio, allí conocí al que se convertiría en mi mejor amigo, varios años mayor que yo. Los días transcurrían de manera muy aburrida y las noches se volvieron inquietas pero deje de soñar y las cortadas en mis brazos ya no estaban; mis nuevos compañeros de clases me trataban como si me conocieran hace años, todo iba a la perfección, todo estaba perfectamente aburrido.

Una noche cualquiera estaba en mi facebook sin nada bueno que hacer, entonces me escribe un antiguo compañero de clases y lleno mi mente con esto de los creepypasta. No sé cuánto tiempo pasaba leyendo esas cosas, pero como había dejado de ver anime no tenía nada más que hacer… en fin, estas historias alimentaban mi cabeza, y las sombras volvieron a revelarse ante mí incluso a plena luz del día en la escuela y las cortadas aparecían.

Me di cuenta que a mi psicólogo se le hacía fastidioso y difícil lidiar conmigo, realmente cada día él me decepcionaba mas porque siempre de dejaba con lagrimas en los ojos, y entonces comprendí que tenía que curarme por mi misma y enfrentar la escotofobia; no paso mucho de aquel día donde mi madre se fue de viaje dejándome sola en la casa, mi mejor amigo insistía en hacerme compañía aquella noche,  le dije que yo estaría bien de igual manera dijo que pasaría más tarde a verme un rato y colgué el teléfono, pero al voltearme era de noche y la luz de las habitaciones se apagaban con el atardecer, encendí la luz de la cocina y la del pasillo del segundo piso, y me fui a mi habitación dispuesta a que nada me iba a asustar. Me pase toda la noche en la computadora con mis audífonos a todo volumen, y el tiempo se paso volando eran ya casi las 12 de la noche, y como no había cenado me dirigí a la cocina pero la piel se me puso fría cuando en las escaleras la luz de la cocina se reflejaba al final y de un flash vi a una figura alargada parada al final de los escalones, cerré fuertemente los ojos y cuando los abrí la visión ya no estaba, me repetía mil veces en la cabeza que mi mente causaba todo; entre a la cocina vi a un chico junto a las gaveta de los cubiertos, vestía un abrigo con capucha blanco y unos pantalones de vestir negros, pensé que era Alex, mi mejor amigo que había entrado no sé como a mi casa. Me acerque a él gritándole su nombre y en cuanto fui a tocarlo se dio vuelta, era un chico en efecto, pero no era Alex, aquella criatura tenía la cara blanca, una sonrisa cortada de oreja a oreja cicatrizando, y una mirada exaltante y malévola. Corrí hacia mi habitación y me encerré; mantuve mis ojos cerrados orando en silencio para que todo terminara, me levanté del suelo y mire al techo, de inmediato vi unas iniciales que reconocí enseguida, TD, parecían haberlas hecho con un cuchillo pero caían del techo gotas rojas que parecían sangre; estaba aterrorizada, pero seguía repitiendo en mi cabeza que mi mente estaba jugando conmigo. Salí de la habitación como pude, llevándome todas las cosas que había en mi camino por el suelo, forcé la puerta de la entrada y salí corriendo a la calle, vi que detrás de mi estaba aquel chico vestido de blanco persiguiéndome, y de repente a mi alrededor se escuchaba la música de fondo de la ciudad lavanda, pensé que me había vuelto loca cuando percibí que en uno de los callejones estaba la figura alargada de las escaleras; algo alcanzo mis brazos y los sostuvo con fuerza eran como tentáculos con dientes que rasgaban mis brazos, el dolor era intenso, era real, no lograba soltarme. Veía muchas sombras a mi alrededor, oía muchas voces pidiendo ver mi sangre, queriendo mi alma; sentía miles de cortadas  abriéndose en mi cuerpo. Estaba a mitad de la calle, ¿Cómo era posible que nadie oyera mis gritos? Cerré mis ojos fuertemente y me di por vencida, entonces una luz ilumino mis ojos, y caí al suelo bruscamente. Al día siguiente desperté en la casa de Alex, tenía mis brazos vendados y gazas en las piernas.

Apenas desperté Alex estaba a mi lado, explicándome cómo fue que me encontró, él decía que estaba hablando sola casi en susurro, que tenía muchas cortaduras profundas en todo el cuerpo y que parecía estar en trance; Alex me pidió que me bañara para limpiar las heridas, cuando entre al baño y me mire en el espejo solo esperaba lo peor pero solo vi rasguños muy mínimos, me di vuelta para verme la espalda y vi una equis con un circulo, supe que esa era la marca de slender pero ¿Cómo había llegado a mi espalda?

Cuando estábamos desayunando, Alex me contó que yo tenía un cuchillo en la mano lleno de mi sangre, él padre de Alex era medico y no se explicaba cómo habían sanado tan rápido heridas tan profundas y que ya no quedara casi nada de ellas. Mi madre llamó esa mañana a Alex parta que me dejara en la casa.

Llegamos a mi casa, y mi mamá me sermoneo por no haberle dicho que me iba a quedar en casa de Alex, era obvio que él no le había dicho nada, en seguida me acorde de las iniciales en el techo de mi habitación. Subí corriendo, entre a mi cuarto y no había nada. Encendí mi computadora y estaba llena de creepypasta por todas partes, el techo estaba normal, blanco como era. No me explicaba lo que había pasado, tal vez un episodio de psicosis, pero ¿A qué precio?

Me sentí espiada, o más bien me sentía acorralada por mis pesadillas, recibí un mensaje de Alex preguntándome que había sucedido anoche, a lo que conteste.- Mi mente jugaba conmigo. Estoy segura que lo que sentía en esos momentos fue real, estaba convencida que aquello no se iba a repetir, había sido una pesadilla hecha realidad y los sueños no se repiten o al menos eso quería creer yo.

Te escribo esta carta Matheu porque aquel día intente contactarte pero cambiaste tu número de teléfono, supongo que tu ya no me querías como paciente, la última vez que te hable por facebook me dijiste que me alejara y también que me odiabas; creo que eso fue poco ético, de todas formas siempre que te hablaba de estabas cosas cambiabas de tema y te enfadabas conmigo, sin duda sentí tu desprecio, algo que casi me lleva al borde del suicidio mental por tu estúpida actitud de psicólogo frio y alejado, quería verte por última vez para decirte cuanto me has decepcionado, pero si aun con todo esto decides no creerme está bien, yo lo viví no tu. Aun veo el fantasma de tu padre.

Post Data.: no le digas a nadie que ahora me hago llamar Valentine Core, no comentes que tengo el cabello largo y tampoco que lo teñí de azul; hace pocos meses ya de que paso todo eso porque aun no cumplo los 16 años de edad. Creíste que solo quería llamar tu atención, pero la escotofobia se había apoderado de mi mente y tu solo me veías con lastima. Te estaré esperando en la noche más retorcida para llevarte al infierno conmigo.

Att.: Madness Core

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