muerta en vida

Para quien la encuentre:
Mi nombre es Marie, aunque les parezca alucinante, yo nunca en mi vida encontré un momento de sosiego, ni de felicidad, mi madre era una vieja sin provecho, su vida estaba enfrascada en una botella y envuelta en un cigarrillo, la odié como nunca odié a nadie, en los ridículos carnavales del día de la madre, yo era la única de todos mis compañeros que nunca llego a abrazar a su madre, porque aquella andaba de revoltosa en la cama de un hombre. La verdad yo no tengo ningún recuerdo de mi infancia, el único recuerdo que tengo, es cuando mi madre me llevó con el psiquiatra, porque dizque yo estaba loca, que yo quemaba animales vivos, que me gustaba golpearme como loca, hasta provocarme inmensos moretones, también decía que yo solía a hablar con mi padre, quien en realidad ya había muerto. No sé si eso que me contó mi madre sea verdad, yo no lo recuerdo, solo recuerdo que ella me hacía tomar unas pastillas que me mantenían tranquila, en realidad nunca lo hizo porque yo le importara, sino solo lo hacía para que ella se pudiera andar de vaga tranquilamente, y para disminuir y achicar mi existencia en el mundo. Llegaba y ni siquiera una miradita, ni siquiera una ofensa me daba. Mi vida era un infierno. Con unas inmensas ganas de rehacer mi “vida”, lejos de mi “madre” me fui, me aleje de ella y me mudé con lo poco que tenía ahorrado y algo que le robe a la piruja de mi mamá a un departamento más asqueroso que aquella vieja a la que me atreví a llamar mamá. Ahora no me explico cómo pude sobrevivir ante aquella pobreza en la que me encontraba, ni ante aquellos sucesos que hoy me arrancan la vida…

No sé porque a mí, si ¿Por qué a mí? Dios parece que hubiera planeado una vida llena de horrores especialmente para mí. ¿Por qué permitió que la felicidad fuera un delito para mí, que para entrar necesitara una contraseña inexistente? No lo sé.
Por años hemos oído que los fantasmas no existen, que si la ciencia no lo comprueba eso es algo sacado de la infinita imaginación. Pues, yo soy un testigo de que eso es mentira. El fantasma o el alma de mi difunto y malvivido padre no paró de atorméntame, mientras viví aquí en esta pocilga, se llegó a aparecer durante más de un mes, caminaba y éste me seguía, sentía que su alma me observaba mientras dormía, sentía sus respiros a un lado mío, se metía en mis atormentantes pesadillas que hacían florecer jaquecas y jadeos, lo veía sí, lo veía a él y a otros más, veía una niña en mis sueños, una niña que se hacía presente en cada suspiro que daba, que con su mirada perforaba mis sentidos, aquella niña lloraba y lloraba solitaria y triste, como yo. ¿Serían alucinaciones mías? ¿O eran mis tormentos, mis odios, y mi pasado reflejados en seres siniestros? Me tiraran de loca, pero, no, no lo estoy, ¿si lo estoy? no lo creo, porque escuchaba voces que continuamente me decían «Acompáñanos, acompáñanos», «ven, ven» y sonaban tan reales, que alguien necesitaría estar muy loco para creer que esas voces eran provenientes de las alucinaciones.

No soporto estar aquí, mis únicas fascinaciones en la vida era sentir los rasguños y el reconfortante dolor de mi piel al ser traspasados por una navaja, mis cabellos siendo arrancados, los golpes atronadores que retumbaban como balas de cañón en mi cuerpo. Adoraba sentir la sangre correr sobre mí, arrastrarse en mis piernas, hasta dejar una mancha imborrable. El dolor y la sangre era mi única medicina, el único método que me mantenía “feliz” y sosegada. Me dirán psicópata, loca, masoquista, lo que quieran, pero era tan confortable, porque después de todo por lo que pasé; después de tantas humillaciones, de tantos golpes que recibí por parte de aquella vieja a la que tuve la osadía de llamar “mamá”, de nunca en mi vida haber sonreído, de tener que buscar comida en el basurero porque mi madre andaba pobretona valiéndose su vida andando de arrastrada mientras su “hija” se pudría viva; después de que esa mujer ni si quiera me volteo a ver cuando me largué de aquel infierno para entrar en otro, en donde mi tormentoso pasado y mis recuerdos se acurrucaron en aquellas presencias de otro mundo, después de todo eso, la sangre y el dolor era un juego para mí. No sé que pasara si muero, aunque pienso que en realidad nunca viví, ya que nunca logre sentir aquello a lo que la gente ha dedicado miles de coplas, rimas y cientos de risas en bastas cantidades, aquello a lo que llaman “vida”. No vale la pena, que continúe escribiendo ésta carta, pues considero que tengo razones suficientes para apretar el gatillo de la pistola que tengo en la mano y terminar con mi infierno, con mi tormento, con mi “vida”.

MARIE

creación propia

Poll Cárdenas

Please wait...

1 comentario

Averse conseguido un novio que le gustara el rollo masoquista con lo que abundan en las discotecas de tipos asi
Menudo adv
Pd tu mama es una zorra

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