El Portador de los ojos Rojos.

Las sombras se agitaban en aquella siniestra imagen, las manchas carmesíes de sangre sobre mí me hicieron desesperar, todos estaban muertos, pero lo que más me espanto fue que yo tenía el arma asesina en mis manos. Me estremecí, levanté la mirada y los vi… Unos ojos rojos sobresalían de la densa oscuridad, todo se tornó sombrío y esos ojos se acercaban hacia mí, entonces… Desperté. Mi hermana menor me observaba preocupada desde su cama, ella dijo que estaba hablando cosas espantosas y que luego dejé de moverme. Le dije que sólo fue una pesadilla cualquiera, que estaría bien. Intranquila y seguramente con muchas dudas, ella volvió a taparse y una vez más, cerró los ojos. Mentí cuando dije que estaría bien, porque a partir de esa noche empecé a sentirme vigilado, por lo cual no conseguí dormir en lo que quedaba de la noche, las imágenes que soñé invadían mi mente todo el tiempo. Sólo cuando la luz del sol entró por la ventana, esas sensaciones horribles se atenuaron lo suficiente como para que pudiera cerrar mis cansados párpados.

Al día siguiente, me levanté enseguida, lo que es bastante raro ya que usualmente me cuesta media hora despegarme de la almohada, tal vez sea por los nervios. Miré a la cama de mi hermana, que estaba vacía, supuse que también estaba nerviosa y por eso se levantó antes. Pero estaba equivocado, puse mi vista sobre el reloj de mi mesa de luz y me quedé frío, eran las 18:14 de la tarde. Rápidamente, me puse las primeras ropas que encontré y me dirigí a la sala de estar, luego a la cocina, el comedor, el patio, en conclusión: Toda la casa. No encontré a nadie. Me puse más nervioso, pero luego recordé que mi hermana y mi padre estaban en el colegio a esas horas. Sin tambalear, volví a salir afuera y tomé mi bicicleta. A toda velocidad, me puse a pedalear con toda mi fuerza y en un instante, llegué a la escuela. Dejé mi transporte cerca de la entrada y fui directamente al despacho del director, donde estaba mi padre. Sorprendido pero aliviado, padre se levantó a recibirme y me contó lo que me había pasado, él dijo que en esa mañana no consiguieron despertarme, entonces decidieron que lo mejor era simplemente dejarme dormir, también dijo que le alegraba que estuviera bien y que tal vez haya sido por el cansancio acumulado en la semana. Le dije que estaba bien. Padre, aunque no muy convencido de lo que le hablé, me dijo que volviera a casa. La ruidosa campana de la escuela sonó, salí del despacho de padre y comencé a caminar en los pasillos repletos de alumnos. Entonces pude oír mi nombre entre el bullicio de la multitud, era mi mejor amigo Eddy, que se había enterado lo que había pasado por medio de mi hermana y vino a asegurarse de que yo estaba bien. Le repetí como a todos que me encontraba perfectamente y que nada me pasaba. Me sonrió y entonces me invitó a su casa, mencionó que iban a ir mis otros amigos y que nos quedaríamos allí a pasar la noche. Le dije que iría y luego me despedí de él, volvió a sonreír y luego se perdió en el montón de gente. Salí de la escuela y tomé mi bicicleta del suelo, me monté y regresé a la casa.

Abrí la puerta, entré y la volví a cerrar, pero sentí algo húmedo en el picaporte. Miré mi mano y me espanté, estaba manchada de sangre observé mi alrededor y todo estaba igual, todo lleno de manchas y grandes charcos carmesíes. Cerré los ojos con fuerza y los volví a abrir, todo volvió a la normalidad. Tambaleante, fui hacia el baño y me mojé la cara, empezaba a preocuparme. Tomé la toalla, se me sequé y cuando la bajé, los ojos rojos, los de mi sueño, estaban en mi reflejo, que sonreía con malicia. Espantado, di un paso hacia atrás y choqué contra la pared. Los ojos rojos seguían mirándome y lo único que atiné a hacer fue golpear el espejo, una decisión poco acertada, ya que uno de los grandes trozos me cortó la mano. Afortunadamente, el botiquín tenía todo lo que necesitaba para remendarme. Me puse las vendas, los ojos rojos ya no estaban. Me estaba asustando por que a medida que la oscuridad de la noche regresaba, mi cordura disminuía. Entonces escuché el sonido de la puerta, mi hermana junto con padre, acababan de llegar de la escuela, dejé el baño y fui a recibirlos, Padre notó en seguida que algo andaba mal y volvió a preguntarme si de verdad estaba bien, insistí con que nada sucedía, que sólo estaba cansado. Padre dijo que tal vez necesitaba distraerme un poco, entonces le mencioné lo que mi mejor amigo había dicho. A padre le pareció perfecto y me dijo que me preparara antes de que oscureciera más. Inmediatamente me preparé y me despedí. Caminé unos minutos y llegué a la casa de Eddy, que por suerte vivía cerca. Toqué el timbre y Eddy rápidamente salió a recibirme, parecía muy contento. Me hizo pasar, los demás estaban esperándome también, aunque lo que vi en la mesa de la sala hizo que me tensara bastante. Planeaban jugar al “Juego de la Copa”, sólo para ver qué pasaba.

Muy nervioso, me senté entre ellos en el sofá y entonces uno de ellos dio la voz para empezar a jugar. Tembloroso, coloqué la punta de mi dedo sobre la copa y los demás hicieron lo mismo. Eddy colocó la cámara sobre la mesa y siguió. Él preguntó si alguno de nosotros se había lastimado recientemente, todos miraron extrañados y preguntaron por qué. Eddy respondió que si colocábamos una gota de sangre sobre la copa, los espíritus reaccionarían más rápido. Uno de mis compañeros delató mi herida y Eddy me miró entusiasmado. Él me pidió sí podía hacer lo que pedía y no tuve más remedio que decirle que sí. Me quité la venda y toqué un poco mi herida, que volvió a sangrar. Dejé caer una gota sobre la copa y volví a colocarme la venda, entonces todos volvimos a poner el dedo sobre la copa. Luego Eddy hizo la típica pregunta: “¿Hay algún espíritu entre nosotros?”. Nada pasó en ese momento y nos miramos extrañados. De repente, la copa hizo un movimiento brusco, quedamos perplejos. Uno de nuestros amigos no aguantó y comenzó a reírse a carcajadas, todos lo miramos enfadados y le dijimos que era una pendejada haber hecho eso, el chico pidió perdón y proseguimos. Habremos esperado unos 10 minutos sin que nada pasara, en silencio. Algunos se quejaron y empezaron a decir que mi sangre no servía y que era defectuosa, tonterías como esa. Me levanté enfadado y sin saber muy bien por qué, arrojé la copa contra la pared y ésta se hizo añicos. Colérico, vociferé insultos y también que no quería estar en el estúpido juego. Todos miraron asustados cuando así, de la nada, bajé la cabeza y quedé en silencio. Sin decir nada, tomé el cuchillo que al parecer habían usado para cortar los pedazos del cartón que se usaban en el juego y me abalancé violentamente sobre uno de ellos. Nadie se movió. Hasta que el cuerpo sin vida del otro chico cayó inerte sobre la alfombra mullida de terciopelo. Empezó el pánico y todos comenzaron a huir despavoridos, con una sonrisa malvada, miré al siguiente, que se percató de ello inmediatamente y echó a correr. Con un macabro placer, salté sobre su espalda y hundí la pequeña hoja sobre su cuello. Me levanté del cadáver y alcé la vista hacia Eddy, que estaba parado frente a la puerta, horrorizado por ver lo que pasaba, se puso a luchar para abrir la puerta que no cedía. Seguí acercándome a él hasta que pude ver mi reflejo en sus ojos, Eddy suplicaba piedad y lloraba mucho. Con una voz extraña le dije que lo sacaría de su miseria. Y diciendo eso, lo apuñalé en el corazón. Pude sentir como su corazón se detenía, su sangre se escapaba y también como la luz que había en esos ojos vidriosos, desaparecía. Eddy murió y con él, todos mis otros compañeros. Me sentía triste y desesperado por dentro, pero algo más me obligaba a seguir. Me paré enfrente del espejo de la sala y esta vez pude verlo con claridad, yo era el portador de los ojos rojos, ya no me sentía vigilado, lo que me vigilaba estaba dentro de mí. Yo estaba poseído. Me sentía un títere, pero estaba consiente hasta que de repente, los hilos se aflojaron. Caí contra la pared, bañado en la sangre de mis amigos, mientras sostenía el cuchillo, miré mis manos, luego alrededor, entonces me di cuenta, la pesadilla se había vuelto realidad.

Creación Propia

Lucas Remón

Soy Sólo un escritor novato. Nada más que decir.

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