La Sesión

Entró el condenado.

Eran tantas las penas que tenia por lo que había llegado a tomar esa decision, pero claro, siempre hay alguien que te impide incluso acabar con tu sufrimiento, como seguir atado a este mundo me hiciera sentir mejor.

-Roger, ¿cierto?- dijo el psiquiatra mientras se sentaba, sin fijar la vista en mi.
-Si- respondí secamente.
-Bueno… creo que debo aclararte antes que nada que estoy aqui para ayudarte- exclamó el condenado.

¿Ayudarme? no creo que me puedan ayudar, tal vez si me facilitara unas tijeras o una navaja para acabar con mi sufrimiento me ayudaria, oh si, y claro que lo haria.

-Bien.
-Muy bien Roger, solo quiero que sepas lo que esta bien y esta mal ¿de acuerdo?
-¿No se supone que deberia tener un expediente o alguna clase de papel que le indique algo sobre mi?- le respondí intentando desviar el tema.
-Tal vez hijo- me dijo el psiquiatra con un susurro.

Para ser psiquiatra se veia algo descuidado, nunca había visto a un psiquiatra que se deje crecer la barba tanto, y mucho menos uno que venga despeinado, pero bueno, tratar con locos tal vez lo terminara convirtiendo en uno, eso seria un buen pretexto.

-A veces el perdón es la unica medicina que uno necesita, y aunque sea una de las mas dificiles de encontrar, es la más eficaz- me dijo el psiquiatra con esa mirada vacia que inundaba sus pupilas.
-No necesito pedir perdón, no le he hecho daño a nadie, solo a mi- le dije al psiquiatra quien parecia estar algo cansado, quizas estrés laboral.
-No tienes que pedir perdón, yo te perdono, solo queria hacerte saber eso- dijo el psiquiatra mientras pestañeaba continuamente, como para evitar dormirse.
-¿Se siente bien?- le pregunte.
-Si, solo que me quedan unos minutos- me respondió.

El psiquiatra era algo extraño, su comportamiento, su forma de hablar. Lo había visto antes, lo juraba.

-La vida es una, hijo, debes apreciarla, y no debes jugar con ella.
-Si es mi vida tengo derecho a decidir que hacer, oiga, me meteran a un sanatorio ¿verdad?- le pregunte preocupado al psiquiatra.
-No lo creo, aunque seria mejor que la cárcel- dijo el psiquiatra- solo quiero hacerte entrar en razón para que te des cuenta de lo que es el bien y el mal.
-Esta bien, lo que hice estuvo mal, eso lo se, pero no me meteran a la cárcel por un intento de suicidio ¿verdad?
-¿Suicidio?- pregunto el psiquiatra, quien parecio haberse despertado de ese sueño que lo seguia aturdiendo.

Se guardo silencio por un momento, note que el psiquiatra queria decir algo pero estaba buscando palabras para hacerlo.

-¿Eres conciente de que acabas de matar a 15 personas en un homicidio multiple?- pregunto el psiquiatra.
-¿Que yo… que? ¿perdón?- respondi inmediato. Me sentia angustiado, me sentia agobiado por el ambiente, el silencio, la mirada vacia del psiquiatra, intentando adivinar lo que pensaba.

En eso el psiquiatra me señalo a un escritorio de la habitacion. Ahí habia un periodico de hace dos días, donde aparecia yo en portada, y el titular de »Asesinato brutal». No necesite leerlo. Ya estaba empezando a recordar. Me quede en silencio un momento, ordenando mis pensamientos, entonces volvi y me sente frente al psiquiatra.

-¿Te arrepientes?- me dijo el psiquiatra.
-Si- dije con lagrimas en los ojos- se lo que hice, soy conciente de ello y merezco ir a prisión, no a un sanatorio, incluso un sanatorio seria un premio para alguien como yo.

El psiquiatra me sonrió y asintio con la cabeza.

-Entonces creo que mi trabajo termino, realmente estas arrepentido.

Me quede mirando al psiquiatra aun con las lagrimas brotando de mis ojos, intentaba recordar de donde lo habia visto, o si lo habia conocido en algun momento de mi vida.

Justo cuando hiba a preguntarselo, se abre la puerta de la habitacion. Entro otro psiquiatra con unos papeles en las manos, me miro y me saludo con una sonrisa.

Cuando me di cuenta, el anterior psiquiatra habia desaparecido.

-Muy bien, Roger ¿verdad?- me dijo el psiquiatra que acababa de entrar, ahora sentado frente a mi.
-Ehmm… si… ehmm ¿adonde fue el otro psiquiatra?- le pregunte al nuevo psiquiatra que estaba al frente mio mientras buscando con mi vista alguna escapatoria a la habitacion que no fuera la puerta y por la que se haya escapado el psiquiatra.
-Me temo que no se de que habla señor Roger, pero aclararemos tus dudas a lo largo de esta sesion, yo personalmente…
-Escuche- le corté- antes de que usted entrara a la habitacion estaba hablando con otro psiquiatra, con barba, cabello largo y negro, algo despeinado, una mirada perdida, con ojeras, llebaba una bata blanca como usted, de este hospital, no me lo imagine si es lo que usted cree.

El nuevo psiquiatra se quedo pensando. Entonces se paró y empezo a dar vueltas en la habitación.

-¿Como era el?- me pregunto.
-Era alto, cabello negro, tez trigueña, se veia cansado y estaba despeinado, no te miraba mucho a los ojos.
-¿Andaba con un polo con cuello debajo de su bata?- pregunto el psiquiatra.
-Si.
-¿Y un jean negro?
-Si, ¿quien era?

En seguida el psiquiatra empezo a ojear el periodico que estaba encima del escritorio.

-¿Es el?- me pregunto, señalando a una persona que aparecia en el periodico.
-¡Si es el!
-Imposible, el fue una de las victimas del homicidio que cometiste hace dos dias.

Creacion propia, sanatorio de Peru.

Escante

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