Tengo una muñeca de vestida de azul…manchada de rojo

Que espanto…yo era una joven sana y con un buen hogar, sin defecto físico muy notorio, sin problemas psicológicos…sí…yo era feliz hasta que llegó el 21 de enero…

Era de mañana, una mañana hermosa al igual que yo, una joven de 20 años, con casa propia, la cual compartía con dos muy queridas amigas: Belén y Ángela .Nunca me sentía sola.

Estaba dirigiendo me a mi trabajo;yo trabajaba en una esplendorosa florería.

Era un día común pero a la vez tenía ese toque…¿cómo definirlo?…es como que me levanté con entusiasmo, con una chispa que me indicaba que estaba preparada para todo, básicamente me sentía confiada y con energía.

Había terminado mi turno así que tomé mis cosas y me retiré.Salí de la florería y fui por el mismo camino de siempre, sólo que casualmente voltee, y pude ver en la otra calle una muñeca vestida de azul.No sé que tenía esa muñeca pero me enamoró, traía exactamente la misma ropa que una canción que cantaba en mi infancia: «Tengo una muñeca vestida de azul, con zapatos blancos y un velo azul ♪♫».No pude resistirme.Me la llevé a mi casa, fue imposible dejarla en la calle, y por todo el camino no hice nada más que mirar hacia sus ojos azules casi reales y acariciar su cabello rubio y lleno de bucles.

Llegué a mi casa y encontré una nota, era de Ángela,y decía lo siguiente: «Hola María, te aviso que Belu y yo no vamos a poder dormir en casa esta noche, mi tía está enferma y con Belu la vamos a cuidar por tres días, no tuve tiempo de avisarte antes y tampoco ibas a poder venir por culpa del horario de tu trabajo.Bueno descansa y nos vemos en unos días

-Ánge :)»

No me molestó en lo absoluto, eran sólo unos días y yo una adulta independiente.Tomé a aquella hermosa muñeca, la senté en mis piernas y vimos la tele juntas, luego le empecé a cantar la canción que me recordaba a ella: «Tengo una muñeca vestida de azul, con zapatos blancos y un velo azul ♪♫».Estuve jugando con ella unas cuantas horas, y se notaba la alegría en mi rostro.

Eran las diez de la noche y yo debía levantarme a las seis de la mañana, así que le di un cariñoso beso en la frente a la muñeca y le dije «Dulces sueños, eres hermosa» mientras la recostaba en una cunita que tenía guardada en una caja, en la que tengo mis juguetes de la infancia.

Me fui a dormir.

Un grito proveniente de afuera me despertó a las cuatro y media. La muñeca seguía en su cuna, sin moverse. Salí a ver que había pasado y lo que vi quedó grabado en mi memoria: Una montañita de cadáveres…y entre ellos un hombre casi respirando.

Corrí desesperada a buscar mi teléfono pero no aparecía. Busqué mi celular y tampoco estaba, es decir que no tenía forma de llamar a una ambulancia. Mientras que afuera el hombre agonizaba yo buscaba mi botiquín, y después en poco tiempo lo encontré.

Salí afuera y con cuidado saqué al hombre de entre los cadáveres y comencé a curarle lo mejor que pude.

Lo metí en mi casa, y casi al terminar de ponerle las curitas y pasarle la pomada por las heridas, noté algo en su cinturón,era un pedazo de tul, pero rojo.

Casi muda le pregunté que pasó pero el hombre no respondía. No por no querer, si no por que notoriamente no se le movían un labio, sólo me miraba fijamente.

Después de que logró calmarse empezó a hacerme señas raras con las manos. Al no entenderle le di una lapicera y una hoja. En cuanto se los di miró sobresaltado. Comenzó a escribir rápido y al voltear el papel decía: «¡¡Mire detrás de usted!!»

Después de eso no se que ocurrió desperté en un lugar que según parecía era el hospital. Estaba todo oscuro. En eso escucho una voz que decía: «Oh,mire Doctor,la paciente despertó».

Pregunté extrañada: «¿Por qué está todo tan oscuro?». Sentí un suspiro acompañado de las siguientes palabras: «Señorita, no se alarme con lo que le diré». Esa frase me puso nerviosa. El buen hombre prosiguió: «La luces están encendidas, pero usted no tiene ojos». Toqué mi cara desesperada y era cierto, además tenía puntos por todos lados, y algunos rasguños.

El hombre que parecía ser el doctor me dijo que me encontraron inconciente en la calle al lado de unas cuantas marionetas tamaño real, y con una nota metida en una de mis heridas abiertas. Esta decía: «Soy una muñeca vestida de rojo con zapatos negros y un nuevo ojo, quizá te preguntes dónde esta-rá el otro, solo te aseguro que no está en tu rostro». ♪♫

Creación propia

María Bross

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