Depredador y presa.

bueno, esta es mi primera creepy, espero que me digan que piensan, tengo aspiraciones de escritor, asi que cualquier comentario es bien recibido

Sábado, amó los sábados, puedes quedarte despierta hasta las tres de la madrugada, admirando la noche, escuchando música, y sintiendo la oscuridad. Pero lo mejor es que hay muchas fiestas, mucho que hacer. Así que ahora salgo de mi casa, dispuesta a encontrar a algún muchacho que quiera celebrar una noche de sábado en Paris, ah la ciudad del amor, llena de jóvenes ilusionados con esa maravilla color rosa. Y yo de primera mano se lo fabuloso que es el amor, cuando me encuentro con algún prospecto con la cabeza llena de hormonas. Pero debo admitir que parís no es el mejor lugar para encontrar lo que quiero, me gustan los muchachos tímidos, sencillos y poco seguros de si mismos, con los que tengas que acercarte tu, y no al revés, hehe, es tan hermoso como se ponen nerviosos y empiezan a mirar a otro lado.
Yo tengo en parte la culpa, soy muy alocada, llegando con falda corta y medias negras, me siento sobre la mesa en la que se encuentran, por lo general cuando están solos, por que acompañados suelen tener amigos estúpidos y “galantes” que lo echan todo a perder. Pero los tímidos siempre dan una impresión de ternura, sobre todo cuando despiertan y están amarrados, ji ji, empiezan a espantarse, los mas débiles empiezan a llorar, eso no me gusta, me gusta que lloren cuando empieza lo emocionante, cuando empiezan los cortes. ¡Pero una gran parte de esos idiotas empieza a armar un escándalo!, ¡me hacen enojar!, lo bueno es que después de un rato se callan y lloran en silencio, y cuando mueren, me esfuerzo en que su cara esboce la ultima expresión como debe ser, como mártir de imagen católica.
No es mi culpa ser así, solo soy una elfa de la noche que quiere divertirse, pero creo que el error es el tipo de compañía que busco, por ejemplo, me acoplo muy bien con los vampiros, aguantan mucho, (aguantan todo, son vampiros da!) ¡y son tan hermosos!, aun sin que sean románticos ni tímidos, son buenos, simplemente hermosos.
Justo ahora me pongo a pensar en algo, no he visto a ninguno de mis amigos en un buen tiempo, ni elfos oscuros ni vampiros… nada, bueno, vi a un pequeño vampiro que era viejo amigo mío, me dijo que se iban de la ciudad y sus padres no le dijeron por que. Desgraciadamente no pude despedirme. Encontré una fiesta en medio de mi caminata, entre en ella, pero no parecía haber alguno de esos chicos buenos que son arrastrados por sus amigos a sitios como estos. Estaba a punto de marcharme, cuando lo vi. En la esquina del bar, un típico macho alfa, con mirada torva, una sonrisa en los labios y un vaso sostenido entre los dedos pulgar e índice. A pesar de no gustarme ese tipo de chicos, el me llamo la atención, no se por que. Lo malo es que junto a el estaban parados dos sujetos de aspecto bastante desagradable, que me ponían nerviosa. Me iba a ir cuando el le dijo algo a sus dos compañeros, y estos se retiraron después de darme una mirada recelosa. ¿Por qué me miraban así?
Me acerque a el, creo que me gustaría tener una experiencia algo diferente a lo que acostumbro. Después de un buen rato de plática, descubrí que era español, del sur de España en específico. Nos decidimos a irnos, el sujeto no era guapo, pero si era bastante atractivo. Tenía ojos color miel, cabello que le llegaba a los hombros y una pequeña barbita.
Cuando llegamos a mi casa el pareció mostrase incomodo con las imágenes religiosas distorsionadas que yo tenía, ya sabes, imágenes zalgo, clavos en los ojos… en lo personal yo prefería imágenes de demonios, pero los metaleros arruinaron todo eso. De hecho solo tenía una imagen sin alterar, una imagen de un crucifijo que conservo en memoria de mi padre, que era un elfo de día, no pareció molestarle, así que creo que es católico o algo así. Fue directamente a lo que iba, y eso a mi me sorprendió, por que no soy tan fácil, nunca lo he sido, pero este tipo, bueno, de verdad le traía ganas desde que lo vi. Cuando le di la bebida, vi como empezó a adormilarse poco a poco, hasta que se quedo dormido. Lo amarre a la cama, y fui por mis herramientas. Creo que ya debería haber experimentado con este tipo de chicos, ¡ansió ver si se asusta o no!
Se despertó, miró a su alrededor asustado, y después volteo verme a mi, que justamente tenía el bisturí en la mano. Se puso a llorar, y yo apenas pude contener la risa. Limpie el bisturí en el vestido negro que me había puesto mientras el dormía. Cuando me disponía a cortar su pecho, pensé en que pasaría con un macho alfa si amenazabas su masculinidad, así que baje por su abdomen, acercándome, cuando el me interrumpió con un llanto lastimero:
-¡No, por favor no!
Sigo bajando
-¡Espera!, ¡si lo haces solo me quedara esto!
Intrigada por ese comentario, volteo a ver su cara, y veo su mano. Su mano. Sus dedos habían crecido el triple de su tamaño. No puedo creerlo, no puede ser. Mi mente tarda demasiado en procesar, cuando el vuelve a hablar:
-Y, bueno, también esto.
Abre la boca, y una grotesca lengua de fácilmente treinta centímetros de largo se deja ver, seguida de una horrible sonrisa.
Suelto el bisturí, pues es totalmente inútil en una piel tan gruesa como la suya, e intento escapar, pero el se libró fácilmente de sus ataduras, y me golpeo con su mano izquierda, quede atontada, y el aprovecho para amarrarme con la cuerda que deje junto a la cama después de atarlo.
Vi como se puso los pantalones, y realizo una llamada.
-Claudus, adivina que, te invito a cenar, cortesía de mi cumpleaños, estoy… no tengo la más puta idea de donde estoy, pero es parís, cerca de los campos elíseos, supongo que a partir de ahí podrás olfatearme.
-…
-¿Tienes una puerta cerca de aquí?, fabuloso, avísale a toda la banda.
Le pregunto débilmente:
-Como es posible… los draconianos no…
-¿Tienen órganos sexuales?, adivina que.
Me mostros u mano derecha. La cual seguía igual
-¡Así es!, ¡serás una cena real!, ¿no es emocionante?
-Mano mancillada…
-Mmm, ese nombre es muy feo, prefiero el término “mano suertuda”
Al poco tiempo, llego otro sujeto, igual de alto y se veía un poco más grande que mano suertuda. Su cabello era blanco, y su ropa daba era muy elegante, pero a la vez se veía muy antigua, como si la hubiera adaptado a la modernidad.
-¡Claudus! ¡Mi amigo!, pasa, pasa, ¿como la vez que tenemos cena güey?
Su acento español desapareció, y aunque no conozco mucho de América, se lo suficiente como para decir que era acento de México.
-Bien, justo me acaba de entrar hambre. Vaya, no había estado en París desde que el Fürer invadió Francia.
El acento de este era alemán
-¿No que madres, que yo no fui nazi, que yo nomás al sacro imperio y lo otros dos fueron fumadas?
-Pues, es que acompañe a mis camaradas Otto y Adolfo, ¿oye donde esta la cena?
-En esa habitación, ¿Otto y Adolfo?, ¿los dos puñetas que te inventaste cuando descubrí que tu primer nombre era Federico?
-¡SI existen!-le gritó esto mientras se me acercaba. Retorciéndome y gritando intente alejarme, pero el me tapo la boca, y me hablo al oído.
-¡Tranquila!, escucha, mi nombre es Claudus, Federico Claudus, pero me llaman Señor Manneling, ruego por que hallas oído de mi.
Manneling, es ese sujeto que se puso a reunir elfos del día a escondidas. Asentí con la cabeza.
-Bueno, pues tu raza también esta en peligro de extinción, la ciudad de bajo universo fue destruida, se hizo una masacre gigante.
Bajo universo, mi familia…
-Así que ahora también reúno elfos de la noche, intentare ayudarte, pues creo que eres la ultima de por aquí. Tranquila.
Esbozo una sonrisa agradable, y hasta tranquilizadora, lo cual creí imposible de un draconiano.
Se fue de la habitación, las siguientes dos horas solo escuche sus gritos.
-Sii, los tres Reich fueron gobernados por draconianos, ahora entiendo todo.
-¡Yo nunca dije eso, nos pusimos esos nombres en honor a nuestros lideres!
-Ya lo se, era imposible por que los tres tenían bigote, nosotros somos lampiños, aunque cuestiono la existencia de -sonó el timbre- espera.
Volvió con otro draconiano, este con un traje moderno, muy elegante. Llevaba un bastón con mango de plata.
-Buenas tardes, Señor, Claudus.
Su acento era ingles.
Con tono enojado, Claudus le respondió
-Canenque, buenas noches.
-Ah, parís, no venía desde que los aliados liberaron Francia.
Mano mancillada empezó a reír.
El siguiente tenía encima multitud de collares y talismanes, estaba terriblemente encorvado, parecía un signo de interrogación, su acento no me resulto identificable.
-Rahaazh, ¿como estas?
-Muy bien señor, Calenque, Claudus.
-Buenas noches
-Buen amigo Rahaazh.
Escucho como le pedían ayuda con un favor, fueron a ver sus imágenes, después de verlas un rato respondió:
-Quemen todas, excepto esta –señalo a mi cuadro normal- a esta deberíamos ponerla lejos del banquete.
Después de un rato escucho la llegada de otros dos, de color negro, una era muy grande, con los ojos blancos y daba impresión de estar enojado, no supe su acento por que no habló, el otro era más “pequeño” su acento era el de un afroamericano.
Después, iniciaron los preparativos, vi como Rahaazh tomo dos cuchillos y se me acerco.
-Pues bien, sabrás que es tradición no dejar morir a los elfos nocturnos tan rápido.
Me pusieron una venda, y empezó a remover mi piel, lo cual me provoco un dolor inmenso.
-Y la tradición es lo único que en verdad tenemos.
Poco a poco, empezó a cortarme más, a destruirme cada vez mas, solamente vi como Claudus me miraba, no con tristeza, mas bien con frustración. Dentro de poco, mi cuerpo estaba tan lastimado que era solo cuestión de tiempo para que muriera. Intento decir algo, como es imposible que grite, Rahaazh me quito la venda.
-De haber sabido que los draconianos hacían tan bien esto, yo… yo…
Maldita sea, ya esta muerta, otro golpe más, es mi culpa, debí de haber juntado elfos de la noche cuando aun había en abundancia, debí pensar más a largo plazo. Ahora todos nos sentamos en la mesa, con los platos ya servidos, miró tristemente hacía abajo, tomo el cuchillo y la cuchara, y hago lo único que puedo.
-¡Que desagradable!, ¿¡podría usar el tenedor y no eructar en mi cara?!, ¡hay algo llamado “etiqueta” y “modales”!
-Sucede señor Carenque, que no he roto ninguna regla de etiqueta, no eructe hacía usted teniendo mal aliento, y tampoco eructe hacía un hombre de dios
-¡Esas reglas son del siglo XIV!
-¡Bien, creo que mis modales no corresponden con mi fino y pequeño espadín! –Desenfundo mi espada claymore- ¡o con mi elegante ropa victoriana! – me quito el yelmo y lo azoto contra la mesa- ¡o con mi hermosa pistola laqueada de pedernal! – le restriego mi ballesta en la cara, tirándole el tricornio y derramando salsa sobre su elegante ropa victoriana.
-¡Cállense ustedes dos! –gritó mano suertuda estirando sus alas imponentemente cuando el desenfundaba su espadín- ¡disfruten la comida y luego se matan!
Y eso fue exactamente lo que hicimos

Creación propia

dracón

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